17. Una confesión

14 5 0
                                    

Nadie tiene que hacerme saber que salir corriendo tras la respuesta esperada se coloca como una de las peores decisiones de la chica en cualquier historia de romance

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Nadie tiene que hacerme saber que salir corriendo tras la respuesta esperada se coloca como una de las peores decisiones de la chica en cualquier historia de romance.

Tras haber formulado aquella pregunta y escuchar las palabras salida de los labios de Samuel, salí huyendo deliberadamente, dejando al chico severamente perplejo. No volteé a verlo, pero lo conocía lo suficiente para aseverar tal acusación.

Esa noche, al llegar a casa, pasé de rápido a través de la sala. Saludé a mi mamá, a mi tía Hermila y subí las escaleras. El sonido de mis latidos retumbaba hasta mis oídos. ¿Qué fue eso? ¿Por qué corrí? Algo estaba claro. Tenía un gran respeto por Samuel. Lo quería demasiado. Los meses que convivimos solo hicieron que mis sentimientos por él evolucionasen a tal magnitud que la chispa que apenas nacía en mi estómago se extendiese a mis pies, a mis brazos, a mis uñas o a mi corazón.

¿Estar emocionada me convertía en una mala amiga?

Mi fidelidad estaba con Lucía. Ni por un millón de dólares la lastimaría de algún modo.

Sabía cuál era el siguiente paso. Conversar con ella. Como personas maduras.

― ¡Kiki! ―Salté de alegría cuando vi a la gata entrar por mi ventana―. ¡Le gusto a Samuel! ¿Puedes creerlo? ―le pregunté a la par que la cargué de los brazos―. ¿Qué si estoy feliz? ¡Sí! ¡Sumamente feliz! Ahora sí puedo decirte que Samuel es lo más cercano a los chicos de mis libros. Lo malo es que en unos meses se tiene que ir, eso dijo. ¿Crees en las relaciones a distancia?

Kiki maulló y la dejé en el suelo.

Volví a saltar emocionada y tiré mi cuerpo de espaldas a la cama de mi tía Hermila. ―Samuel como mi personaje favorito. Tal vez tener ese libro fue el anuncio de que lo conocería. ¿Estamos destinados, Kiki?

Y recapitulé los eventos en los que me vi envuelta los últimos meses. Samuel tenía razón. Solo cuando estamos al final del camino y miramos hacia atrás, nos damos cuenta del por qué y para qué, las cosas sucedieron como lo hicieron.

― ¡Dios! Gracias Diosito por darme a mí y a mi familia esta bendición de la estabilidad. En serio, estoy feliz. ―Sonreí―. Estoy feliz. Temo que la felicidad se desborde porque no me cabe en el interior. Amo a mi mamá, amo a mi hermana, a Abby, a mi tía Hermila, a la señora Rosy, a Lucía, a Felipe y a Samuel. Por favor, diosito, has que vivan muchísimos años más.

 Por favor, diosito, has que vivan muchísimos años más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Por un deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora