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Me levanté me arreglé y salí de mi habitación encontrándome con Sebastián en la cocina.

—Buenos días preciosa, hice panqueques — sonreí al escuchar que había hecho mi comida favorita — ¿Me saludas? — asentí y me acerqué para besarlo. — Vamos a comer — se levantó y fuimos a la mesa

— ¿Puedo salir con Germán hoy? — 

— ¿Y quién es Germán? —preguntó con tranquilidad.

—Mi amigo del colegio— 

— ¿Adónde van? — 

—Al cine— 

— ¿Y qué tiene de especial ese chico? —sonreí.

— Te contaré un secreto ¿Ok? — asintió me acerqué a el. — El es la única persona que puede tomar mi mano — conté aún con mi sonrisa. 

— Hoy no puedes salir, tenemos que comprar algunas cosas — asentí borrando mi sonrisa.

terminamos de comer, fuimos al auto y luego al colegio.

—Adiós Pepita —me besó. — Que te vaya bien — volvió a besarme. Sacó su cartera y luego un poco de dinero. — Toma, quiero que te compres algo y mañana me dices cuánto cuestan las cosas para darte dinero y que te compres algo. — Iba a besarme pero esta vez yo lo hice primero.

—Es muy lindo de tu parte, gracias— 

Bajé del auto y fuí directo a mi salón.

—Hola Martina— 

— Hola Germán — me abrazó. — No me dejaron salir, lo siento —

— No te preocupes Marti, tal vez después — asentí 

Llegó la profesora y comenzó la clase. Toda la clase estuvo aburrida y luego fueron como 4 clases más totalmente aburridas.

—Martina se te cayó esto— 

Se me había caído el dinero que me dio Sebastián, lo había olvidado por completo.

—Gracias—

Salí al patio de en frente para esperar que me vinieran a buscar.

— Ví ​​​​​​que trajiste dinero niña — negué — ¿Me ves cara de tonto? — negué de nuevo. 

Me agarró con fuerza y ​​​​me quitó la mochila.

— ¡Lucas pásamela! —

— Por favor, dame mi mochila —

— ¡Cállate estúpida! —Me agarró por el cuello. — ¿Dónde tienes el dinero? — 

— Suéltame por favor —

— ¡Dame el maldito dinero! — 

De la nada me soltó y pude respirar bien, empecé a llorar y me tiré al suelo. Sebastián llegó y se agachó a mi lado.

— Señálalo— pidió y señalé a Lucas el cual se encontraba saliendo del plantel. — ¡Ey tú, el pendejo de la chamarra verde! — se acercó y le pegó un puño en la cara. — Para que aprendas a no meterte con quien no debes — siguió golpeándolo y Lucas también se defendió. 

— ¡Ya basta! — 

— ¡Pepita vete al auto! — 

Hice lo que dijo, me fuí al auto muy nerviosa, luego el llegó. 

— ¿Estás bien? —preguntó y asentí.

— ¿Y tú? ¿Te pegó fuerte? —

— No es nada Pepita, no puedes dejar que te traten así — 

Besarte es mi pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora