Jueves 17 de diciembre de 2065
Los abrazos de Mimi eran de aquellos que a todo el mundo le gustaba recibir, sobre todo cuando a una se le venía el mundo encima y solo necesitaba un pequeño gesto como aquel para terminar de romperse por completo. Porque sí, por mucho que doliese, a veces era necesario romperse del todo y llorar hasta quedarse seca. Aquello era simplemente cuestión de supervivencia.
Mimi nunca decía nada cuando daba sus abrazos, tampoco lo hacía cuando la otra parte rompía a llorar desconsoladamente. Desde bien pequeña había comprendido que no había palabras de consuelo para aquellas situaciones tan desgarradoras. Su cariño y su presencia era lo único que podía paliar un poquito ese dolor.
No era nada fácil estar en su lugar, pues era muy angustiante observar como alguien se rompía entre tus brazos sin poder hacer nada más que contenerlo. A nadie le gustaba ver a una persona que quería en tal situación, pero todo aquello formaba parte de la vida. Ignorarlo, solo iba a agravar la situación.
Así que sin dudarlo, Mimi esperó con paciencia y algo compungida a que la mujer se aserenase, sin dejar de recogerla en sus brazos ni un poquito. No era mucho, pero tampoco podía hacer mucho más.
- Te quiero mucho, peque, muchísimo -balbuceó la rubia rompiendo el silencio tras unos largos y sufridos minutos.
- Yo un poquito más -le aseguró Mimi, negándose aún a separarse ni un centímetro de ella.
- ¿Y tú por qué eres tan maravillosa? -se preguntó la otra, aún sin entender que había hecho para merecerse alguien así en su vida.
- Soy normal -respondió la chica subiendo y bajando los hombros con indiferencia, pues al fin y al cabo no había hecho nada que no hubiese hecho cualquiera ante una situación como esa.
- Eres mucho mejor que eso -sonrió Laura, volviéndose a emocionar, y es que aún seguía con los nervios a flor de piel, al borde del llanto.
Haber tenido la suerte de poder ver crecer a Mimi en primera persona le hacía sentirse muy afortunada. Tenían una relación muy especial, casi como hermanas, ya que a pesar de que hubiera sido su madre quién se había encargado de cuidar a la pequeña tantas tardes, Laura también se había implicado muchísimo en todo aquello. Y precisamente por eso, porque sabía las dificultades y barreras que había tenido que saltar la chica, se emocionaba al ver en la mujer que se había convertido.
- Gracias -sonrió la chica, sin saber muy bien por donde llevar aquella conversación. No sabía si era conveniente hablar de lo sucedido o si era mejor conversar de algo totalmente banal y aleatorio- ¿Te sientes mejor? -se preguntó, sin entrar mucho en detalle, permitiendo que fuese ella quién decidiese por donde debía seguir esa conversación.
- Necesitaba llorar, y más que lo voy a necesitar -admitió con una media sonrisa- Ahora estoy en la mierda, tampoco te voy a engañar, pero por cosas peores hemos pasado, ¿no? -comentó a sabiendas de que aquello también lo iba a poder superar, como todo lo que llevaba ya a sus espaldas.
- Pues sí, lo del hijo de puta de tu ex es insuperable -recordó Mimi encendiéndose un poco solo de pensar en él.
Realmente había dejado el listón muy alto. Dejar a tu mujer, estando embarazada de siete meses y con más de ocho años de matrimonio a las espaldas, y otros tantos de noviazgo, no era algo que, por suerte, hicieran muchas personas.
- Mi hermana solo es... No sé lo que es, siempre ha hecho cosas muy raras con las chicas -continuó sin ni siquiera ser capaz de describir a la mujer en aquello del amor.
- Bueno, esto no es culpa de nadie -negó Laura a sabiendas de que no iba a ganar nada tratando de buscar la causante de su ruptura, si es que la había- No ha salido y ya está -zanjó, sin querer pensar más en lo ocurrido.
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50% | WARMI
FanfictionTercera parte de las novelas "Nueve y medio" y "Once". La historia de esta parte se centra en la vida de las mellizas, Naira y Sofía, y en el matrimonio recién estrenado de la hija mayor, Cloe, con Lucía.