Capítulo 17

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POV.CHRISTIAN.

—Genial, miren a quién tenemos aquí. Es Christian Trevelyan Grey —una voz burlona rompe la atmósfera.

Elliot levanta su vista, asombrado por la voz de Félix.

—Félix... —murmura Elliot, la tensión palpable en su voz.

—Primo querido, no pensé que te encontraría aquí —lo escucho burlarse—. Y mucho menos con semejante presencia.

Hago caso omiso a su comentario tan petulante, pero siento la ira bullir en mi interior.

—Creo que has bebido mucho, es mejor que te marches a descansar —dice, mi hermano.

Elliot se levanta de la silla y rápidamente se reúne con Félix, su postura defensiva.

—No, yo no estoy borracho —protesta Félix—. Además, aquí está Christian, beberé con él.

Sé que lo hace por molestar. Sé que en algún momento tendrá que ser sometido a un castigo.

—Por favor, Félix —dice Elliot abrumado, su voz cargada de preocupación.

Veo a mi primo sentarse frente a mí. Sé que busca provocarme, es un fastidio. Debería definitivamente pedir ese maldito castigo para él.

—Christian, ¿aceptarías una copa de tu primo? —pregunta, una sonrisa maliciosa en sus labios.

—Claro, por qué no —respondo sin emoción, mi voz fría como el hielo.

—Genial. ¿Ves, Elliot? Christian aceptó una copa —dice Félix, triunfante.

Le observo servirnos dos copas de wiski y luego nos las entrega, dejándolas frente a nosotros.

—¿Con quién bebiste? —pregunta Elliot cogiendo la copa, su tono cauteloso.

—Ah... con unos conocidos —sonríe Félix, evasivo.

—Ya veo —murmura Elliot, la preocupación evidente en su rostro.

Félix se bebe su copa y vuelve a servirse otros dos tragos más. Hasta ahora ya lleva tres vasos de wiski.

Yo simplemente me bebo el que me había ofrecido, sintiendo el alcohol quemar mi garganta. La tensión con su presencia es incómoda. Observo mi reloj, supongo que es hora de que me marche. Tampoco quiero llegar tarde a casa, además siento que ya el alcohol se me está empezando a subir a la cabeza.

Me levanto de la silla tomando mi abrigo. Elliot se pone de pie a mi lado, dándose cuenta de que es momento de partir.

—¿Ya te vas, primo? —la voz de Félix llama mi atención, su tono burlón.

—Sí, ya es tarde y debo volver. Gracias por la copa —respondo, intentando mantener la compostura.

—¿Te vas? ¿Por qué? ¿Acaso te están esperando en casa? —provoca Félix, su voz cargada de malicia.

Elliot se pone frente a mí. No sé por qué lo hace, teme que nos peleemos o qué es lo que sucede.

—Nos vamos porque mañana tenemos que trabajar —dice Elliot tomando también su abrigo, su voz firme.

Félix se ríe a carcajadas, el sonido grosero y desagradable.

—¿Acaso ya regresó Anastasia? ¿Vas a cogértela ahora? Yo me ofrecí y se negó. ¿Qué tienes tú que no tenga yo? —sus palabras son como un latigazo.

Mi cuerpo reacciona sin más a las palabras de Félix. La ira en mí explota como un huracán y le lanzo un golpe, mandándolo al suelo.

—No vuelvas a pronunciar el nombre de Anastasia con esa sucia boca —mascullo, mi voz temblando de rabia contenida.

El amor en mis términos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora