El muro

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No consigo entender porque me comporto así.
Por no querer volver a ese dolor me obligo a construir un muro dentro de mí para no permitirme sentir nada por ningún otro chico.
Para no volver a ese pozo. Para no volver a hacerme daño con mis propias manos.
Pero en cuanto estoy frente a él me olvido de todo, el muro tiembla, se agrieta. Utilizas tus ojos como arma y ahí me tienes, con las piernas temblando y mi alma exaltada. Con tu mano apunto de rozar la mía, tú sin saber lo que hay en mi cabeza y yo intentando que jamas lo sepas. Por miedo.
Porque intento evitar sentir y aún así la ansiedad me golpea. Porque intento huir de ti y aún así mis ojos te buscan para encontrarse con los tuyos. Y me pierdo.

Me dejo llevar por a saber qué, y las voces ajenas llegan para recordarme que debo mantener el muro intacto, levantado. Pero es tarde. Porque cada ladrillo que ha caído ya duele, porque tus ojos claros golpearon mi pecho, y tus palabras bonitas se convirtieron en veneno.
Y ahora tu huyes, y ahora yo me escondo.
Y ahora tú me preguntas si estoy bien, si ha empezado a llover. Y ahora yo respondo pero en mis ojos se refleja la mentira. Y los escondo.

Hacer como si nada solo me lleva a otra guerra que bombardea el muro. Pero yo, acostumbrado a las tormentas, me resisto a no caer. Aunque duela mantenerse de pie, aunque las uñas se claven en las palmas de mi mano, aunque el muro sea golpeado una y otra vez, aunque la noche se convierta en mi pesadilla y en mi cabeza resida el color de tus ojos.

Diario de un DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora