Capítulo 12

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POV.ANASTASIA.

—¿Está bien la cantidad de ropa que tiene? —me pregunta Ryu, con un dejo de preocupación en su voz.

Asiento silenciosamente, con el corazón encogido.

Hoy, Teddy sale del hospital y pronto irá a su casa. Tengo pensado quedarme con él el mismo tiempo que permanecí en el hospital: tres días, para ser exactos.

No puedo seguir en el mismo lugar que el señor Grey. Durante toda la semana, antes de enterarme sobre lo de Teddy, me la pasé llorando como una Magdalena, ahogándome en un mar de lágrimas y desesperación.

No quiero pedirle explicaciones y tampoco rogarle. Si él lo ha decidido, está bien.

Yo simplemente debo continuar con mi vida, aunque cada paso se sienta como si caminara sobre cristales rotos. Tendré que hablar con Teddy sobre ciertas cosas, pero para eso debo pasar tiempo con él, reunir el valor que ahora me falta.

—Sí, es suficiente. Solo me quedaré tres días —le sonrío de lado, ocultando el temblor en mi voz.

—Creí que regresaría a la casa para quedarse con Teddy —murmura Ryu, con una mezcla de confusión y preocupación.

Aclaro mi garganta, intentando deshacer el nudo que se ha formado.

—No, es mejor así —respondo, con un hilo de voz.

—Es por Christian, ¿verdad? —pregunta, clavando sus ojos en mí.

Lo miro y le hago un gesto, sintiendo cómo se me encoge el alma.

—Ah, no específicamente. Del señor Grey... ya no quiero saber nada —pronuncio cada palabra como si me quemara la lengua—. Estoy a solo un semestre de graduarme y posiblemente regrese a Berlín, lejos de todo esto, lejos de él.

—Entiendo, Anastasia —dice Ryu cuando entramos a la habitación donde está Teddy, mi pequeño rayo de luz en esta oscuridad.

—Mamá, ya estoy listo —exclama Teddy, estirando sus bracitos para que lo cargue. Christian se mueve un poco y yo sostengo a Teddy, sintiendo su calor reconfortante—. Mamá, ¿aún sigues enojada con papá? —me pregunta, con inocencia desgarradora.

En ese instante, veo a Alex, Ryu, Max y Taylor ponerse tensos, como cuerdas a punto de romperse ante esa pregunta elaborada por Teddy.

—Vamos ya, que todos deben de esperarte en casa —digo saliendo de la habitación con Teddy en brazos, evadiendo la pregunta que me atraviesa como una daga—. Prométeme que tomarás tus vitaminas —susurro, cambiando de tema.

—Sí, mamá —me dice antes de darme un beso en la mejilla, derritiendo un poco el hielo en mi corazón.

Nos acomodamos en el auto. Max y Taylor vienen con nosotros. Teddy va observando por la ventana del auto, ajeno al torbellino de emociones que me consume. Mientras, yo tengo mi mente hecha un lío.

Respiro profundamente, pero eso no basta para llenar el vacío de mi pecho, un abismo que siento desde el viernes pasado por la mañana, una grieta desgarradora que me recuerda lo que he perdido.

Estoy entumecida. Solo siento dolor. ¿Cuánto tendré que soportar esto? Niego con la cabeza. Ya me había prometido a mí misma no ser débil, no dejar que las emociones me obliguen a pasar un mal rato. ¿Por qué debo sufrir por algo que no fue, por algo que no tenía significancia? Solo soy una cría tonta, me repito como un mantra doloroso.

—¿Se encuentra bien, Anastasia? —pregunta Taylor, su voz rompiendo el silencio tenso.

Lo observo por el espejo retrovisor, tratando de componer mi mejor máscara.

El amor en mis términos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora