Capítulo 52

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Después que Freen se fue, Rebecca condujo a su hijo al rincón de la sala donde tenía los juguetes y se sentó a jugar con él. Adoraba cada momento que pasaba con su bebé; sonrió con ternura al verlo tratando de encajar un triángulo por la abertura del cubo.

La visita de Charlotte le había dejado un mal sabor de boca, pero la conversación que luego tuvo con Freen borró de su cabeza cualquier malestar.

—Freen —susurró el nombre como saboreándolo.

—¡Sari! —exclamó Song mirándola. Ella rio.

—Mamá Sari.

—¡Sari!

Rebecca se sentía feliz. Confesarle a la policía que estaba enamorada de ella fue emocionante; se sintió como una colegiala. Y Freen había aceptado ser una madre para Song. Sin embargo, lo que hacía que se sintiera en una nube era que ahora eran una familia. Y esta vez no era una ilusión; esta vez era real, porque sabía que la policía no la dejaría sola. Se lo demostró cuando ella estuvo sola. Cuando Charlotte la abandonó.

Vio a Song bostezar.

—¿Tienes sueño, mi amor?

Esa solía ser la hora de la siesta del pequeño, así que esperó unos minutos a que tuviera más sueño para trasladarlo a su cuarto. Poco después lo dejó en su cuna; encendió los transmisores y se llevó uno con ella.

Rebecca no podía dejar de pensar en Freen. Quería tenerla cerca para besarla, meterse en sus brazos y amarla. Celebrar con besos el inicio de su familia, juntas. Tampoco era capaz de dejar de sonreír. Pensó en sorprenderla preparándole una cena especial. Lo planeó todo en poco tiempo, tal como lo hacía con sus proyectos de decoración. Cuando tuvo todo organizado, fue la hora de elegir qué vestir para la ocasión. Cenarían en casa, pero sería algo especial, así que ameritaba un atuendo especial.

***

Cuando Freen llegó, lo primero que notó fueron las luces tenues de la sala.

—¡Hola! —saludó al no ver señales de madre e hijo.

En algún lugar, Song gritó. Ella sonrió sin poder evitarlo; segundos después, el pequeño apareció corriendo por el pasillo que daba a los dormitorios.

—¡Sari!

—Hola, pequeñín —lo cargó y lo llenó de besos—. ¿Dónde dejaste a tu...? —se interrumpió al advertir en el balcón la mesa servida. Su corazón se agitó. Sonrió de lado—. Creo que tu madre tiene algo planeado —dedujo sin apartar la vista del balcón—. Lo que sea que tenga preparado, ya me encanta.

Freen siguió adelante hasta llegar al dormitorio de Rebecca; hizo tocar a Song la puerta. Aunque fue un sonido apagado, su madre lo oyó.

—Hola —la saludó Rebecca. Se encontraba frente a la cómoda; al parecer, dándole los últimos toques a su maquillaje. La vio aparecer a través del espejo y se dio la vuelta.

Ya no se acaba la vida (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora