CAPÍTULO II

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Los nervios durante la entrevista no se hicieron esperar, tan pronto como empezaron a hacer preguntas ya Morgana estaba tartamudeando. Con algunos inconvenientes, lograron pasar por las estrictas revisiones y concesiones que requería el entrar a Anhkara.

El Sol golpeaba cruelmente sobre sus cuerpos, irradiando la mayor cantidad de luz posible ese mediodía. El calor se sentía en el ambiente, pero ellos se sentían refrescados tras salir de la interminable fila.

-Menos mal- dijo secando el sudor de su frente -pensé que nunca saldríamos de allí.

-Si Dan, yo también lo considero extenuante- aclaró con una voz dulce y complaciente.

-¿A dónde vamos primero?

-A donde quieras- respondió sonriente.

-Está bien. Primero vamos a buscar una habitación de posada para pasar la...- ese diálogo fue entrecortado por el repentino choque de Dante con un extraño de cabellos blancos como el hueso y una chaqueta azul oscuro.

-Lo lamento- se disculpó Dante -debo prestar más atención a mi caminar.

-Tranquilo, no fue tu culpa- exoneró el extrañó.

El encapuchado continuó su camino y ellos hicieron lo propio, pero no sin antes de un rápido intercambio de miradas entre Morgana y el encapuchado.

-No me cayó bien- comentó Morgana.

-Pero, si no te hizo nada.

-Parecía querer juzgarme con la mirada. Eso no me gusta ni un poco.

-Bueno, esas son cosas tuyas.

-¿Cuál fue tu impresión sobre él?

-Nada en especial.

Entraron a la posada para hospedarse, con suerte no le cobrarían tanto por una noche. Al llamar a la posadera, apareció una mujer de unos 25 años con un paño que le rodeaba el pelo.

-¿Qué desean, estimados clientes?- preguntó ella con una voz dulce, pero un poco forzada.

Al notar que Dante no respondía, Morgana decidió hablar.

-Buscamos un lugar donde pasar esta noche.

-Habéis venido al lugar correcto. Esta es la posada con mayor privacidad, silencio y paz de toda la ciudad.

-Me suena a comercial- susurró Dante en el oído de Morgana

-No la interrumpas- regañó ella con el mismo tono.

-En fin... ¿Por cuántas noches se quedarán?

-Solo por una noche- aclaró Dante. Miró a los ojos a Morgana y continuó -tenemos cosas importantes que hacer.

-¿Qué edades tenéis?- arqueó la ceja.

-Yo diecisiete- aclaró Dante, también con la ceja levantada.

-Y yo quin...

-Dieciseis- interrumpió Dante, apretando ligeramente el brazo de Morgana.

-Mjm... Bueno, si ustedes lo dicen...
Hubo un profundo silencio, marcado por la presión de la mirada de la posadera sobre ellos. Se acercó al oído de Dante y susurró:

-Los entiendo, a su edad yo también hacía esas cosas con mi novio.

Dante intentó hablar, pero su voz fue opacada por el tirón dado a la puerta por un hombre corpulento, un hombre que ellos ya conocían.

-Hola Frantz- saludó amistosamente Morgana.

-Hola chicos, no imaginé que también buscaran hospedaje aquí. ¿Vinieron a la ciudad por lo de la entrada?- preguntó en un tono más discreto.

-Ese no es un tema para hablar en un lugar tan público. Mejor subamos a la habitación- sugirió Dante mirando a su alrededor cautelosamente.

-No te preocupes niño. Ya estoy acostumbrada a escuchar conversaciones como esa. Todo el que viene a esta ciudad está al menos interesado en la entrada que descubrieron aquí. Esa vieja mazmorra, todos creen que es Ankara, la ciudad donde escondieron la Gema de la Creación. Son puros cuentos infantiles.

-Mi padre desapareció buscando esa gema, todos creen que murió, pero yo sé que no fue así.

La Gema de la CreaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora