yo te amo Naruto

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Luego de que Naruto aprendiera muchos de los secretos del clan Uzumaki, salió de la biblioteca con una nueva determinación. Con pasos firmes, caminó hasta salir de la frontera del Remolino. Era como si emergiera de las sombras, apareciendo de entre la neblina que rodeaba la frontera.

Allí, tres personas lo estaban esperando. Una de ellas era Haruka. Los otros dos eran personas de madera, con ojos rojos y símbolos tallados en cada parte de sus cuerpos de madera, exudando una presencia antigua y poderosa. Junto a ellos estaba Ponta, el pequeño zorro que había acompañado a Naruto durante su tiempo en el mar. Ponta corrió hacia él, frotándose contra su pierna en un gesto de bienvenida para luego subir a su hombro.

—Naruto —dijo Haruka, su voz tranquila pero llena de expectativa—. Veo que has encontrado lo que buscabas.

Naruto asintió, su expresión seria y resuelta.

—Sí, he aprendido mucho más de lo que imaginaba. Ahora es el momento de actuar.

Haruka sonrió ligeramente, asintiendo. Los dos seres de madera permanecían en silencio, sus ojos rojos fijos en Naruto, como si estuvieran evaluando su poder y determinación.

Naruto los observó con detenimiento, reconociendo la importancia de su presencia.

—Bien, entonces vayamos al grano. Hay mucho por hacer y el tiempo es crucial.

Con esa determinación, Naruto y su grupo comenzaron a avanzar, dejando atrás las ruinas del Remolino. Sabía que el camino que tenía por delante no sería fácil, pero con el conocimiento y el poder que había adquirido, estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

Naruto se dirigió primero a la Aldea Oculta de la Nube, decidido a enfrentar al Raikage y capturar a la Bestia de Ocho Colas. Antes de partir, le había dado instrucciones claras a Haruka: vigilar a Orochimaru y llevarlo junto con la cabeza de Hidan a alguna de las guaridas de Orochimaru. Con su plan en marcha, Naruto emprendió su viaje con una determinación férrea.

Mientras tanto, en la Aldea de la Hoja, Tsunade seguía preocupada. Los Kages se preparaban para otra cumbre, donde tomarían una decisión definitiva sobre cómo manejar la amenaza de Tobi. La presión aumentaba con cada día que pasaba sin noticias de Naruto, y la tensión era palpable en la aldea.

En el tiempo que Naruto había pasado en la biblioteca, Sasuke ya había tenido su pelea final con su hermano Itachi. La batalla había culminado con la muerte de Itachi, y Tobi había trasplantado los ojos de Itachi a Sasuke, otorgándole el poder del Mangekyō Sharingan eterno. Tobi también había revelado la verdad sobre el sacrificio de Itachi por la aldea, lo que llenó a Sasuke de una sed de venganza y una determinación renovada para destruir Konoha en nombre de su hermano.

Con los Kages dirigiéndose a la cumbre, cada uno con sus propios intereses y preocupaciones, el mundo shinobi se encontraba en un estado de incertidumbre y tensión. Las decisiones que tomarían en la cumbre podrían cambiar el curso de los eventos, y Tsunade sabía que el tiempo se estaba agotando.

Naruto, por su parte, avanzaba con rapidez hacia la Aldea de la Nube, su mente enfocada en su objetivo. Estaba dispuesto a enfrentarse al Raikage y a capturar la Bestia de Ocho Colas, sabiendo que cada paso lo acercaba más a su venganza y al poder que necesitaba para llevar a cabo su plan.

Al llegar a la Aldea de la Nube, Naruto se preparó para el enfrentamiento. Sabía que el Raikage sería un oponente formidable, pero estaba listo para usar todo lo que había aprendido en la biblioteca y demostrar que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para lograr sus objetivos.

Hhhhhhhhh

Naruto avanzó y en medio camino se topó con el Raikage y sus guardaespaldas. Intercambiaron algunas palabras, pero pronto comenzaron a pelear. La batalla fue devastadora, tanto que llamó la atención del grupo de Sakura, que tardó en llegar pero apareció en la escena. Sin embargo, no pudieron intervenir, ya que era evidente la magnitud del enfrentamiento que se desarrollaba frente a ellos.

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