.Mansión Beaumont.

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---BLAIR---

Conduciendo por la carretera que bordeaba el río Hudson, no podía evitar admirar la belleza del paisaje. Los árboles, con sus hojas verdes y frondosas, se inclinaban sobre el agua, creando un reflejo perfecto del cielo azul en la superficie del río. Cada curva de la carretera ofrecía una nueva vista impresionante, como si el río y el bosque estuvieran compitiendo por mi atención.

La sensación de calma que normalmente me traía este trayecto se veía empañada por un nudo de nerviosismo en mi estómago. Aunque había momentos de duda, el enojo y la sensación de traición alimentaban mi determinación.

La barda de piedra que rodeaba la mansión Beaumont apareció finalmente en el horizonte. Cada vez que la veía, me recordaba a mi infancia y a las visitas a esta imponente casa. La barda era una señal de que estaba llegando a un lugar lleno de recuerdos, tanto buenos como malos.

Al acercarme a la entrada, vi a Steve, el guardia que había trabajado para mi familia durante años. Su figura robusta y su cara amable me hicieron sentir un poco más tranquila.

—¡Hola, señorita Blair! —me saludó Steve con una amplia sonrisa. Sus ojos azules brillaban bajo la visera de su gorra, y su voz era tan cálida como siempre.

—Hola, Steve —respondí, devolviendo la sonrisa. —Es bueno verte.

—Igualmente, señorita. Bienvenida de nuevo —contestó mientras abría la puerta para dejarme pasar.

Conduje a través del camino de entrada, bordeado de árboles majestuosos que formaban un arco natural sobre el camino. Cada vez que recorría este camino, me sentía transportada a otro tiempo, a una época en la que todo parecía más sencillo. La mansión Beaumont apareció finalmente ante mí, majestuosa y solemne, como un testigo mudo de los cambios en nuestras vidas.

Aparqué el coche y tomé un momento para respirar profundamente antes de salir. 

Quería ver a mi madre, ella siempre había sido una presencia fuerte en mi vida, y hoy no sería diferente. Baje del auto, y saque mi maleta, entré en la casa y la encontré en la sala principal, rodeada de revistas de pasteles y vestidos, claramente preparándose para la llegada de James y Camille.

—Hola, mamá —saludé mientras me acercaba.

—Blair, querida —respondió mi madre, mirándome con una mezcla de amor y preocupación. —¿Cómo estás?

—Estoy bien, solo un poco nerviosa por este fin de semana —contesté, intentando sonar despreocupada.

—Todo saldrá bien —dijo, intentando tranquilizarme. — Además hace tiempo que no veo a James, será grato tenerlo aquí nuevamente.

—Sí, claro —dije, pero no podía evitar que mis pensamientos se desviaran hacia mis verdaderas intenciones.

Pasamos un rato hablando sobre los preparativos mientras ella hojeaba las revistas.

Finalmente, escuchamos el sonido de un coche acercándose. Me asomé por la ventana y vi a James y Camille bajarse del coche. Mi corazón se aceleró un poco, pero me obligué a mantener la compostura.

James y Camille entraron, con James saludándome con una sonrisa y Camille luciendo un vestido casual, color crema, radiante como siempre.

—¡Blair! —exclamó James, acercándose para darme un abrazo.

—Hola, James. Hola, Camille —saludé, devolviendo el abrazo de James y sonriendo a Camille.

—Hola, Blair. Es bueno verte de nuevo —respondió Camille con su habitual calidez.

Corazones y Castillos:  Dejando ir al amor de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora