CAPITULO V

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La luz del Sol bañaba las hojas de las plantas. Las gotas de rocío de las flores caían de sus pétalos como plumas de las alas de un ave descarriada. Una mariposa volaba plácidamente con la luz del alba a sus espaldas sin interrumpir el curso de la vida y la muerte.

Pero, la luz del alba no solo bañaba las cerúleas alas de la mariposa mientras vivía su vida sin contratiempos, sino que también bañaba, por igual, a los que sí tenían una vida problemática. A personas comunes como Dante y Morgana.

En la ciudad de Anhkara solamente destacaban dos construcciones imponentes. El castillo, ubicado en el centro de la ciudad, era tan antiguo como la misma Anhkara. Fue construido puramente con materiales raros como mármoles y cuarcitas. Los muros que la rodeaban imponían respeto y daban la sensación de estricta seguridad y aprisionamiento.

Además del castillo, había otra colosal estructura digna de admiración. Las paredes de basalto y granito negro amenazaban con tocar el cielo. Una puerta, tan monumental como las paredes, hecha de puro marfil rojo con una aldaba cromada, servía de entrada principal al enorme mausoleo adaptado para servir como base a los aventureros de la ciudad. Porque así era. Parados estaban ellos, de frente al Gremio de la ciudad.

-¿Estás lista Mory?

-Eso creo- dijo con timidez.

Un fulgor intenso proveniente de dentro del Gremio llamó su atención. No sabían que estaba pasando dentro, pero, por alguna razón, no querían averiguarlo.

Los impulsos de Dante por abrir la puerta se detuvieron casi al instante que pudo ver la luz que atravesaba el pequeño espacio entre ambas puertas. Sabía que un destello así solamente podía provocarlo algo con gran poder mágico. Una criatura de gran nivel con estadísticas terroríficas.

Quería abrir, pero sus instintos le pedían a gritos que no lo hiciera. Titubeó por un breve lapso de tiempo, el suficiente para que aquella incandescencia desapareciera por completo. Una vez abandonó el trance, abrió de golpe para llevarse una ingrata sorpresa.

El salón interior del Gremio, que servía como recepción, estaba amueblado con finura. Sillas talladas a mano por los mejores artesanos del mundo, reconocibles por el logotipo en la misma, mesas, también talladas con gran esfuerzo y dedicación por manos hábiles y experimentadas, e incluso vitrinas de madera noble con acabados en roble oscuro. En el sector central del salón, pegado a una pared, estaba un mostrador hecho con la misma madera y terminación. Una chica se encontraba en el mismo, de entre unos 20 y 25 años, de pelo largo y lacio, el brillante tono de negro en él recordaba a la mismísima noche. Sus ojos, igual de brillantes que su cabello, eran en cambio color café. Recibió a los visitantes con una sonrisa amplia y sincera, o al menos eso aparentaba.

-Hola. Sean bienvenidos al Gremio de ciudad Anhkara. ¿En qué les puedo ayudar?

-Hola señorita- introdujo Morgana, ya que Dante estaba demasiado sorprendido para hablar -somos aventureros errantes. Hemos venido para cumplir algunas de las misiones sin contrato.

-Las misiones sin contrato están en la mitad derecha del tablón de anuncios, ordenadas según su dificultad de manera decreciente.

-Gracias por su ayuda- dijo Morgana haciendo una cordial reverencia.

Una vez leyeron cada una de las misiones, decidieron entrar a la mazmorra, tal vez fuese una decisión de la que se arrepentirían más adelante, pero eso no lo sabía nadie.

Mientras Dante y Morgana se veían intimidados por el haz de luz, dentro del Gremio estaban pasando cosas extrañas.

Atravesando un pequeño agujero en una de las paredes, un ente ingresó al salón antes descrito. Portaba seis espadas en sus respectivas fundas. Usaba una camisa confundible con la misma noche y unos pantalones color negro. Su pelo siempre estaba cubierto, ya que su color semejante al hueso lo hacía resaltar en la oscuridad donde intentaba refugiarse. Una mascarilla, también oscura, cubría su nariz y boca haciéndolo aún más difícil de reconocer.

Escabulléndose entre la penumbra, logró aprovechar un instante en el que la puerta de la mazmorra se abrió para incorporarse al interior de esta, pero, al abrirse la puerta, algo salió desde el interior, algo absurdamente poderoso.

...

...

...

Tras aceptar los "términos y condiciones" que se le imponían a cualquier persona que desease entrar en la mazmorra, Dante y Morgana, por fin, obtuvieron el permiso de acceso.

De pie frente a la puerta estaban ambos. No estaban seguros aún de lo que hacían, pero lo iban a hacer. Tomaron la mano del otro, buscando seguridad. Algo de lo que carecían antes, pero acababan de ganar con ese simple gesto. Dieron un paso adelante...

La Gema de la CreaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora