Capitulo 11 (final parte 1)

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Pov Tom

--Aguantaste mucho Bill, es tu culpa que todo esto haya ido tan lejos.

Estoy seguro de que Bill no me escuchó, su cuerpo estaba inerte en mis brazos, respirando lentamente, desmayado. Yo miraba su hermoso rostro con mucho detalle, como hacía siempre, quitando con mis dedos los cabellos que se pegaban en su frente sudorosa. Era tan jodidamente perfecto, que me ponía duro de tan solo verlo.

Respiré profundamente alejando esos pensamientos de mi mente, lo levanté en mis brazos, la policía se había llevado a esos cerdos asquerosos y la ambulancia esperaba en el lobby del hotel. Después de llevar a Bill al hospital, fui hasta la comisaría para dar mi testimonio, los G’s me esperaban allí.

Sentía mi corazón latiendo a mil. ¡Por fin! Por fin el día había llegado.

Agosto 1997 – Magdeburgo.

Estábamos a un mes de cumplir 8 años, mi padre nos había abandonado y mi madre dejó de pasar tiempo con nosotros, bueno, tiempo conmigo. Con Bill, siempre era más atenta, más cariñosa y no entendía por qué, si ambos teníamos la misma cara, pero no la misma personalidad.

Sí tuviera que comparar a Bill con algo, sería con el cometa Halley, tan hermoso, único, lejano y brillante que no podías despegar tus ojos una vez que lo vieras. Pero, sobre todo, pasaba cada 75 años. No todo el mundo tenía la oportunidad de tener a alguien como Bill en su vida, pero yo, yo era el único afortunado de tenerlo siempre.

No importaba lo que pase, siempre estábamos los dos, siempre éramos Bill y Tom, Tom y Bill, nunca podría alejarme de él y viceversa. Más ahora que nos habíamos mudado con los abuelos y a nadie parecía importarle dos pares de niños de 7 años.

Incluso las primeras semanas de habernos mudado, dormíamos juntos en la misma cama, yo me pasaba a la suya después de que mamá solo se despidiera de él con un beso en la frente en la noche. Allí en su cama, lo abrazaba y él escondía su pequeño rostro en mi pecho.

“No entiendo por qué mamá no te da beso de buenas noches Tommy” su voz era tan dulce como siempre.

“No lo sé y tampoco me importa” le respondí sintiendo un dolor en mi pecho, sí que me importaba y siempre me hacía la misma pregunta, ¿Por qué yo no?

Sentí a Bill escurrirse hasta llegar a mi frente y depositar un suave beso allí.

“Sí ella no te los da, yo te los daré”

Esa noche lloré mientras abrazaba a Bill, dándome cuenta que no solo no le importaba a mi padre, sino que también a mi madre. Pero nada de eso era relevante porque Bill estaba a mi lado. Los días siguieron igual que siempre, Bill y yo yendo a la escuela, jugando, comiendo y durmiendo, todo juntos. Hasta la noche de nuestro 8vo cumpleaños, donde mamá llegó con el regalo que tanto habíamos querido, pero, solo para Bill.

La mirada de mi hermano se iluminó cuando mi madre le entrego la bicicleta que tanto nos había escuchado hablar a Bill y a mí. Su sonrisa no duró mucho pues notó que solo era una bicicleta.

“¿Y la de Tom, mami? “Preguntó inocente, yo solo me limité a mirar y tragarme el nudo de mi garganta.

“Ah, solo me alcanzó para una, Billy”

Mentía.

“Está bien mami, yo puedo compartir con Tom” Bill me miró con una sonrisa.

“No! No puedes compartirla con él” grito mi madre.

Bill se asustó por su repentino tono de voz y tan impulsivo como era, tiró la bicicleta y la empezó a golpear diciendo que no la quería y luego salió corriendo de la casa.

Mi madre fue tras él y yo también, sin que ella se diera cuenta.

Afuera en la oscuridad del patio delantero, mi mamá detuvo a Bill de los hombros y lo giro a hacia ella.

“¿por qué mami? ¿Por qué no quieres a Tom?” Bill lloraba, sin darse cuenta de que yo estaba desde lejos observándolo todo.

“Él es como tú padre Bill y tú eres como yo”

No entendí lo que eso quería decir y al parecer Bill tampoco.

“Yo no puedo ser como tú, yo soy como Tom y papá”

Mi mamá se puso histérica al escuchar la respuesta de Bill.

“No! ¡¡Tú eres la niña que nunca tuve, lo puedo sentir!! Eres ella”

¿Ahora de qué niña hablaba esa señora? Sus gritos y zarandeos solo asustaban más a Bill.

“Tú eres como mami Billy y Tom es como el inútil de tú padre”

Sus palabras rompieron algo en mi ¿por qué yo era igual a papá? ¿Por qué solo yo y no Bill? ¿Qué tenía de malo?

