La zona Oeste

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~—Sanadora —~

-Regina, espera.- le gritó el joven heredero mientras corría a alcanzarla.

-Oye, si te está molestando debes decírmelo.- le dijo cuando la alcanzó.

-En serio no me está molestado.-le contestó la sanadora evitando su mirada.

-¿Estás bien?- la cuestionó.

-No es nada.- le dijo ella, se sentía  realmente confundida y molesta, no sabia muy bien cómo.-¿Nunca has sentido que hay cosas que por más que quieras entender,  no lo logras ? Como que no hay una explicación para algunas cosas.

El chico se quedó pensando su respuesta sin dejar de mirar a la joven frente a él.

-Cuando no se algo, le preguntó a mis mayores- le contestó.

-Pero ¿Qué pasa cuando tus mayores no quieren decir nada al respecto?- lo cuestionó Regina.

Varios aprendices le habían preguntado a los maestros sanadores sobre los remedios místicos que se estaban distribuyendo, pero parecía que los mayores se habían puesto  de acuerdo para evitar el tema. Ella no encontró nada en la biblioteca sobre polvos místicos para el dolor, en realidad ella no creía en la magia, pero ningún remedio tenía la forma de esos polvos, ese color blanco y esa homogeneidad eran muy extraños para ser un remedio. Ahora todos en el castillo parecían creer que eran mejores unos polvo que los remedios que había estado estudiando, la magia no debería funcionar como lo estaba haciendo y eso la confundía.

-Entonces investigó desde la fuente de mi duda, supongo- dudo el príncipe sin entender a qué se refería Regina.

La fuente de su problema era el tío del heredero, tal vez si se acercaba a él, descubriría que eran esos polvos.

-Si me dices, tal vez pueda ayudarte, no sé de sanadores, pero puedo intentarlo.-le ofreció el joven.

-¿Donde está su tío ?- le preguntó ella.

-¿Te interesa mi tío ? No sale la zona oeste del castillo.- le contestó el príncipe.- probablemente ahí se encuentre.

-¿Recuerda que me dijo que me daría algo que pidiera?-le recordó  la aprendiz ideando un plan.

-Lo recuerdo.

-Ya sé lo que quiero.


...

...::::: Heredero ::::...

No estaba en sus planes pasar la noche como bandido en su propio castillo, pero le había hecho la promesa a Regina de que la ayudaría a investigar qué hacía su tío en la zona Oestes sin que nadie supiera. La joven aprendiz  le había dicho que iba a investigar eso  porque quería ver si la magia era cierta y no quería trampas si se enteraran.

Quedó de ver a la joven en la lavandería del castillo esa misma  noche, según la hora acordaba ella iba 15 minutos tarde, calculo el príncipe con su reloj de bolsillo.

-Su alteza.- lo saludó Regina llegando con un sesto en las manos, ella iba vestida con la ropa de guardia femenina que consistía en una falda con pantalón blanca con rayas negras a los costados.

-Los tome prestado de algunos guardias, es mejor que usemos ropa de guardias por si nos ven.- le susurro ella mientras le entregaba un cesto con la ropa.- no olvide ponerse el casco todo el tiempo.

-Ahora entiendo porque eres amiga de Cass.- se rio el joven.

Regina  solo le dio una de sus miradas, y él se fue a cambiar la ropa que olía como recién lavada, dudaba que esa ropa fuera prestada, pero no le harían nada a él como futuro rey si se enteraban.

Distintos horizontes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora