Capítulo 9

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Ya que lo preguntas, en primer lugar, siempre me has comentado si hay alguna hermosa mujer en el radar. Esta vez no lo hiciste. Y, segundo, anoche te pusiste nerviosa.

No me puse nerviosa. Esa es una de tus locas ideas.

No me convences.

Me limpio el trasero con tu convencimiento, uniformada.

Aunque Charlotte sonrió con ese último mensaje de texto que le envió a Freen, la ponía nerviosa que ella continuara con el tema de su secretaria. Hizo a un lado el teléfono cuando la luz del semáforo cambió; aferró fuerte el volante al poner el auto en marcha. En ese instante, en su ser bullía una potente mezcla de emociones. Ella y Rebecca acababan de salir de la consulta con la ginecóloga, ahora iban de camino al apartamento para dejarla antes de ir al bufete.


Lo que les dijo la ginecóloga sobre el problema del «rechazo» de su mujer a su cercanía, no la dejó del todo tranquila. Charlotte recordó cada palabra de la explicación.


—Un significativo porcentaje de embarazadas repudian sus comidas, frutas o bebidas preferidas cuando están en gestación —dijo la doctora—. Rebecca, ¿qué tanto te gusta tu esposa?


Ella volteó a mirar a Charlotte y rio.


—¡Uf! Me enloquece —respondió, lo que hizo sonreír a la abogada. La doctora rio con su respuesta.


—Pues ahí tienes. Ella te encanta, pero ahora tu cuerpo está sufriendo cambios hormonales muy significativos y tu parte emocional, también entra en juego. Entonces lo que más te gusta —la ginecóloga señaló a Charlotte—, ahora lo rechazas. Científicamente, no tenemos una explicación de por qué se produce este rechazo a la pareja, pero sucede.


La doctora les explicó que el rechazo solía desaparecer al cuarto mes del embarazo. Para ello, ella les pidió a ambas tener paciencia y, como pareja, no cerrar la comunicación. El apoyo era vital para manejar y sobrellevar la situación.


—Lamento que sea así.


Las palabras de Rebecca sacaron a Charlotte de sus recuerdos, que volteó a verla un instante con un gesto de comprensión. Buscó su mano, apenas apartando la vista de la carretera.


—Mi amor, no lamentes algo que no puedes controlar —le pidió. Subió sus manos unidas para besar la de ella—. Como dijo la doctora, esto es normal.


Durante unos segundos, ella mantuvo apretada la mano de Rebecca, pero con delicadeza, esta deshizo el contacto. La letrada no la miró para no causarle mayor pena, pues sabía que ni ese tipo de contacto ya le era soportable. Y comprendía, además, que ella no la estaba pasando bien con la situación.


—Es la primera vez que sé que se puede rechazar a la pareja durante el embarazo —comentó Rebecca.


—Yo también, la verdad.


En ese momento, su celular sonó indicándole que había recibido un mensaje de texto. Charlotte frunció los labios. Freen seguiría atormentándola con el tema de la secretaria. Agradecía al cielo haber desechado la noche anterior su idea de contarle a su amiga que soñó con la rubia. Si lo hubiese hecho, estaría siendo torturada por la policía.

Ya no se acaba la vida (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora