Capítulo 12 (final parte 2)

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Pov Tom

Después de dar mi testimonio en la policía y que les llegará misteriosamente unas cintas de las cosas que le hicieron a Bill, todos esos cerdos se podrirían en la cárcel. Ahora tenía que hacerme cargo de la prensa que estaba a las afueras de la clínica donde Bill se encontraba internado, más allá de los moretones en su cuerpo, el estrés y la ansiedad lo habían noqueado por completo. Así que, estaba completamente sedado para que pudiera recuperarse y descansar.

Sin duda, ahora todo iba a estar bien.

Mayo 2002, Magdeburgo

Sabía que Bill estaba enamorado de mí, no solo por la estúpida “telepatía de gemelos” sino por su comportamiento. Ahora era más tímido, se sonrojaba cada que me acercaba a él y sobre todo dejó de querer dormir conmigo. Al principio no lo comprendí, me rompió el corazón pensar que se alejaba de mí, pero no era esa la razón.

La causa fue qué Bill no sabía cómo luchar contra lo que estaba sintiendo por mí. Todas las noches que lo escuché llorar en la ducha diciendo que era un asqueroso, se contradecía llamando mi nombre entre sueños. Le era inevitable no amarme y lo mismo me había pasado a mí.

No podía evitar amar a Bill.

En el pasado había intentado deshacerme de ese extraño sentimiento que llenaba mi pecho, pero era imposible. Cada vez que veía los hermosos ojos avellana de mi gemelo, me hechizaba. Y es que era imposible no hacerlo, sus ojos me gustaban tanto, parecían hechos por los mismos santos y al ver mi reflejo en ellos sentía que todos mis pecados eran perdonados.

¿Qué más redención podía pedir, cuando su sola existencia me daba la paz que necesitaba?

Su sola existencia era el oxígeno para mí. Y yo lo acepte, me costó, pero lo acepte.
A Bill le estaba pasando lo mismo, no podía aceptar el amor que sentía por mí. Pero yo haría lo posible para que se sintiera seguro en mis brazos.

Comencé a tratarlo con un cariño que cruzaba el fraternal. No importaba que la gente nos mirara extraño cada vez que abrazaba a Bill en la calle o cuando tomaba su mano o incluso cuando besaba su mejilla o su frente. Solo me importaba que Bill sintiera que yo también lo amaba como él a mí, incluso mucho más. Pero no, Bill era malditamente difícil, cada vez que trataba de acercarme él, se alejaba.

¿Es que acaso todo lo que amaba se tenía que alejar?

La situación comenzó a preocuparme cuando en una tocada que dimos en un bar un hombre que se presentó como David Jost, le ofreció a Bill debutar como cantante, solista.

Lo que más me molestaba de toda esa situación era que Bill realmente quería irse de mi lado para cumplir su sueño de cantar.

¿Acaso se había olvidado de que prometimos siempre estar juntos?

No iba a permitir que me dejara.

Fui a la disquera donde trabajaba David y logré convencerlo de que la mejor opción era formar una banda, al principio no le gustó la idea, pero luego de que un tal Benjamín le dijera que lo de hoy eran las boy bands, cedió. Desde el primer momento en que David se acercó a Bill supe que iba a ser un puto problema en el culo.

La forma en que miraba a mi gemelo me provocaba una ira descomunal y un asco muy profundo pues nosotros teníamos solo 12 años y él era un hombre de 35 años, sabía que era un puto asqueroso que tomaría la primera oportunidad de aprovecharse de mi hermano. Así que, ser una banda me permitía estar siempre con Bill y poder cuidarlo.

Y así fue, debutamos 3 años después y fuimos un gran éxito al instante.

Septiembre 1, 2006

Era nuestro cumpleaños número 17, estábamos en nuestra ahora casa, que compartíamos con Georg y Gustav. Pues la fama nos había pegado duro, las fans eran unas malditas desquiciadas que solo querían cogerse a cada uno de nosotros, sin importar que fuésemos mayores o menores que ellas. Para mí todo era una puta mierda, David nos había amarrado al infierno con un contrato que nos exigía cosas humanamente imposibles y más para unos adolescentes como nosotros.

Lo único bueno que sacaba de toda esta mierda era estar cerca de Bill, pues él era el que más odio recibía de entre nosotros. Las chicas lo amaban y los hombres lo querían ver muerto, solo porque eran unos estúpidos maricas de closet que no podían aceptar que les atrajera un hombre tan hermoso como Bill.

Pero no podía negar que sus putas amenazas hacían asustar tanto a Bill que todo lo que le quedaba era venir corriendo a mis brazos.

Y adoraba eso.

Verlo sufrir de alguna forma y que viniera corriendo a mis brazos porque solo conmigo se sentía seguro.

Era mi maldita perdición.

Entonces, entendí que mientras más roto estuviera, más rápido podía poseerlo. Así que, estuve pensando en la manera perfecta de que Bill viniera a mis brazos y nunca más se fuera.

La casa estaba llena de cámaras de seguridad por si alguien se metía a robar, pedí de manera especial que colocarán una cámara en la habitación de Bill y robé el acceso a esa cámara. Ahora era capaz de ver todo lo que mi gemelo hacía en la intimidad de su habitación y vaya que hacía muchas cosas.

Su favorita de todas, masturbarse.

Cada que Bill tenía algún tipo de interacción conmigo, corría a su habitación a tocarse a sí mismo mientras gemía mi nombre con su voz entrecortada por la excitación. Era jodidamente excitante verlo de esa manera, me hacía desear locamente tenerlo bajo mi cuerpo y saborear cada parte de él. Pero, utilizaría esto a mi favor.

Hoy era el día en que Bill se daría cuenta de que solo me necesita a mí. Después de soplar las velas de cumpleaños y acercarme a Bill de una manera más íntima de lo normal, supe lo que iba a hacer cuando se disculpó y subió corriendo a su habitación. Sonreí para mis adentros y luego de unos minutos, le pedí a David que fuera a ver a Bill para seguir bebiendo.

Mientras con los G’s nos sentamos en el piso a fumarnos un porro, saque el mediano dispositivo que me mostraba lo que pasaba en la habitación de Bill, por el momento no podía escuchar nada, pero sí ver. David acorralaba a mi hermano contra la pared mientras esté tenía una mirada de angustia y enojo mezcladas.
Por el momento solo le hablaba al oído hasta que la mano de David fue justo a la entrepierna de Bill. Un sentimiento de celos se formó en mi pecho, mi hermano trataba de escapar, pero con el gorila de David era imposible. Bill tenía su rostro lleno de temor, sentía como mi miembro de iba despertando poco a poco por ver esa escena. Pero, tampoco iba a dejar que le hiciera algo más que eso.

Subí las gradas hacia la habitación de Bill y justo cuando vi que lloraba, golpeé la puerta. David fue el que abrió, observé la situación que era más que evidente lo que había pasado, pero Bill, no dijo nada. Incluso cuando David se fue, Bill no llamó mi nombre. No me buscó, no me pidió ayuda, ¡me dejó de lado!

¿Porqué?

Di por terminada la maldita fiesta y me encargue de Bill, esperando que en la soledad de su habitación fuera capaz de venir hasta mis brazos y llorar, pero no! El muy imbécil no hizo nada más que callarse lo que le había pasado. Fui un tonto, algo como eso no rompería a Bill, tan fácil ni rápido. Así que tenía que hacer algo que verdaderamente lo destruyera para que no tuviera lugar ni persona a la cual recurrir que no sea a mí.

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Había visto en el celular de Bill que David le había escrito, así que en medio de la noche llamé a David y le pedí que nos encontráramos. Fui hasta su apartamento y sin rodeos le mostré la grabación de la habitación de Bill donde se veía claramente todo lo que le había hecho. Su rostro palideció y antes de que tratara de hablar, lo callé.

“Así que te quieres follar a mi hermano menor, ¿no? "

No dijo nada, así que continúe.

“Bien, te doy el permiso para que lo hagas”

Los ojos de David se abrieron sorprendido, cuestionándome lo que le había dicho.

“Te estoy diciendo que te lo folles, yo no diré nada”

Sus ojos reflejaban la duda ante mis palabras.

“Cómo sé que no me delataras con la policía?” Preguntó finalmente.

“Bueno, no lo haré. Todo depende de qué tanto quieras arriesgar por el culo de mi hermano”

Estaba seguro de que David aceptaría, sabía desde el inicio las asquerosas intenciones que tenía hacia Bill.

Luego de unos minutos, sonrió.

“Está bien” dijo con una sonrisa.
Yo sonreí de lado.

“Bien, pero tengo una condición”
Lo miré con superioridad.

“Quiero que grabes todos los encuentros que tengas con Bill y que todos sean el mismo hotel, ¿entendido?"

“Trato” extendió su mano hasta a mí, yo bufé y salí de allí.

Ahora David sería el que obligará a Bill a correr a mis brazos.

Cuando llegué a casa me la pasé todo el día a su lado, cuidándolo, mostrando mi preocupación para que se sintiera seguro de llorar en mis brazos, pero no. Mis caricias y mi atención no le eran suficientes.

Llegó la noche y lo escuché salir del departamento, esperé unos minutos y me monté en mi Cadillac para ir al hotel. Lo vi entrar y llamé a David, diciéndole que Bill había llegado y que prendiera las cámaras. Después de unos cuantos minutos, encendí el mediano dispositivo donde podía ver y escuchar todo lo que decían Bill y David.

El cabrón lo amenazaba con contarme lo que había hecho y el pobre de Bill siempre se estremecía ante la idea. No lo entendía, ¿qué más tenía que darle a Bill para que se diera cuenta de que sus sentimientos eran correspondidos?

Los observé forcejear hasta que Bill terminó boca abajo sobre la cama. Mi cuerpo comenzó a calentarse de una manera descomunal pues el ángulo de la cámara daba justo en su mirada aterrorizada.

Saqué mi miembro duro de mis pantalones y comencé a acariciarme lentamente mientras veía como las lágrimas rodaban por el rostro de Bill manchando sus mejillas de maquillaje. El grito que soltó al ser penetrado bruscamente envío una descarga eléctrica en todo mi cuerpo.

Me excitaba tanto verlo así…

Sus ojos pedían ayuda, pero de sus rosados labios no salía ni una palabra. Deseaba tanto que dijera mi nombre, pero nunca lo hizo. Después de eyacular un par de veces fui a casa para esperar a que Bill volviera. Lo escuché llegar en la madrugada, esperé un momento para ir a su habitación. Lo encontré en la ducha, ver su cuerpo maltratado envío una reacción placentera a mi entrepierna.

Me acerqué a él con una fingida preocupación, pero no recibí lo que buscaba. Bill estaba alterado, como una puta gata callejera a la que no le gusta que se le acerquen.

¿Porqué? 

¿No era lo más lógico que me pidiera ayuda? Que viniera a mí a llorar para que lo consolase

¿No mucho más fácil que estar aguantando toda esa mierda él solo?

No lo entendía.

Tal vez Bill era más fuerte de lo que pensaba…

Eso iba a ser un puto problema en el culo, pero no me iba a dar por vencido, empujaría a Bill a la desgraciada hasta que se diera cuenta que solo me tiene a mí. Así que, para la próxima ocasión en que nos topáramos con David, le pediría que haga algo más fuerte que a Bill lo pueda romper. Entonces le pedí que tuviera sexo con él en el estudio mientras nosotros ensayábamos. Eso debería ser suficiente para llevarlo al límite, pero no.

¡¡¡No, no y no!!! Incluso cuando estuve a metros de él, solo tenía que gritar mi nombre y yo habría ido en su puto rescate, ¡¡¡pero no!!!

Qué mierda tenía Bill en la cabeza para no darse cuenta de que mis acciones le pedían a gritos que me tomase en cuenta. Todo está situación estaba haciendo que perdiera mi cordura poco a poco, Bill solo se callaba cada que yo me acercaba.
La ansiedad lo consumía poco a poco hasta el punto en que se desmayó luego de esa sesión de sexo que tuvo con David en el estudio, seguramente le envío la grabación de la cámara de seguridad y Bill simplemente no pudo más. Respiré y traté de tranquilizarme, pensar con la cabeza fría y buscar la manera de que Bill se aferra a mí.

En casa, mientras Bill dormía vi que David lo había vuelto a citar en el hotel, lo llamé y le dije que invitará a Benjamín también, pues había visto como veía a Bill en medio del ensayo, seguramente había visto las cintas de seguridad y vio como David empalaba a Bill en medio del estudio. Pero ese sería el plan B si es que Bill se despierta y se niega nuevamente a contarme lo que le pasa.

Y como si lo hubiera manifestado el muy imbécil se volvió a callar. Pero esta vez lo convencí de llevarlo hasta el hotel, tal vez en el camino se sintiera lo suficientemente confiando como para hablar conmigo.
Como siempre, se calló.

El encuentro de esa noche sería de otro nivel, pues David drogaría a Bill, una parte de mi estaba nervioso por ver esa nueva faceta de Bill. Y como si estuviera viviendo un puto sueño Bill llamó mi nombre. Ahí, con aquellos hombres y drogado hasta las patas, no imaginó a nadie más que a mí. Para Bill, era yo quien lo tocaba, besaba y acariciaba, era yo quien le daba tal placer tan desbordante que sentía.

Mi cuerpo excitado por la escena se llenó de celos, sí tanto me quería, ¿por qué rayos no se confesaba?

Me causaba tanta inseguridad pensar que no lo hacía porque una parte de él, me repudiaba

Cuando Bill se desmayó luego de un par de sesiones de sexo, fui hasta la habitación, saqué a David y Benjamín para quedarme a solas con mi gemelo. Lo vi recostado en la cama con una sábana cubriendo su sexo, lo destapé y contemplé su belleza.

A veces quería que simplemente se quedará así, muerto, entonces sería mío para siempre.

Me masturbe varias veces ante la idea, esparciendo mi semilla en todo el cuerpo de mi hermano.

Se veía aún más hermoso…

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Entendí que Bill jamás me contaría lo que le pasaba, jamás vendría a mis brazos a pedir ayuda, jamás alzaría su mirada hacia mí. Entonces si con todo lo que había pasado no le era suficiente… Lo haría vivir un infierno, uno donde maten su alma y cada que espere encontrarme, no lo hará. Sí no entendió que yo soy el único que está ahí para él, lo entenderá cuando me vaya de su lado.

“Sabes Bill, es imposible ayudar a una persona que no pide ayuda”.

Le dije aquella noche que salimos de fiesta, como el inicio de mi total desprecio hacia él. Ahora verdaderamente vería, cuánto podía aguantar. Pues había encontrado un lugar de swingers para famosos al que David llevaría a Bill, las veces que fueran necesarias. De una u otra forma sacaría provecho de esto, ya que muchas personas importantes del mundo del entretenimiento pagarían muy bien por tener a Bill.

Era un ganar -ganar, a fin de cuentas.
La primera persona que haría eso con Bill sería Bushido, una pequeña parte de mí, se sentía extraña, ansiosa.

¿Qué pasaría si Bill nunca pedía ayuda, a nadie en general? ¿Hasta dónde sería capaz de llegar?

Tal vez, nunca imaginé que mi hermano era tan fuerte como para soportar algo así solo o tal vez simplemente él era un imbécil. Al igual que yo, cuando entré en pánico por verlo sufrir una sobredosis. Él muy tonto había recurrido a las drogas para intentar sobrellevar todo. Lo que sentí al verlo hospitalizado en esa cama, viendo cómo casi se le escapa su vida en unos cuantos suspiros, fue indescriptible. El dolor tan grande que experimenté me llevó a confesarle mis sentimientos.

Y me rechazó.

Su silencio fue suficiente para entender que todo lo que creía sobre sus sentimientos hacia mí, eran una puta mierda creada por mi cabeza.

Me fui de la casa.

Lo abandoné para tratar de entender toda la mierda que estaba pasando ¿Cómo fue que llegué a esto? ¿En serio había pensado que, rompiendo a Bill, podría poseerlo?

Qué pensamiento más estúpido había tenido.

Nada de lo que haga podría hacer que Bill considerará siquiera verme más allá de un simple hermano, al cual dejará atrás para hacer su vida.

Ya no había nada que hacer.
Estaba seguro de que ni siquiera le importaba el hecho de que me fui del apartamento, era momento de terminar toda esta mierda. La última sesión que tendría Bill con David, era una orgía con todos los magnates del entretenimiento, pero el muy asqueroso de David, quería que Georg y Gustav estuvieran presentes.

No me Importó, ya nada me importaba.
Podría sacar provecho de ellos, pues si resultaba que se sentían asqueados ante la situación, irían a la policía a denunciar a David, pero si por alguna razón les excitaba …

Lo mejor era yo también estar presente.
Por cual, aquel día David nos llevó a los tres a un lugar extraño, sabía que primero entraría George y Gustav, atados de manos hasta ver cómo reaccionaban.
A mí me habían dejado solo, por lo cual aproveché y llamé al policía justo antes de entrar. La escena me revolvió el estómago, me quedé estático como aquella vez en las duchas de la piscina donde estaban acosando a Bill y como si hubiera regresado en el tiempo, Bill gritó mi nombre.

Por fin, por fin me había visto.
Una euforia gigantesca inundó mi cuerpo, me abalancé contra David y descargue toda la ira, todo el dolor que acumule en todos estos meses. Después de unos minutos golpeándolo, sentí unos brazos apartarme de él, eran los militares que habían llegado y se llevaban a todos los cerdos al matadero.

Me acerqué a Bill para desatarlo y abrazarlo contra mi pecho.

“Perdón—lloró Bill—perdón Tommy.”
“Porqué? ¿Por qué Bill?”

No podía evitar esconder una gran sonrisa.

“David me amenazó con contarte mi secreto y yo tuve mucho miedo de que me odiaras”

“Dime que era Bill, no hay nada en el mundo que haga que odie a mi propio hermano”

Le dije, haciendo el último intento de que me confesara aquello que creí que realmente no sentía.

“Yo, estoy enamorado de ti Tom, te amo.”
¿Había escuchado bien?

--¿Lo dices de verdad, Bill?

Bill asintió, asustado de mi reacción.

Mi frente se pegó a la suya y cerca de sus labios le susurré.

“Yo también siento lo mismo, corazón.”

Todo había valido la pena.

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Cuando Bill despertó, le dije que nos iríamos a vivir lejos de Alemania, lejos de todos los malos recuerdos y sobre todo lejos del foco del entretenimiento. Tokio hotel se había disuelto, Georg y Gustav estaban totalmente de acuerdo después de lo que habían visto, querían lo mejor para Bill y evidentemente lo mejor era que yo me lo llevará lejos.

Tenía el suficiente dinero para vivir el resto de nuestras vidas, no solo por lo que habíamos ganado como artistas sino por todo el dinero que se cobró por las sesiones de sexo con Bill, había ganado billones. Nuestra madre como siempre no dijo nada al respecto, solo pudo lamentarse por no haber cuidado suficiente a Bill.

Ahora estábamos en un avión volando a L.A, Bill a mi lado dormía plácidamente sosteniendo mi mano.

Acaricie su hermoso rostro con la punta de mis dedos.

No me arrepentía de nada.

Bill estaría por el resto de su vida a mi lado y podríamos vivir nuestro amor libremente en un país donde nadie nos conocía. Si el resultado siempre sería tenerlo de esta forma a mi lado, lo rompería una y otra vez sin pensarlo.


Fin.

Perdón TommyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora