Capítulo 8

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—Esta ha sido la semana más larga de mi vida —declaró Charlotte, al tiempo que tomaba asiento frente a Freen, en una de las altas sillas de la barra de Diversity's.

La policía apuró el trago que le daba a su cerveza porque no la vio acercarse.

—Vaya, así de larga —comentó, chocando su puño con el de ella, como era su habitual saludo.

—Ni te imaginas. Una cerveza, por favor —ordenó al barman, que ya se acercaba.

—Tranquila, abogada —dijo su amiga, poniéndole una mano en el hombro—. Recuerda, todo pasa.

Charlotte bufó; sin mirarla, apoyó los codos en la barra y hundió los dedos entre sus Negros cabellos. Se quedó así durante unos instantes.

—En mi caso, está pasando bastante lento —afirmó, irguiéndose de nuevo en la silla. Se giró para quedar de frente a la policía—. Pero ya estamos aquí. Tú, ¿qué tal? Terminaron los operativos.

Freen negó con la cabeza, miró el vaso con cerveza.

—No. El gobernador está presionando, así que seguiremos con los operativos hasta que los delincuentes vuelvan a sus guaridas por un tiempo.

En ese momento, el barman dejó la cerveza frente a Charlotte, que agarró el vaso y le dio un largo trago a la bebida. Freen alzó las cejas, un tanto sorprendida; sonrió, queriendo gastarle alguna broma, pero sabía que cuando la letrada estaba ofuscada, no era lo más aconsejable.

—¡Jum! Por un tiempo, tal como acabas de decir. En este país no se acabará la delincuencia mientras esa sea la política.

—¿Todo bien en casa? —preguntó Freen. Ella le había comentado por mensaje de texto sobre los malestares de Rebecca.

La abogada bebió el resto de la cerveza y le hizo señas al barman para que le sirviera otra.

—Sigue igual —respondió.

—¿Rebecca está bien?

—Sí. Está más delgada por los vómitos. La está pasando mal, la verdad, pero es fuerte.

Freen asintió.

—¿Y sobre lo que me contaste? ¿Que la besas y...?

La letrada respiró hondo; en definitiva, era un tema que le afectaba.

—Eso sigue igual. Mañana tenemos cita con la ginecóloga. Trataremos ese tema con ella. Espero que nos dé una solución. O que al menos tenga una explicación.

—Un embarazo no es fácil. Y menos para quien gesta, así que debes tener paciencia. Es probable que todos esos malestares son porque el embarazo está iniciando.

—Es lo que creo. Intento apoyarla, pero no sé si lo hago bien —ella le agradeció con un movimiento de cabeza al barman al recibir la segunda cerveza. Esta vez se quedó girando el vaso con los dedos.

Ya no se acaba la vida (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora