Capítulo 34

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La celebración del primer año de Song se realizaba en el salón de eventos del edificio. El espacio fue decorado con globos azules de dos tonos y bambalinas doradas. Un arco torneado de globos era el centro de atención de los invitados; bajo este, se encontraba la mesa con el pastel que estaba decorado con Stitch, el personaje de la película que, junto a Lilo, conquistó el corazón de Song, que se quedaba embelesado cuando le ponían la película. Tanto Rebecca como Freen reían divertidas al verlo perdido en la pantalla del televisor.

A la celebración fueron invitadas pocas personas, los más allegados a ellas; un total de veinte invitaciones fueron entregadas. Incluso Heng, el compañero de Freen, asistió con su hijo de tres años. El cumpleañero estaba en brazos de su madre, que conversaba con Meena, una de sus asistentes. El pequeño lucía elegante con una diminuta camisa de color azul y un pantaloncito negro; sus zapatitos combinaban con el pantalón y lucían lustrados. Rebecca se veía espectacular con un vestido de coctel de color azul con lunares blancos.

Freen, por su parte, conversaba con su compañero mientras vigilaba a su hijo, que correteaba por el salón junto a otros niños. La música infantil y las risas de los pequeños mantenían animado el ambiente; y los adultos parecían estar pasándola bien. Ella había elegido un atuendo casual, jean negro, una franela blanca con un chaleco encima del mismo tono del pantalón; unas zapatillas deportivas, también negras, complementaban su vestimenta.

—No puedo creer que ya sea un año desde que nació tu pequeño — comentó Heng, que tenía un vaso de sangría en la mano.

—Yo tampoco, parece que fue ayer.

—Fue una familia exprés —bromeó el policía, antes de darle un sorbo a la sangría.

El comentario hizo que Freen lo mirara con el entrecejo fruncido.

—¿Una familia exprés?

Heng se encogió de hombros.

—Sí. Quiero decir, te hiciste cargo de la familia de tu amiga y...

—No es mi amiga —aclaró—. Y yo no me hice cargo... —empezó a rebatir, luego se calló.

—Freen, no sé si te has dado cuenta, pero tienes una familia —le dijo señalando con la cabeza hacia donde se encontraban Rebecca con su hijo—. Lo que te falta es que... ya sabes.

Los ojos de Freen se entornaron.

—Pues eso no sucederá, pervertido. Heng rio.

—¿En serio? Porque esa mujer no está nada mal —afirmó con un tono sugerente, en seguida frunció los labios y sus ojos recorrieron de arriba abajo a Rebecca.

—Serás imbécil.

—Vamos, he visto a las mujeres que conquistas. No eres ciega, así que no me digas que no te has dado cuenta de lo hermosa que es Rebecca.

Freen volteó a verla. Sabía que la mujer con quien vivía desde hacía más de un año era hermosa; así le pareció cuando Charlotte se la presentó. Pero saber que era hermosa era muy diferente a ver que lo era. Vio a Rebecca reír; tenía cargado a Song y se veía más hermosa aún. En ese momento, tal como si se hubiera percatado de que la miraba, ella volteó y sus ojos se toparon. Un revoloteo en el pecho la hizo fruncir el entrecejo. La otra mujer le guiñó un ojo con complicidad y el revoloteo se repitió.

Ya no se acaba la vida (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora