la tinta no secó y en palabras dije muchas cosas.
( . . . )
su padre tenía un semblante serio, juan no podía deducir nada y temía cuando se ponía así. sus piernas se movían, estaba muy nervioso y ni siquiera podía prestar atención. blas parecía escuchar el sermón que se les daba y en su rostro se notaba el aburrimiento. la madre de él estaba detrás suyo con los brazos cruzados, parecía preocupada; ¿tanto habían ocasionado?
se quedaba sin aire, lo abrumaba tener tantas cosas para decir y no poder hacerlo. no, no era un enfermo por besar a otro hombre y no, tampoco debía ir a la capilla del colegio todas las tardes para hablar con el padre. ninguno de los dos necesitaba eso, no era un proceso de curación; él NO estaba enfermo, su mejor amigo tampoco lo estaba. esta sociedad parecía ir al revés.
sus pensamientos se removieron en cuanto unos largos dedos comenzaron a jugar con la palma de su mano. juan miró de manera disimulada, blas estaba intentando encontrar el ángulo perfecto para unirlas, como si fuera poco haberse metido en tantos problemas. pero el ojiazul no era quién para impedirselo, y en cuanto logró que sus manos estén juntas todo desapareció de su alrededor.
no le importaba tener que esconderse debajo de una mesa para que no los vean, ya ni siquiera le importaba el por qué estaban ahí, no quería pensarlo más. con un simple toque supo cómo sacar el peso del mundo sobre sus hombros y tal vez un poco más, juan tal vez era un poco más lento para reaccionar y aún así, ya no sabía qué hacer para revertir aquel efecto que su amigo tenía sobre él.
( . . . )
en cuanto la reunión terminó su padre se levantó rápidamente del asiento. juan intentó seguirlo y le hechó una última mirada a blas, quien no podía borrar aquella sonrisa que en su rostro se había dibujado.
— papá, yo te puedo explicar.
— cortala, juan ignacio. —lo interrumpió casi al instante. sabía que si usaba su nombre completo estaba en problemas.— quiero que te enteres de una cosa. yo no soy quién para juzgar cómo quieras llevar tu vida, si te gustan los tipos o no. pero vos al colegio venís a estudiar, no a generar disturbios al punto de que tengan que llamarme.
— no hicimos nada malo. —él respondió, sintiendo ru rostro arder.— decís que no te molesta pero pareciera que pensas igual como todos en este colegio.
su papá suspiró, abrazándolo. a juan lo tomó por sorpresa pero no tuvo el coraje ni el descaro para alejarlo. sus manos arrugaron levemente el saco que su padre tenía puesto y sus ojos se cerraron por instinto; era lo que necesitaba luego de un largo día.
— yo no quiero que te lastimen. —fue lo primero que dijo.— no quiero que sufras. si esto te da felicidad, por mí hace lo que quieras. sólo no le faltes el respeto a la institución y nunca te olvides de los valores que te di, me costó mucho que llegues a ser el chico que sos ahora.
juan simplemente asintió. se quedó callado en cuanto, a la distancia, pudo divisar la figura de su mejor amigo. salió riendo con su madre quien, al momento de ver al más bajo, se encargó de susurrarle algo que aumentó el sonido de su risa. ahora la mamá de blas le caía bien por hacerlo reír tanto, amaba cómo salía cada ruido que su boca hacía, era como escuchar la melodía más angelical.
— no parece malo. —su padre le murmuró. juan lo miró con los ojos abiertos.— blas, sé que se conocen hace tanto pero me gustaría poder charlar con él. debo asegurarme que no estás en malas manos.
— ¡no digas esas cosas!, no hace falta que hablen.
pero era tarde. el pelinegro se venía acercando hacia ellos dos y juan no sabía dónde esconderse, sus latidos aceleraban y quería irse a su casa cuanto antes pero sabía que eso no sería posible. su padre no se lo permitiría tan facilmente.
— señor caruso, lamento molestarlo..
— blas, tanto tiempo. —respondió el hombre, extendiendo su mano para saludarlo.
el más alto la aceptó con gusto, sacudiéndola tan sólo un poco.— lamento la situación que generé, no era mi idea que juani se metiera en tantos problemas ni mucho menos quería arrastrarlo conmigo.
— el pasado pisado, hijo. por eso ya no te preocupes.
entre los tres se formó un incómodo silencio. era como un juego de miradas que nadie se animaba a romper y el miedo aún invadía a juan, dejándolo estático. por más que quisiera moverse, hablar, no podía hacer nada y eso le molestaba por completo, parecía un total idiota.
— ¿te gustaría venir a cenar a mi casa hoy, blas?
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mátame de pena; juan x blas.
Fanfic⋆ ! blas es un inexperto. juan experimenta con él hasta llevarlo al límite. . . ..... "mátame de pena pero quiéreme".