capitulo 12

26 4 2
                                    

Capítulo 12

Perspectiva de Kagome.

Llegué al trabajo de Kikyo, bajé de mi auto para entrar, pero no di muchos pasos cuando vi a Kikyo corriendo hacia mí.

- ¡Kagome, por Kami! ¿Cómo está mi pequeño Sota? Las chicas me contaron. ¿Está bien? ¿Qué le pasó? ¿Qué le duele? ¿Está en la casa? ¿Lloró mucho?

- Kikyo, calma. Tranquila, él está bien.

- ¿De verdad?

- Sí, de verdad.

- ¡Oh, gracias a Dios que está bien!

- Sí, yo también me asusté, pero está bien. Ya está en la casa.

- Bien, vamos al templo a verlo, ¿sí?

- Sí, vamos, pero primero tenemos que hablar.

- ¿Sobre él?

- Sí, sobre ese idiota.

Vi cómo soltó un suspiro.

- Está bien, vamos.

- ¿Y dónde están las chicas?

- Aquí.

Se acercaron a nosotras.

- Hola, chicas.

- Hola, Kag. - dijeron al unísono.

- Koshó, Asuka, ¿ustedes van al templo?

- Claro, Kag. Vamos a ver al pequeño Sota.

- Bien, Kikyo y yo vamos a llegar más tarde, ¿sí?

- Ok, nos vemos después.

- Sí, nos vemos después, chicas.

Las cuatro salimos del trabajo de Kikyo y nos fuimos cada una en sus autos, excepto Kikyo, ya que ella se fue conmigo. Llegamos a una cafetería y nos sentamos. Pedimos unos cafés.

- Y bien, Kag, ¿Cómo te fue?

- Bien, Kikyo. Al parecer, Inuyasha se creyó la mentira.

- ¿Y en qué quedaron?

- Los vamos a ver mañana en el parque. Ahí voy a dar el segundo paso para que él no quiera que me vaya con él, ya sabes.

- Sí, comprendo. Pero, ¿tú crees que él quiera seguir contigo cuando vea que no puede llevarte a su cama?

- No lo sé, Kikyo, pero es un riesgo que pienso correr. Y si al final no sale como quiero, fácil le digo a Naraku y a Sango que le den la paliza de su vida. - la vi sonreír, pero no fue una sonrisa sincera. - Kikyo, él se merece que pague por lo que te hizo. Así como él te humilló, él será humillado. No sientas pena por él.

- Lo sé, pero es muy difícil, Kag. Yo de verdad me enamoré de él.

- Y a él le importó una mierda.

Vi cómo agachó la cabeza.

- Ah, no, no, Kikyo. Ni una lágrima por ese idiota, ¿me oyes? Él no merece ni una lágrima tuya. - le dije mientras me acercaba a ella y la abrazaba, susurrándole. - Kikyo, tú vales oro. No te hagas menos por nadie, ¿sí?

- Sí, Kag, tienes razón. - me respondió regalándome una sonrisa verdadera.

- Así te quiero ver siempre, mi Kikis, feliz como siempre lo has sido.

- Gracias, Kag por siempre estar ahí para mí.

- Claro que sí, tontita. - le dije dándole un beso en la mejilla para volver a mi lugar. - Y dime, ¿Cómo te fue con Naraku?

- ¿Naraku?

- Sí, te viste hoy con él, ¿no?

- Sí, pero solo hablamos como dos grandes amigos, Kag. No pienses otra cosa.

- ¿Qué? Pero si yo no dije nada, fuiste tú la que lo dijo.

- Ay, Kag, sí que eres insoportable.

- Lo sé, pero aún así me amas. - le guiñé el ojo.

- Ay, Kag, ¿Qué haré contigo?

- Quererme, pues, ¿Qué más?

- Bien, será mejor ya irnos al templo. Quiero ver a mi niño.

- Vale, pero, ¿no quieres saber más sobre lo demás?.

- No, Kag, por favor, trata de contarme lo menos posible, ¿sí?

- Está bien, como tú quieras, hermana.

Pagué la cuenta y nos fuimos al templo.

Perspectiva de Sango.

- Oh, eso es muy admirable de tu parte, Miroku.

- No es para tanto, Sango. Solo pongo un granito de arena, nada más.

- Es más que eso, Miroku. Mucha gente no haría lo que tú haces. La mayoría preferiría gastar su dinero en otras cosas, no sé, lujos, fiestas, cualquier cosa, pero tú haces algo muy bonito y eso es de admirar.

- Por favor, Sango, me apenas.

- ¿Por qué? Solo digo la verdad. ¿Y cómo se llama?

- Pues, se llama...

No alcanzó a contestar porque su celular sonó.

- Oh, perdón, tengo que contestar.

- Claro.

- Hola, amigo.

- Miroku, necesito que me ayudes con la lista.

- ¿Pero no la ibas a hacer tú hoy en la tarde?

- Sí, pero no alcancé, así que ven y ayúdame.

- Está bien, ahí voy.

- Ok, adiós.

Colgó su teléfono.

- Sango, me temo que tendré que irme.

- ¿Pasó algo malo?

- No, es solo que mi amigo necesita de mi ayuda con algo.

- Está bien, no hay problema.

- ¿Quieres que te deje en algún lado?

- No, gracias, no te preocupes. Ando en mi auto, lo dejé al frente.

- Ah, ok. Sango...

- Sí, dime.

- ¿Me darías tu número de teléfono para invitarte a salir?

- ¿A mí?

- Claro.

- Está bien.

- Perfecto.

Le di mi número y él el suyo. Después, él pagó la cuenta y me acompañó a mi auto.

- Bien, señorita, llegó sana y salva a su auto.

- Muchas gracias, Miroku. Me divertí mucho contigo.

- Y yo contigo, Sango.

Nos despedimos, pero con la clara promesa de que nos íbamos a llamar para vernos de nuevo.

Continuará...

Si llegaron hasta aquí, gracias :)

Crédito de la ortografía a la bella autora cbt1996. ¡Gracias, linda!

No por El Donde viven las historias. Descúbrelo ahora