reencuentro salvaje

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A medida que la batalla continuaba, el eco de las decisiones pasadas y los caminos elegidos se entrelazaban, llevando a todos hacia un destino incierto, donde las sombras del pasado y las esperanzas del futuro se enfrentarían en la lucha por el alma de Naruto.

La batalla en el campo seguía con una intensidad abrumadora. A cada segundo, el terreno se teñía de sangre, el aire se cargaba de gritos y explosiones, y la tensión crecía entre los ninjas de la alianza shinobi. Sin embargo, mientras Sakura y los demás médicos trabajaban sin descanso, el dolor y el sufrimiento los rodeaban. Cada herido que trataban era una vida más que colgaba de un hilo, y la presión en los hombros de Sakura aumentaba con cada minuto.

"¡Resiste un poco más, casi terminamos aquí!", le dijo Sakura a un joven shinobi que había sido herido gravemente en el abdomen. Pero en su mente, las palabras de Ino resonaban: Naruto aún estaba ahí, en algún lugar, perdido entre las sombras de lo que había sido.

Cerca del frente de batalla, Shikamaru jadeaba mientras trataba de analizar la situación. "Esto es un infierno", murmuró. Kakashi, a su lado, mantenía su máscara de calma habitual, pero incluso él estaba preocupado.

"Shikamaru, debemos mantener nuestras fuerzas. Si perdemos el control aquí, no habrá vuelta atrás", le advirtió Kakashi, con la mirada fija en los enemigos que seguían atacando.

"Lo sé", respondió Shikamaru, "pero es solo cuestión de tiempo antes de que enfrentemos algo que no podamos manejar".

De repente, un movimiento entre las sombras llamó la atención de Kakashi. No era un enemigo revivido, ni un zetsu blanco. Era alguien observando la batalla. A lo lejos, oculto entre los árboles, estaba Orochimaru, observando con una mirada que revelaba que algo más estaba por venir.

"¿Qué está haciendo él aquí?", preguntó Kakashi, aunque sabía que Orochimaru nunca hacía nada sin una razón.

Shikamaru también lo notó, pero no dijo nada. Solo una cosa estaba clara: si Orochimaru estaba interesado, eso significaba que algo mucho más grande estaba por suceder.

A unos metros de distancia, Guy continuaba luchando con energía desbordante, aunque incluso él sabía que la batalla estaba lejos de terminar. "¡Sigamos empujando, todos! ¡No podemos rendirnos ahora!" gritó, tratando de mantener el espíritu de sus compañeros alto.

Pero mientras la batalla seguía, en el fondo del campo, algo más grande se estaba gestando. Orochimaru seguía observando, calculando. No podía intervenir aún, pero pronto lo haría. Y cuando lo hiciera, el rumbo de la guerra cambiaría drásticamente.

Al mismo tiempo, en el cuartel de la aldea, los Kages recibían noticias del campo. El Raikage, siempre impaciente, golpeaba la mesa. "¿Cómo es posible que Naruto haya aparecido y no tengamos control sobre él?"

Tsunade, con una expresión más serena, miraba el reporte. "No sabemos qué está pasando dentro de Naruto, pero no podemos perder la esperanza. Sakura y los demás tienen que encontrar una forma de traerlo de vuelta antes de que sea demasiado tarde."

En medio del caos del campo de batalla, la aparición de monstruos desató el pánico. Shinobis y zetsus blancos, que hasta ahora habían estado enfrascados en una guerra brutal, se encontraron repentinamente luchando por sus vidas contra estas nuevas y temibles criaturas. Los monstruos no hacían distinciones: atacaban a cualquiera a su paso, destruyendo todo a su alrededor con una fuerza devastadora.

En la espalda de uno de los monstruos más grandes, Haruka se mantenía firme, observando el caos con una mirada fría y determinada. A su lado, los muñecos de ojos rojos, equipados con armas letales, se lanzaban al ataque contra los shinobis, eliminando a cualquiera que se interpusiera en su camino con movimientos rápidos y precisos.

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