Tn estaba sentada en el suelo de su habitación, cerca de la ventana y con un cigarrillo entre los dedos. Sus ojos, hinchados y rojos de tanto llorar, apenas podían mantenerse abiertos. El tiempo desde la muerte de Satoru parecía haberse detenido. Dos días habían pasado, aunque para ella parecían siglos.
Apenas había comido, apenas había hablado. Se había encerrado en la habitación después del funeral, un acto solitario y silencioso donde solo estuvieron ella y Nanami, su mayordomo. No hubo palabras, solo lágrimas y el ataúd de su amado.
Apagó el cigarro contra el borde del cenicero, aunque no tenía ganas de levantarse a tirarlo. Su cabeza daba vueltas y la habitación estaba impregnada del olor a tabaco y a desesperanza. Cerró los ojos, deseando poder volver a esos días con Satoru, deseando que él estuviera allí para abrazarla, para decirle que todo estaría bien.
Pero sus pensamientos fueron interrumpidos ya que la puerta de su habitación se abrió de golpe, era su madre. Tn apenas la miró cuando entró, acompañada de su hermano menor Yuji, quien la seguía claramente intentando evitar una pelea.
—Apesta a cigarro— dijo su madre con una mezcla de disgusto y desaprobación mientras fruncía el ceño —Tn, ¿Qué estás haciendo con tu vida?-
Tn no respondió, su mirada seguía perdida en la ventana. El sonido de la voz de su madre era un eco lejano, casi irrelevante comparado con el vacío que sentía en su pecho.
—¡Mírame cuando te hablo!— gritó su madre, acercándose y sacudiéndola levemente -¿Cuántas veces hemos tenido esta conversación?, ¿Qué acaso no te das cuenta? es hora de que dejes esas estupideces-
—Madre, por favor— intervino Yuji, tratando de calmar la situación —Este no es el momento...—
—¡Siempre fue la misma historia!— continuó la mujer, ignorando a su hijo —Primero tus "aspiraciones artísticas", y ahora... Lo de un tal Satoru, el cual resulto ser todo un invento tuyo, por dios niña, ¡ya deja de llamar la atención!—
Tn se quedó helada al escuchar esas palabras. Finalmente levantó la vista y miró a su madre, sus ojos cargados de rabia y dolor.
—¿De que hablas?, Satoru era real— dijo en voz baja, su mandíbula apretada —Aunque te enoje, yo realmente lo conocí y lo amé... Él era real—
—¡No lo era!— insistió su madre, cruzando los brazos con severidad —Sukuna nos lo dijo, nadie conocía a ese Satoru—
—¡Ese idiota que tiene que ver aqu...—
—Sukuna llegó un día, diciéndonos que lo llamaste por una emergencia, lo único que vio fue a su hermana agotada, delirando por algo que no existe, ¿No lo ves? ¡te estas volviendo loca!—
—¡Eso no es cierto!— gritó Tn
En ese momento, Sukuna apareció en el umbral de la puerta. Había estado escuchando la discusión y, como siempre, se sentía obligado a intervenir.
—Tn...— dijo con su voz calma, pero firme —Yo no quiero hacerte daño, pero nuestra madre tiene razón... Cuando llegué ese día solo te vi a ti, estabas exhausta... Lo que describiste como "Satoru" nunca estuvo allí, nadie lo vio, nadie lo conoció... Porque nunca existió, tu mente... te hizo una mala jugada—
—¡Eso no es verdad! —gritó Tn, poniéndose de pie de golpe, con el pecho agitado y los puños cerrados—. ¡Ustedes no lo entienden! ¡Él era real! ¡Estaba aquí conmigo! ¡Vivimos tantas cosas juntos! ¡Ustedes no pueden negarlo solo porque no lo vieron!
Tn lo miró con incredulidad, su cuerpo temblando de la mezcla de emociones que sentía —Eso no es verdad— murmuró —¡Ustedes no lo entienden! ¡Él era real! ¡El estaba aquí conmigo!—
—Por favor Tn— intervino Yuji, intentando calmar la situación —No estamos diciendo esto para hacerte daño, te amamos y queremos ayudarte... todo esto fue algo que tu mente creó para protegerte , lo que viste y sentiste fue real para ti, pero...—
—¡¡CALLATE!!— gritó ella, interrumpiéndolo y señalando la puerta con furia —¡¡CALLENSE TODOS!! ¡¡LARGUENSE DE MI CASA!! ¡¡NO QUIERO VOLVER A VERLOS!!—
Su madre y sus hermanos se quedaron quietos, mirándola con una mezcla de lástima y preocupación. Sabían que insistir solo la lastimaría más, pero también sabían que quedarse no haría ninguna diferencia. Finalmente, uno por uno abandonaron la habitación, cerrando la puerta tras ellos. Dejando que la soledad volviera a envolver a la chica como un manto sofocante.
Después de unos minutos, Tn salió del cuarto para buscar a Nanami, el único en quien sentía que aún podía confiar. Lo encontró en la sala, limpiando en silencio, como siempre hacía cuando las cosas se volvían insoportables, el mayordomo sabia que no podía interferir en los asuntos familiares.
—Nanami— dijo, su voz temblando.
Él levantó la vista, deteniéndose —Señorita, ¿está bien?—
Tn se acerco rápidamente a el rodeándolo con sus brazos, sus ojos aún estaban llenos de lágrimas —Tú lo conociste ¿verdad? Tú estuviste en su funeral... Lo viste, no estoy loca, ¿verdad?— al no recibir respuesta de el hombre, se separo bruscamente de el para mirarlo fijamente —¡¡¿VERDAD?!!—
Nanami la miró con una mezcla de compasión y tristeza. Sabía que no podía seguir alimentando las ilusiones de Tn, pero tampoco podía soportar verla sufrir.
—Señorita Tn... — comenzó con suavidad, tratando de encontrar las palabras correctas —Lo que usted siente por Satoru es real, pero yo... nunca lo conocí—
El rostro de Tn se congeló, sus manos comenzaron a temblar e iba alejándose poco a poco de el dando pasos hacia atrás.
—¿Qué... qué estás diciendo?—
Nanami se acercó a ella, pero antes de que pudiera decir más, Tn lo interrumpió con un grito desgarrador.
—¡No! ¡No te atrevas! ¡No te acerques!— retrocedió hasta su habitación con el hombre siguiéndola, gritando —¡Nadie me entiende! ¡¿Porque nadie puede comprenderme?!—
Nanami, lleno de tristeza, extendió la mano hacia ella, pero Tn se encerró en su habitación de golpe. Dentro, se dejó caer al suelo rodeada de sus lienzos, sus recuerdos y el inmenso vacío que Satoru había dejado.
—Lo siento, señorita Tn...— dijo el rubio en voz baja y dolorida desde afuera, tenia su frente pegada la puerta de la chica, esperanzado de que las cosas no empeoraran.
Pero al parecer ya era demasiado tarde...
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𝐇𝐀𝐒𝐓𝐀 𝐄𝐋 𝐔𝐋𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐂𝐔𝐀𝐃𝐑𝐎 - Sᴀᴛᴏʀᴜ Gᴏᴊᴏ
Fiksi PenggemarTn, una pintora en búsqueda de reconocimiento, lucha por encontrar sentimientos en sus obras, las cuales no logran conmover ni a ella ni a los demás. Su vida cambia cuando conoce a Satoru, un crítico de arte que despierta su creatividad y su corazón...