Jojo's Bizarre Adventure Collection

4: Pokemon and Sailor Moon

Autor: corsica

Pareja: Jotaro x Kakyoin

Palabras: 1966

Advertencias: Ninguna

Original: https://archiveofourown.org/works/1030715/chapters/2090324

Resumen
La nostalgia golpea incluso al más decidido.

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"¿Una rata usuaria de stand?"

"Sí". dijo Jotaro, ajustándose tanto el sombrero como el auricular del teléfono, "Eran bastante molestas. Casi me derriten la maldita mano. Aunque Josuke hizo un buen trabajo eliminándolas. Se ha vuelto más competente".

"¿Alguna novedad sobre la flecha de stands?"

Jotaro dio un suspiro frustrado: "No, nada nuevo. He estado atento, pero últimamente no ha pasado nada. Te mantendré informado lo mejor que pueda". Jotaro se recostó en la silla, frustrado: "¿Qué es ese ruido de fondo?".

"Jolyne está viendo Pokemon. Ha habido una especie de fuga de gas en su colegio, así que han tenido que cerrarlo por el momento. No para de preguntar por ti; te dije que deberíamos haber ido contigo".

Jotaro cerró los ojos y se frotó una sien. "No quería que ella o tú se vieran implicados y salieran heridos. No necesitas otro agujero en tu cuerpo. Volveré cuando acabe con esto. Dile que iremos a Disney World cuando vuelva".

Oyó a Kakyoin haciendo un zumbido silencioso, casi ahogado por la televisión de fondo. "De acuerdo. Debe ser bastante tarde en Morioh. Deberías descansar un poco".

"Tengo que terminar de revisar estos informes. Te llamaré mañana. Dile a Jolyne lo de siempre".

"Mhm. La pondré al teléfono mañana, seguro que le gustará escucharte. Descansa un poco y vuelve con nosotros sano y salvo".

"Sí. Hablamos mañana". Jotaro colgó el teléfono y se pasó una mano por el pelo mientras miraba las investigaciones desordenadas esparcidas por el escritorio del hotel.

Su mente se agitaba con pensamientos contradictorios y frustrantes mientras intentaba hacer algo de trabajo, pero fue en vano. Suspiró irritado y se ajustó la gorra, levantándose bruscamente de la silla y cogiendo la llave del hotel.

Necesitaba un poco de aire.

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El silencio que flotaba en el aire en torno al Morioh nocturno ayudó a aliviar un poco los pensamientos de Jotaro. Apenas tenía idea de adónde iba, simplemente quería despejar sus pensamientos lejos de su hija.

Va a crecer odiándome. Jotaro se quitó el sombrero y se pasó una mano por el pelo-. Al menos la mantendrá al margen de todo este asunto. A Kakyoin también.

Por muy competente que Jotaro supiera que Kakyoin era cuidando de sí mismo, mantenerlo alejado sería lo mejor. Casi lo habían matado en Egipto, cuanto más lejos (y segura) mantuviera a su familia, mejor.

Aún así. Estaban a un continente y medio de distancia, en Florida, y Jotaro aún era lo bastante humano como para sentir cierta punzada de nostalgia.

Siguió vagando sin rumbo por Morioh, antes de llegar a un pequeño parque, tenuemente iluminado por las farolas. Se dirigió hacia uno de los bancos de metal, se sentó y se arrebujó aún más en el abrigo, pues el aire nocturno era frío y viciado.

Suspiró y sacó la cartera, mirando una de las pocas fotos que habían hecho de Jolyne cuando era un bebé. Jotaro no entendía por qué le habían hecho más de un par de fotos, pero Kakyoin insistía en que le hicieran más de lo estrictamente necesario.