Capítulo 4

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Juanjo:

Mierda, mierda, mierda. ¿Qué coño hace Sofía aquí? No lo entiendo, se suponía que estaba en Barcelona y no la iba a tener que ver nunca más.
De repente, las copas que me he bebido hasta el momento, se me suben por la bilis.
Voy corriendo al baño y hecho todo el alcohol que llevaba en mi cuerpo.

—Amor, ¿qué te pasa?— escucho a Denna detrás de mi.— ¿Ha sido por lo de Sofía? Puedo echarla si quieres.— me dice mientras me acaricia la espalda para darme ánimos.

Denna es la única que sabe lo que pasó con Sofía, mi ex. Llevábamos dos años de relación cuando me enteré de que me estaba engañando con media Madrid durante por lo menos seis meses.
Eso pasó hace solo tres meses. Ya no estaba enamorado de ella. Pero al verla se me ha vuelto a remover todo ese dolor por el que pasé y que a veces sigo pasando. Lo pasé realmente mal. Adelgacé diez kilos porque no comía apenas. Y no fue hasta hace poco que volví a salir con mis amigos. Ya que me pasaba los días en mi habitación ahogándome las penas.

—No te preocupes Almu, no quiero dejar que ella vea que todavía me sigue afectando. Me voy yo a casa. De todas formas, no iba a tardar en irme.— dije sin dejar que Denna me contestara, ya que si lo hacía sabía que iba a obligarme a quedarme y, no me apetecía mucho.

Cuando ya estaba casi en la salida para irme, vi que alguien se interpuso en mi camino.

—¿Te ibas sin saludarme, Juanjo?— cerré los ojos al escuchar esa voz. Joder no, no me iba a poner a llorar aquí.
—No te he visto Sofía, no todo gira alrededor de ti.— dije lo más sereno que pude.
—No decías eso los dos años de relación que pasamos juntos, Juanjo.
—Tú lo has dicho. Eso fue pasado, ahora ya no quiero saber nada de ti.
—¿Seguro? ¿Y si te digo que te echo de menos?— abrí mucho los ojos, sorprendido por esas palabras.
—¿Cómo?— le contesté con voz más aguda de la que me gustaría.
—Sí Juanjo. Estos meses que he estado fuera me han hecho recordar todos los momentos que viví contigo, lo feliz que era. Es por eso que he vuelto, por ti. Porque me he dado cuenta que sigo enamorada de ti y que por más chicos con los que esté no me olvido de ti. Eres el amor de mi vida.— me dijo, cogiéndome de las manos.

Llevo un par de minutos sin reaccionar, desde que me ha dicho eso. No me lo esperaba para nada. Pero tampoco me esperaba que todavía quedasen mariposas en mi estómago cuando la viese.

—¿Juanjo? ¿Qué me dices, puedes darme otra oportunidad? Te juro que no volveré a hacer lo que hice. Te quiero.

Esas últimas dos palabras fueron las que me hicieron reaccionar. No. No se como he estado a punto de volver a caer en sus mentiras. Me decía que me quería todos los días y, aún así hizo lo que hizo. No puedo volver con ella. No puedo tener más mentiras en mi vida. Me suelto de sus manos, que seguían agarrándome.

—No. Me voy a casa. Adiós Sofía.

Salgo casi corriendo a pedir un taxi.
Diez minutos más tarde, llego a mi piso. Pago al taxista y salgo del coche. Empiezo a buscar por mis bolsillos para buscar mis llaves, pero no las encuentro por ninguna parte. Mierda. Las tenía Bea. Se suponía que íbamos a volver juntos y se las había quedado ella porque no iba a beber.
Y ahora por eso, estoy en la calle. Sentado en la acera con un frío de la hostia.
Al menos, hasta que escucho unos pasos detrás mía.

—¿Juanjo? ¿Que haces ahí?— escucho la voz de Martin.
Subo la mirada para verle. Joder, que guapo está siempre.
—Vengo de la fiesta esta de la que te hemos hablado antes. Pero Bea se ha quedado las llaves y no puedo entrar.
—Ven anda. Quédate en mi piso mientras que vuelve. No hay nadie.

Lo hago. Más que nada porque como siga ahí me va a dar una hipotermia, y no me apetece. Pero no voy a negar que hay un sentimiento de nervios ante el hecho de estar a solas con él.
Al entrar al ascensor me pregunta:

—¿Estás bien? Tienes mala cara.
Mierda. Es verdad, he estado llorando antes de que él llegara y no me he ni molestado en limpiarme las lágrimas que me han salido.
Me las limpio a toda velocidad mientras que aparto la mirada.
—He tenido una mala noche. Eso es todo.
Decide no insistir en el tema. Cosa que agradezco muchísimo.

Entramos en su piso con un silencio un poco incómodo.
—¿Y Ruslana?.— pregunto, porque no quiero que este silencio se alargue más.
—Se ha ido esta tarde a Canarias a pasar unos días. Volverá la semana que viene. Yo estaba fuera porque he ido a la casa de mi mejor amiga y estaba volviendo.— me explica, aunque no se lo he pedido. Pero creo que es para que hacer el entorno un poco más cómodo, lo agradezco.
—Cuéntame más de tu mejor amiga, por favor. Necesito despejar la cabeza.— digo esto mientras me tiro al sofá, reventado. Martin se sienta a mi lado.
—Pues se llama Chiara, es un año mayor que yo. Es de Menorca, pero se ha venido aquí a estudiar. Nos conocemos gracias a Rus. Estudiaban la misma carrera y eran muy amigas, así que Ruslana me la presentó. Y ahora es mi mejor amiga. No puedo estar ni dos días sin ella, es la persona más buena y dulce que he conocido en mi vida. Si quieres algún día te la presento.
Le sonrío agradecido, ya que me ha parecido un gesto muy bonito.
—Sería genial, gracias Martin.— digo.

No sé por qué me transmite tanta confianza este chico. Puede ser por ese motivo por el que digo:

—¿Puedo contarte lo que me ha pasado?
—Claro que sí, Juanjo.
—Vale pues, he ido a esa fiesta ¿no? Pues llevaba un rato allí ya, me lo estaba pasando genial. Pero de repente he visto que ha entrado mi ex, se llama Sofía. Llevábamos dos años juntos, cortamos hace tres meses porque me enteré de que me estaba poniendo los cuernos con todas las personas habidas y por haber. Se me ha revuelto el estómago y he ido a potar. Me iba a ir a casa porque no quería verla. Pero cuando estaba casi en la puerta me la he cruzado y me ha dicho que me echaba de menos o no se que más. Me ha dicho que me quiere. No puede hacerlo. ¿Cómo puede quererme después de haberme engañado con media Madrid? Es muy egoísta que me diga eso. Ella no sabe los kilos que he adelgazado o los meses que he estado sin salir de mi habitación, sin hablar con nadie. Y cuando por fin creo que la he olvidado, aunque sea un poco, y que por fin puedo volver a salir. Vuelve y me dice todas esas mierdas. Es muy injusto.— le digo, a tanta velocidad que a lo mejor no me ha entendido. Pero se me empiezan a cristalizar los ojos y no puedo seguir contando más.

—Ey, Juanjo. No merece la pena que llores por ella. No te conozco mucho, pero lo que conozco de ti me encanta. Se nota que eres muy buen chico y que tienes un corazón enorme con la gente a la que quieres. Si esa chica te hizo eso es porque no te merecía y no supo apreciar lo que tenía delante. Porque ya te digo yo que a más de uno le gustaría estar contigo. Eres increíble.

Lo abrazo, porque no puedo hacer otra cosa. Lloro en su hombro por más tiempo del que me gustaría. Pero él no me quita en ningún momento. Necesitaba llorar y sacar todo lo que tenía dentro.
Me separo al cabo de un rato.

—Perdón por ponerme así. Pero es que todavía está un poco reciente.
—No te preocupes Juanjo, es normal. ¿Quieres quedarte a dormir? Así no tienes que quedarte despierto hasta que venga Bea. La habitación de Ruslana está libre por si quieres quedarte.

I may not always love you - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora