Reuniones nocturnas

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<[——-Guardia———)]>

Esa noche a Hartier  le tocó hacer vigilancia en la zona Este del castillo, como ya no entrenaba a la princesa, tenía obligaciones que cumplir.

Revisó los salones de los sanadores que a esa hora  se encontraban vacíos, luego visitó la sala de recuperación y solo encontró a una doncella descansado en una cama. El joven guardia continuó su vigilancia y abrió la puerta de la biblioteca principal, encontrándose con una luz prendida, probablemente tendría que sacar del lugar a su amiga.

Se acercó al lugar iluminado y se encontró a la princesa dormida sobre una mesa con varios libros a los lados.

-Princesa.- susurró tratando de despertarla, le tocó el hombro y la sacudió con suavidad.

La joven no despertaba. Movió los libros que tenía en la mesa e intentó despertarla de nuevo sin éxito.

Tenía dos opciones, dejarla ahí e informarle al príncipe en donde estaba su hermana o llevarla a su habitación, aunque esto último se vería muy sospechoso.

Hartier fue a la zona principal del castillo a buscar al heredero. Cuando llegó al piso de las habitaciones, una doncella le informó que no se encontraba ahí.

El guardia regresó a la biblioteca en donde se encontró a la princesa despierta.

-Su alteza, debe regresar a su habitación.- le dijo Hartier.

-No, mi madre quiere que le dé el plan del baile mañana.- le dijo ella bostezando.

-Creo que está muy dormida.- se rió el guardia.

-No lo entenderías.- le dijo ella.- tengo que terminarlo hoy mismo.

-Mejor la acompañó a su habitación.- sugirió el guardia.

-No, ¿De qué parte del reino eres?-le preguntó ella.

-La región Norte.

-Perfecto, ¿Qué le gusta a los nobles de la región Norte?-lo cuestionó.

-Supongo que la música alegre, violines sobre todo.- le contestó el guardia recordando algunos bailes que hacían los nobles.

-¿Qué comida es su preferida?

-Cortes de carnes, quesos, no sé. No los conozco.- mintió Hartier.

El joven guardia conocía muy bien a los nobles de su región, su madre era la doncella de la familia más rica de la región, razón por la que pasaba más tiempo con ellos que con su propio hijo,  y el poco tiempo que estaba en su propia casa ella se la pasaba haciendo encargos que le dejaban como coser ropa, comprar cosas o planear la agenda de la hijas de la familia. La vida de su madre eran eso ricos.

-¿Qué quesos?- le preguntó ella.

-Los de cabra son los más queridos.- le contestó  Hartier, recordaba cómo su madre le encargaba ir por ese queso todas las mañanas.

-Muchas gracias, Hartier.- le dijo la chica y lo abrazó.

Hartier se puso tenso por el gesto, no quería que la chica tuviera muestras de afecto con él, debían mantener su distancia como guardia y princesa.

-Vamos a su habitación.- le dijo separándose de ella para escoltarla a su recámara. La princesa no se resistió y siguió al guardia.

...

~—Sanadora —~

El tío del príncipe seguía dándole libros sobre arte místico. Regina ya estaba cansad de ir a visitarlo en las noches sin obtener algo relevante. Si eso seguía así tendría que  rendirse o empezaría a dormirse durante sus clases de sanadora, sus ojeras ya estaban tan grandes como sus ojos.

La joven atravesó  la zona principal del castillo por un costado para que no la detuviera ningún guardia y se dirigió a los dormitorios. Si se apuraba dormiría cuatro horas.

-Detente, Regina- le dijo una voz en la oscuridad del pasillo.

La joven se asustó. La habían descubierto y como estaba en una zona que no debía en el castillo, sería una falta a las reglas del castillo y podrían sacarla de ahí.

El hombre que la detuvo salió de la oscuridad y se mostró ante ella, era el príncipe.

-¿Qué hace aquí a estas horas ?- le preguntó ella.

-Me preguntó lo mismo.- le dijo él acercándose a la joven y llevándola a una esquina donde no los verían.

-Fui a la zona Oeste.- le contestó ella.

-No me agrada que sigas visitando a mi tío y menos a esta hora.- le confesó el príncipe.-no es correcto.

-Es mi horario libre- le dijo ella.- y no estoy faltando a mi deber.

-Si quieres puedo hablar con los sanadores.- empezó a decir él.

-No, no deben saber que voy a la zona Oeste.- le susurró acercándose a él para que no los pudieran escuchar.

-¿Por qué tanto misterio con este asunto ?- la cuestionó el joven.

-El trabajo de su tío es distinto a lo que hacemos los sanadores, y por alguna razón no quieren que indaguemos en eso.- le explicó ella.

-No creí que creyeras en las artes místicas.- le dijo él.

-No es eso, es complicado.- suspiró la chica.

La joven sacó de la pequeña bolsa que traía un cuaderno con una flor amarilla en la portada. Se acercó a una ventana y con la luz de la luna le mostró un dibujo que tenía de varios aparatos que usaba el tío del príncipe.

-Parece magia, pero de alguna forma tiene una explicación, es como si él supiera más cosas que cualquiera en el reino.- la sanadora señaló un dibujo de vasos circulares.- mira, es  similar a como se produce el alcohol que nos envían de otro reino para evitar infecciones.

-Él ha viajado a muchos reinos, debe ser eso.- le contestó el joven observando sus dibujos, en realidad  no entendía que le mostraba pero notó que la joven era una buena artista.

-Aún así no deberías visitarlo así- la regañó.- no quiero volverte a ver haciendo esto o le diré a los sanadores.

-Entiendo.- le dijo la chica.- iré a mi habitación.

-Descansa Regina.- susurró el joven.

La chica hizo una reverencia y siguió su camino por las sombras hacia su habitación dejando al heredero en el pasillo.


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Distintos horizontes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora