Estaba en mi cama viendo mi celular tan tranquila hasta que escuché unos gritos un poco fuertes.
— ¡Martina baja en este instante! — Gritó mi mamá desde el piso de abajo, ¿Estaba molesta?.
Me levanté de mi cama, me coloqué mis pantuflas de gato y bajé con cuidado.
— Conoce a Sebastián, tu cuidador. — la miré con intriga. ¿Había dicho cuidador? — Te dije que tenía que viajar, ¿Lo recuerdas? — negué con la cabeza. —Como siempre, tonta—
— ¿Por qué no me llevas contigo? —preguntó.
— No quiero estorbos —
— No debería hablarle así a su hija. —
— No te preocupes — acarició la mejilla del chico. — Y tu mocosa, preséntate. —asentí.
— Me llamo Martina, mucho gusto — dije con la mirada al suelo.
— Mucho gusto Marti ¿Cuántos años tienes? —
— 18 — respondí. — Y... ¿tú? —
— 20 —sonrió y miró a mi mamá la cual lo veía sorprendida. — ¿Pasa algo? —
— No, lo que pasa es que nunca había seguido una conversación con nadie, ni siquiera conmigo que soy su mamá —
En parte era cierto, casi nunca seguía conversaciones porque no me gustaba hablar con casi nadie pero el chico se veía agradable.
— En fin ya tengo que irme, te dejo a cargo—
Se fue y mis ojos empezaron a lagrimear, mi mamá no me trataba del todo bien pero estar sin ella era raro.
— No llores Marti, ¿Quieres un abrazo? —Negué rápidamente. —Bien , ¿Tienes hambre? — negué de nuevo. — Ok, nunca había cuidado a alguien. —
Me giré y fuí a mi habitación. ¿Como pretendía cuidarme si nunca había cuidado a alguien?
— ¿Martina puedo entrar? — me levanté y fuí a abrir la puerta. — ¿Qué haces? —fuí hasta mi mesa y traje un dibujo. — Que lindo, un oso sosteniendo... ¿Una pepita de oro? —asentí. — Está muy bonito, ese será tu apodo, Pepita — lo miré mal. — ¿A poco no está lindo? — negué — A mi me gusta—
—A mi no —rio. — ¿Ya puedes irte? —
—Linda se que es difícil para ti hablar con las personas pero yo soy tu amigo. — suspiré
—No somos amigos, nos conocemos hace menos de 10 minutos y ya estás en mi habitación —
—Tú abriste la puerta—
—Es cierto —asentí. —Ahora quiero que te vayas—
—¿Quieres ayudarme a hacer la cena?—
—Mi mamá no me deja cocinar—
—Ella no está aquí, yo te ayudo y tu me ayudas, así nos conocemos mejor — lo pensé y terminé asintiendo acto seguido el me abrazó.
—No me toques por favor — dije mientras me separaba un poco de el.
—Perdón, no recordé que no te gusta que te toque —
Ambos bajamos a la cocina y el subió la estufa.
—Pepita escúchame bien, lo primero que necesito es una olla para... ¿Y si pedimos pizza? — reí y asentí. — Al fin te ríes Pepita — giré mis ojos con una sonrisa.
Fuimos a la sala y mientras yo ponía algo en la TV el pedía la pizza.
—Puedes quedarte aquí, yo iré a mi cuarto.—
—No te vayas aún, quiero ver una peli contigo ¿Si?— asentí. —Hagamos palomitas— asentí de nuevo.
Nos devolvimos a la cocina y el empezó a buscar el maíz, cuando lo encontró en la estufa y tiró algunos granos de maíz en la olla antes de taparla.
—¿Qué pasa si no cierras la olla?— preguntó.
—Pues... explotan y salen de la olla.—
Ambos nos quedamos mirando la olla, era obvio que aún faltaba bastante.
—¿Tú mamá siempre es así contigo?— asentí. —¿Puedes mirarme?, aunque sean unos segundos—
Intenté subir el rostro para mirarlo pero no pude.
—Te ayudo— me tomó del mentón y subió mi rostro para que lo mirara —Tienes unos ojasos hermosos— sonreí y me sonrojé. —¿Sabes lo que es un beso?— negué con una cara confusa, empezó a acercarse a mi pero un ruido lo detuvo. —¡Las palomitas!— reí ante su reacción.
Las palomitas estaban listas y la pizza llegó junto con las bebidas, básicamente todo iba a la perfección, puso una peli y empezamos a verla tranquilamente.
—Oye Pepita— lo miré. —¿Ahora si soy tú amigo?— asentí y el sonriendo. —Que bueno, ¿Puedes darme un abrazo?— negué rápidamente. —Bien, eres muy linda ¿sabes?—
—Gracias—
—¿Tú crees que soy lindo?—
—Pues... si eres lindo—
No se que era lo que tenía ese chico pero me obligaba a hablarle cuando sentía su mirada encima de mí, nunca me había pasado eso con nadie, ¿Por qué con el era diferente?.
—Hay una leyenda muy vieja que dice que los amigos deben tener un saludo afectuoso único de ellos dos— exclamó sacándome de mis pensamientos. —¿Podemos hacer uno?—
—Sabes que no puedo tolerar el contacto físico—
—Pero no serán abrazos, te lo prometo— asentí y una gran sonrisa apareció en su rostro. —Cierra tus ojos— hice lo que el dijo
Sentí como se acercó y rozó mis labios con los suyos.
—¿Qué haces?— preguntó abriendo mis ojos.
—Ese será nuestro saludo ¿Ok?— asentí con una cara confusa. —Pero ese saludo es solo de nosotros dos, si usamos el saludo con alguna otra persona algo malo pasará, nuestro saludo lo podemos usar cuando estemos solos o con amigos, ¿Entendido?.—asentí.
—Pero... yo no se hacer eso—
—Solo haz esto— se acercó e hizo lo mismo de hace un rato —Es fácil ¿Cierto?— asentí.
Se separó y volvimos a ver la película. Un rato después terminó la peli.
—¿Mañana me llevarás al colegio?— preguntó y asintió. —Me iré a dormir—
—¿No se te olvida algo?— negué —Despídete—
—Cierto— me acerqué a él pero me detuve antes de hacerlo —¿Como se llama nuestro saludo?—
—Beso—
—No me gusta ese nombre, mejor otro—
—Mañana te diré un nombre bonito ¿Si?— asentí —Despídete y ve a dormir porque mañana hay clases bonita—
Me acerqué y lo besé sonriendo, me fuí a mi cuarto.
Sebas pov.
Desde el primer momento que vi a Martina me pareció una niña muy linda y dulce, se muy bien sobre su condición pero igual no es un impedimento para amarla ¿Cierto?.
Marti Pov.
No podía negar que era un chico muy lindo pero un poco loco también.
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Besarte es mi pasión
FanfictionMartina, chica que tiene un nivel bajo de autismo. Roier, su amigo y cuidador el cual se enamora de ella sin importar su "condicion".