Capítulo 6

108 11 3
                                    

Elvira no había podido dormir, pensando en todo lo acontecido, no podía creer que su hija haya atentado en su contra, y no quería pensar cual hubiese sido su suerte si Fobo no hubiese llegado.

Él había pensado toda la noche sobre sus sentimientos y todo lo acontecido, la amaba demasiado como para presionarla aprovechándose de la situación y de la vulnerabilidad de ella en este momento, y mucho menos era capaz de dejarla sola sabiendo el peligro que corría. Así que decidió que lo mejor sería poner distancia, limitarse a ser su empleado como lo había hecho antes, aunque eso le duela en el alma.

Ya listos para ir a la mansión, en toda la mañana Fobo se había mostrado distante, solo se limitaba hacer sus funciones, tal cual como ella se lo pidió cuando él intentó alertarla sobre la maldad de su hija, recordaba cada una de las palabras que le dijo y lo mal que lo trató por defender a su hija la cual resultó ser todo lo que su hombre de confianza le advirtió.

Quiso hacerle conversa, pero al ver la indiferencia de él, prefirió guardar silencio; nunca pensó que esa distancia que Fobo estaba marcando entre los dos le dolería tanto.

En la mansión estaban preocupados por Elvira incluyendo los Robles, que se habían quedado a pasar la noche en la mansión porque Eder quería compartir con ellos.

Mireya: Doña Elvira no ha llegado

Paz: No, eso es muy raro en ella.

Mireya: Y si Ginebra le hizo algo.

Lupita: Ni lo menciones hija, Dios guarde a doña Elvira de la maldad de su propia hija.

Mientras tanto Humberto, Kenso y Nandy al llegar a la empresa y notaron que había un pequeño alboroto y no sabían por qué.

Kenso: ¿Qué habrá pasado?

Nandy: No lo sé, pero vamos a ver.

Cuando se acercaron a la oficina de Elvira vieron que el vidrio estaba cuarteado por un impacto de bala.

Humberto: Doña Elvira – de inmediato llamó a Esteban y le preguntó – Esteban, ¿doña Elvira está en la mansión?

Esteban: No ha llegado todavía.

Humberto: Primo, la oficina de doña Elvira tiene impactos de balas.

Esteban: ¡QUE!

Todos estaban en la sala excepto los niños y notaron la preocupación de Esteban - ¿Qué pasa papá?

Esteban: ¿Su Yaya los ha llamado?

Bosco y Gala: No

Bosco: ¿Qué pasó con mi yaya? – Esteban no les quería decir nada, pero la imprudencia de Mendoza hizo que se enteraran.

Mendoza: Don Esteban, recibimos informes que la oficina de doña Elvira se encontraron varios impactos de balas.

Los hijos de Esteban comenzaron a gritar y llorar, querían salir corriendo a buscar a su yaya

Esteban: Hijos tranquilos, yo hablé anoche con su yaya y estaba bien.

Bosco estaba marcando a su yaya, y al ver que no le respondía quiso salir de la mansión, pero Esteban lo detuvo, pero desesperado se fue a su cuarto, necesitaba saber que ella estaba bien, no quería perderla como perdió a su mamá, Pedro Pablo lo siguió al verlo tan mal lo abrazó dándole consuelo.

Pepa: Tranquilo Bos, estoy seguro que doña Elvira está bien.

Bosco: No quiero perder a mi yaya.

Pepa: No la vas a perder, tranquilo.

Mientras tanto Elvira iba en el carro con Fobo en un total silencio. Tratarla como antes del acercamiento que tuvo, era una tortura que dolía demasiado, Fobo se odiaba a si mismo por tratarla como lo estaba haciendo, él no quería ignorarla, no quería ser indiferente con ella y se sintió como un canalla cuando ella quiso conversar y él marcó distancia.

Tenía un nudo en la garganta y sus ojos estaban rojos, miró por el retrovisor para verla de manera disimulada si estaba bien, pero ella estaba cabizbaja y una lagrima corría por su mejilla.

Esa lagrima lo descolocó, parqueó el carro se bajó y fue donde estaba ella – Perdóneme.

Elvira: Si ya no quieres estar a mi lado.

Fobo: No.

Elvira: Eres libre de irte cuando lo desees, yo no supe valorarte, te traté mal, no merecías las cosas que te dije – lo miró a los ojos – merezco tu indiferencia – varias lagrimas corrieron por las mejillas de ella – muy tarde me di cuenta de lo importante que eres para mí.

Fobo: Elvira

Elvira: Cuando estemos en la mansión preparé tu liquidación.

Fobo: No voy a irme a ningún lado.

Elvira: Yo sé que merezco tu distanciamiento, pero me duele que me trates así y lo mejor es que – no pudo terminar la frase porque los labios de él rozaron con los suyos fundiéndose en un largo beso al cual ella correspondió planamente. Un casto beso que se comenzó a tornar profundo, lleno ansias de saciar el hambre retrasada de tenerse el uno al otro.   

Señora hermosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora