CAPITULO XI

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El descenso hasta el tercer piso de la mazmorra transcurrió sin ninguna complicación.

No había nada nuevo o interesante. El mismo olor a humedad y los repetitivos fuegos sin ninguna especie de sentido iluminaban el interior.

Un leve resbalón de Dante provocó que cayera sentado en uno de los escalones. Eso no influyó mucho, excepto en la incesante risa de Morgana.

Una vez abajo, se encontraron con algo que no les agradó mucho el día, o la noche...

Un cúmulo de huesos humanos yacía esperándolos. Pertenecientes a un aventurero de antaño, debían llevar alrededor de diez años ahí tirados, pero, algo brillaba entre los huesos.

Dante, sin ningún tipo de remordimiento, comenzó a revisar la pila de huesos buscando la fuente del brillo.

-Oye Dan... No deberías hacer eso- comentó Morgana con nerviosismo al notar lo que hacía su compañero.

-Tranquila, no creo que lo necesite- dijo admirando un anillo que acababa de tomar.

-Deja eso- ordenó ella -estás faltando al respeto al aventurero fallecido.

-Ya lo dije antes, él no lo necesitará- hizo una pausa para contemplar la cara de Morgana -si no quieres hacerle compañía en el otro mundo, necesitarás todo lo que puedas conseguir, sin importar la fuente de donde proviene.

-Sí, pero...

-Sin peros- hizo un gesto negativo con la cabeza -no quiero que mueras aquí. Tienes mucho futuro por delante.

-Solo tengo un futuro si lo comparto contigo- dijo rápidamente para luego ruborizarse y desviar la mirada.

-Yo también quiero compartir mi futuro contigo... Aunque, deberías relajarte un poco... Se vuelve un poco incómodo si vives ruborizándote- añadió rascando la parte trasera de su cabeza.

"Nunca sé en realidad a qué se refiere" pensaba ella con una mezcla de melancolía y pasión mientras Dante se acercaba a ella.

Con su galante caminar acortaba la distancia entre ellos. Morgana lo miraba de reojo, no se atrevía a hacerlo directamente, pero este se acercaba cada vez más.

...

...

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Mientras tanto, en el primer piso, la pelea entre Frantz y el Gnoll había comenzado...

Los hachazos del hombre eran eludidos con facilidad, aunque él solo estaba midiendo la fuerza de su enemigo. Aumentaba la velocidad poco a poco cada vez que atacaba y era eludido. El problema de esta técnica era que el enemigo también se iba acostumbrando a los ataques y aunque los evadía bastante fácil, comenzaba a aburrirse de la pelea.

Con ganas de volver interesante su combate, el Gnoll saltó hacia su enemigo mientras este reincorporaba su hacha de carga. Parecía que lo había tomado por sorpresa, pero fue justo lo que Frantz esperaba.

Esta vez, utilizó toda su fuerza para reincorporarse al combate, lanzando por el aire al Gnoll con un contundente golpe en la zona de sus costillas. Un par de ellas se rompieron, por lo cual se escuchó un aullido de dolor.

La sonrisa de Frantz confirmaba su confianza. Sabía que había ganado, estaba totalmente seguro de su victoria.

Los ojos comenzaron a pesarle, sus párpados caían lentamente y sus piernas perdieron su fuerza.

Cayó arrodillado al suelo. Miró a su enemigo y sonrió. El veneno de sus garras le estaba haciendo efecto.

...

...

...

-Dan, ¿por qué te acercas tanto?- preguntó Morgana ya recostada a una pared. El frío recorría su espalda, pero el calor de su cara lo contrarrestaba. Estaba mucho más roja que nunca.

-Mory, me he dado cuenta de que hay algo que quieres hace mucho tiempo- añadía Dante mientras se acercaba lentamente. -solo quiero darte eso que quieres, para que seas feliz.

-Dan, ¿a qué viene todo esto?

-Mory, seamos sinceros, estamos en una aventura imposible. Lo más probable es que terminemos muertos, o peor, que solo uno muera y que el otro viva con la culpa. No tenemos mucho tiempo para andar con rodeos.

-Tienes razón, Dan- afirmó una vez Dante estuvo cerca de ella -no deberíamos estar perdiendo el tiempo- justo después de eso, ella se acercó lentamente a su cara.

Sus cuerpos se acercaban lentamente. Las respiraciones chocaban en el aire y sus ojos se hallaban enfocados en los del otro. Ninguno quería alejarse. El momento sería mejor mientras más durase.

Una de las manos de Dante asió a Morgana de la cintura hasta que sus cuerpos quedaron pegados. Ella acarició con ambas manos las mejillas del chico. Ambos llevaban tiempo deseándolo. Se les notaba en la mirada.

Los labios de Morgana se entreabrieron y sus ojos comenzaron a cerrarse despacio mientras inclinaba la cabeza. Dante ladeó la suya hacia el lado contrario mientras se acercaba hasta casi rozar sus labios. En ese instante, se detuvo.

Sus respiraciones chocaban tan intensamente que podía parecer que estaban tratando de no ahogarse. Ahí fue cuando sucedió, todo en una fracción de segundo.

Dante cerró los ojos, pero sus párpados hicieron fuerza contra ellos. Morgana, pensando que él no quería iniciar el beso, se lanzó ella hacia su boca. En el momento exacto en el que sus labios se tocaron, Dante abrió los ojos.

Sus ojos color miel de antes se habían vuelto azules claros, cosa que hubiera sorprendido bastante a Morgana si llegara a tener los ojos abiertos.

Inmediatamente se despegó de la chica que lo besaba y limpió sus labios con el dorso de su mano.

Morgana, atónita, intentó articular alguna palabra, pero la frase de su compañero la dejó aún más estupefacta.

-¡Soy libre!¡Por fin libre!- dijo Dante, pero su voz no era la misma de siempre. Parecía salida de lo profundo del infierno. Tan grave y profunda que hacía eco a su alrededor.

-¡Por fin un cuerpo resistente!¡Sí!¡Soy libre de nuevo!¡Tiemblen, ciudadanos de Anhkara, Joule el destructor de capitales está de vuelta!

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⏰ Última actualización: Aug 24 ⏰

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