Prólogo

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Había sido una reunión larga la que se llevó a cabo esa noche en el castillo. En el cuarto de los reyes una mujer de aspecto elegante mecía a su primogénito en sus brazos intentando que se durmiera.

La puerta de la habitación se abrió repentinamente y por ella entró una doncella.

-Majestad, lamentó interrumpirla, pero el rey solicitó su presencia en el salón del trono con urgencia.- le dijo la doncella muy nerviosa.

La reina salió corriendo de la habitación con su hijo en brazos y siguió  a la mujer hasta llegar a la sala del trono.

En la habitación se encontraba su esposo sentado en el trono con una mirada seria que escondía su nerviosismo.

-Mi reina, ella es una bruja que ha servido a mi familia por años. -explicó el rey señalando a una anciana con una larga capa y ropa rasgada.- Tiene algo que decirnos.

-He visto, sangre, la sangre del heredero que tanto buscaron y ahora tienen en sus brazos, lo vi, será derramada por la bestia de la montaña, a su corta edad perecerá, en su reinado, veo a la gran bestia en la oscuridad acercándose al joven y destrozandolo.- balbuceó la anciana.

La reina no se preocupó ya que no creía en las profecías, pero sabía que en este reino si creían en eso y respetaba la opinión de su esposo sobre esos temas, algo de lo que se arrepentiría días más tarde cuando un guardia le anunció la muerte del rey por la bestia de la montaña.

Distintos horizontes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora