Capítulo 3: Viaje

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Conan

—¿Cuándo iremos? —preguntó ilusionada, dando saltos Ayumi-chan.

Cosa que hizo que miráramos de vuelta a los demás; no me sorprendió ver a Ran tomándonos fotos de infraganti.

—Mañana mismo —respondió la boba de Sonoko aplaudiendo con fuerza. —Aprovechemos este fin de semana.

—Entonces, ¡tendremos que hacer nuestras maletas! —afirmó encantada Ran, guardando la cámara hábilmente en su bolso. —¿Qué opinan? O ¿seguirán caminando por aquí?

—¡No! —gritó Ayumi-chan.

—¡Nos iremos! ¡Nos iremos! —soltó Genta.

—¡Ya hicimos lo vinimos a hacer! —explicó Mitsuhiko-kun.

—He —soltó desilusionado el profesor.

—Bien, entonces deberíamos irnos —asintió Ran, con su sonrisa amigable. Enseguida volteo su mirada a mi.

¿Ir...?

¿...mañana?

—Hmm —miré a mi novia, que enseguida me miró.

Me dio una mirada extrañada, a lo que con un gesto le indique al profesor; en respuesta ella me asintió mientras fruncía el ceño.

Era obvia su preocupación.

—Emm, ¿Conan-kun? ¿Ai-chan? —nos interrumpió mi amiga de la infancia, mirándonos con una expresión de ilusión y desconcierto.

—Ran-neechan —comenté con una suave sonrisa. —Iré a casa del profesor.

Ran me miró asombrado. —¿Por qué? —preguntó impresionada.

Shi y yo volvimos a vernos, esta vez fue ella la que habló. —Edogawa me ayudará con las cosas que el profesor llevará.

—Cuando dejamos que el profesor se encargue de guardar las cosas, siempre olvida las cosas más importantes —expliqué desganado, recordando muchos casos así.

—¿Eh?

—Esta vez, no podremos devolvernos o esperar a encontrar alguien que nos ayude —comentó Ai con severidad.

—Chi-Chicos, no ha sido tan malo —rió nervioso el profesor.

Ambos lo miramos.

—¿No? —le respondí con severidad. —Ha olvidado sus lentes.

—Ha llegado a olvidar las invitaciones del lugar al que íbamos —me siguió Ai.

—Oh, Oh —levantó la mano Ayumi-chan, uniéndose a la conversación. —También ha olvidado su carnet de conducir.

—Y las llaves del auto —continuó Mitsuhiko-kun.

—También ha olvidado las bolsas de dormir cuando vamos de campamento —dijo Genta.

Dudaba que supieran porque empezamos eso, pero les estaba ayudando al ver al profesor sentirse avergonzado.

—También ha llegado a olvidar a llenar la gasolina del auto... —trató de continuar otra ronda, mi dulce pero vengativa novia.

—¡Ya entendí! ¡Por favor detenganse! —empezó a llorar totalmente avergonzado.

—Bien —afirmó apenada Ran por el profesor. —Entonces yo arreglaré tu maleta.

Mordí la punta de la lengua, evitando soltar. —Tengo suficiente ropa en casa del profesor para armar una maleta, es más tengo todo lo que necesitaria ahí —en cambio afirmé con una de mis mejores sonrisas. —Está bien, Ran-neesan.

El submarino de hierro negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora