° 𝐶𝐴𝑃𝐼𝑇𝑈𝐿𝑂 7 °

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Era una tarde tranquila en la mansión

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Era una tarde tranquila en la mansión. El suave sonido del lápiz de Tn deslizándose sobre el papel llenaba el aire mientras hacía unos bocetos sentada en su mesa de trabajo. Satoru, recargado en el viejo piano que había descubierto hace días en su habitación, la observaba con una sonrisa despreocupada. Parecía cómodo, aunque había una sombra de cansancio en su rostro que Tn no había dejado de notar desde hace algún tiempo.

—¿Qué estás dibujando hoy?— preguntó Satoru, rompiendo el silencio mientras jugaba con sus dedos sobre las teclas del piano, sin realmente tocar ninguna nota.

—No lo sé aún— respondió Tn, mordiéndose el labio —A veces siento que dibujo sin rumbo, pero cada vez que estás cerca... parece que las ideas vienen solas-

Satoru sonrió, pero antes de que pudiera responder, comenzó a toser. Al principio, una tos suave que apenas interrumpió la conversación. Sin embargo, la tos rápidamente se intensificó, y su cuerpo se convulsionó con fuerza. Tn levantó la vista, alarmada, justo cuando lo vio un brillo rojo en la mano de él cuando se la llevó a la boca...

—Satoru...— susurró Tn, paralizada por un segundo al ver la sangre en su mano.

Antes de que pudiera reaccionar el albino se desplomó, deslizándose lentamente hasta el suelo,  el pánico inundó su cuerpo y su mente.

—¡Satoru!— gritó, corriendo hacia él, su voz temblorosa mientras lo sostenía —¡No, no, no...! ¡No me hagas esto!-

No sabía qué hacer, Nanami no se encontraba en la mansión esa tarde, sus manos temblaban y su respiración era cada vez más errática. Sin pensar más, corrió hacia su teléfono y marcó el número de su hermano Sukuna, su única esperanza en ese momento. Él era doctor y, aunque la relación con él siempre había sido tensa, sabía que no la dejaría sola en una situación así.

—¿Sukuna? ¡Necesito tu ayuda! ¡Satoru... él... está mal! Por favor, ven rápido— su voz era apenas comprensible, rota por la angustia.

Del otro lado de la línea, la voz de Sukuna, siempre seria y firme, mostró un destello de preocupación. Aunque no sabía quién era Satoru, la desesperación de su hermana lo alarmó.

—¿Qué sucede Tn? ¿Dónde estás?— preguntó su hermano.

—En la mansión ¡Por favor ayúdame! ¡no se que hacer!— gritó, incapaz de contener su miedo.

—Tranquila Tn, voy para allá— dijo rápidamente antes de colgar.

Mientras esperaba, Tn llevó a Satoru al cuarto de huéspedes, acomodándolo en la cama lo mejor que pudo. Su rostro pálido la aterrorizaba y la sangre que había manchado sus dedos era una imagen que no podía sacarse de la cabeza.

Minutos después, escuchó el sonido de la puerta principal cerrarse con fuerza, Sukuna había llegado. Tn corrió hacia él con sus ojos aún llenos de lágrimas.

𝐇𝐀𝐒𝐓𝐀 𝐄𝐋 𝐔𝐋𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐂𝐔𝐀𝐃𝐑𝐎 - Sᴀᴛᴏʀᴜ GᴏᴊᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora