15: Positively

257 13 1
                                    

Autor: no_dignity_77

Pareja: Jotaro x Kakyoin

Palabras: 1817

Advertencias: Smut

Original: https://archiveofourown.org/works/37797490

Resumen
"Tírame del pelo", ordena Kakyoin, con voz espesa de placer.

━━━━━━━━━━━━

Jotaro ha oído la voz de Kakyoin áspera por la ira. La ha oído tensa por la urgencia, y los tonos profundos y ásperos que adopta cuando están en batalla, cuando grita a su enemigo y ordena a su stand que lo haga pedazos. También lo ha oído suave, uniforme y educado, o ligero e implorante, en los momentos de calma en trenes y barcos o en restaurantes, estudiando detenidamente el menú o ilustrando a Jotaro y sus compañeros con conocimientos mundanos.

Pero nunca, nunca la había oído así.

La voz de Kakyoin apenas se oye, flotante y entrecortada. Jotaro tiene que inclinarse y girar el oído para oírle bien. Su voz se quiebra cuando Jotaro empuja las caderas justo en el punto exacto, entrando en octavas más altas, un sonido tenso y tembloros.

Kakyoin suspira y gime de nuevo, el sonido es absolutamente divino, y los escalofríos recorren la espina dorsal de Jotaro y chisporrotean cuando llegan a su coxis. Jotaro gruñe, sin querer; el sonido se le escapa tras soltarse por los efectos de los dulces ruidos de Kakyoin.

Ya han sido incontables las veces que han liberado tensiones de este modo una vez llegados a sus alojamientos a lo largo del viaje, labios y manos y caderas chocando el uno contra el otro, los corazones latiendo más rápido y las bocas jadeando el aliento caliente de la piel del otro hasta saciarse. Sin embargo, la sensación de urgencia había disminuido, después de sus dos roces con la muerte en la noche en que se enfrentaron a Dio, y ahora en la noche anterior a su vuelo de regreso a Japón, la tensión nerviosa se había disuelto para dar paso a algo nuevo.

Ya no era la urgencia, sino algo como el deber o la indulgencia lo que obligaba a Jotaro a lanzarse sobre Kakyoin de esa manera. Se sintió bien al cerrar la puerta tras de sí y esperar a que Kakyoin se acomodara, se lavara las heridas y se cambiara las vendas antes de deslizar suavemente su mano en la de él y juntarlas, besándolo hasta que ambos no pudieran respirar, porque ésa había sido la rutina desde hacía un mes. Pero las cicatrices de su piel ya no ardían; ahora se cocían dulcemente, y el tictac del reloj de pared ya no parecía siniestro, sino más bien sereno. Ya no había unas horribles y abiertas fauces de emoción bullendo bajo la superficie del afecto y la excitación de Jotaro por el otro hombre.

Ahora le hacía el amor porque eso era lo que sentía que tenía que hacer. No era pasión nacida del miedo a que le robaran la oportunidad para siempre, sino que ahora era capaz de dejarse llevar por la suavidad de los labios de Kakyoin, por el pulso de su cuello contra la lengua de Jotaro, de dejar que sus cuerpos se encontraran lenta y deliberadamente en lugar de sin pensar y sin demora.

Cuando Jotaro piensa en un futuro así, en una vida en la que pasaría todas las noches quitándole la ropa a Kakyoin, explorándole con las manos y rozando el cielo con él antes de quedarse dormido contra el pecho de Kakyoin con la respiración entrecortada, su mente se tambalea. Ahora le parece tan claro por qué la gente hace el ridículo por amor y sexo. Claro que lo hacen, cuando se siente así.

"Jojo", jadea Kakyoin, el sonido apenas audible por encima de las palmadas de piel sudorosa y el crujido del colchón. Repite el nombre una y otra vez, y Jotaro siente cómo el calor le recorre el cuerpo al ver cómo Kakyoin se queda con la cara desencajada, la cabeza caída contra la cama, la boca abierta y los ojos cerrados mientras sus piernas tiemblan entre las manos de Jotaro.

Jojo's Bizarre Adventure Collection Donde viven las historias. Descúbrelo ahora