“Cállate! ¡No digas esas cosas de Tom!” Bill gritó y la mano de mi madre le cruzó el rostro, sentí como dejé de respirar.

“Tom!” Bill comenzó a gritar en llanto.
Corrí hacia ellos y tomé a Bill por la espalda para alejarlo de ella.

“¡No sé qué significa para ti que yo me parezca a mi padre, pero no soy como él!” Le grité a mi madre.

“Sí Bill es como tú y yo soy mi padre, yo nunca lo abandonaría, ¡jamás me iría de su lado! ¡Yo no soy como él y jamás lo seré!” 

Era la primera vez que le hablaba a mi madre de esa forma, pero cuando Bill llamó mi nombre no pensé dos veces en venir a su rescate.

Esa noche, mamá dejó de darle el beso de buenas noches a Bill.

Él lloró en mi pecho, como yo aquella noche lejana.

“No entiendo, no lo entiendo Tommy, por qué mamá dice que eres como papá y yo como ella, yo no soy una niña” lloró.

“No lo sé Bill, tal vez lo entenderemos cuando crezcamos” trate de calmarlo.

“No soporto que te trate así, me duele cuando alguien te lastima, Tom”

Un latido fuerte azotó mi corazón, seguido de una sensación caliente que se formaba en mi pecho.

“Bill, yo nunca te voy a dejar, yo soy diferente a papá” le dije alzando su rostro lleno de lágrimas.

Sus ojos que son tan similares a los míos, como si me estuviera mirando en el espejo, pero con un toque diferente. Bill tenía algo diferente en él que no sabía descifrar lo que era. Pocos o muchos segundos estuvimos mirándonos a los ojos, hasta que Bill los cerró, podía escuchar los latidos de mi corazón hasta mis oídos.

Cerré mis ojos y me acerqué a él, pegando mis labios suavemente contra los suyos.

“Buenas noches, corazón” le susurré en aquella noche oscura en donde por mi culpa mi madre también lo había abandonado.

Octubre 2001 Magdeburgo

Bill y yo asistíamos a una nueva secundaria, nuestra relación se había vuelto extraña.

Nuestros estilos habían cambiado, mientras yo dejé que mi cabello creciera para adornarlo con rastas, Bill lo llevaba corto y se lo había teñido de negro, no solo eso, sus ojos ahora lucían una sombra negra hecha de un lápiz de ojos que le había robado a mamá.

Se veía hermoso.

Su estilo era tan diferente y resaltaba sobre los demás, llamando la atención de todos, chicas y chicos, no importaba, Bill era hermoso para todos.

Yo era diferente a él, mi cuerpo era diferente al de él, mientras más masa muscular adquiría, él se hacía más delgado y delicado. No podía apartar mi mirada de él y ahora entendía por qué.

Lo amaba, como hombre, lo amaba. Estaba enamorado de Bill.

Y no sabía que hacer, era extraño, asqueroso, pero no podía evitarlo.
Lo amaba.

Pero no podía manejarlo, el sentimiento era tan fuerte que me abrumaba. Pensé que alejándome podría dejar de sentirme así, pero no. Ni siquiera deje de dormir con él por las noches, a pesar de que ya éramos dos adolescentes de 12 años, en ese momento tan íntimo de nosotros, podía jurar que Bill me amaba como yo a él. Luego me levantaba en la mañana y todo se desmoronaba, su personalidad tan brillante atraía a un montón de personas que no servían para nada.

¡Todas esas chicas enamoradas de él, incluso chicos! Todos hacían que mi sangre hierva de enojo.

¿Por qué mierda lo alejaban de mí?
Recuerdo que cuando cumplimos 9 años, Bill me confesó que se había enamorado de una niña.

Me destrozó el corazón ¿Por qué no yo?
A la semana perdí mi virginidad con aquella niña en la cama de Bill.

Él nos encontró, al ver su rostro pensé que nunca más me volvería a hablar, pero no. Así que cada chica que tuviera la intención de acercarse a Bill, me la follaria. Aun así, más y más personas seguían entrando en la vida de Bill, mucho más cuando comenzó con la tontería de cantar.

Aprendí a tocar la guitarra para estar a su lado y acompañarlo, pero luego conoció a esos dos estúpidos que lo miraban como si fuera la 7ma maravilla del mundo. Y Bill que era tan idiota para darse cuenta, les ofreció formar una puta banda.

¿Por qué mierda no podía conformarse conmigo?

Incluso en la puta secundaria, todos hablaban de él, de lo hermoso que era, ¡¡de lo bien que se veía y lo peor de todo es que la mayoría eran unos putos chicos!! Me ponía colérico de todas las malditas cartas que recibía Bill al día. Hasta que un día escuché en los pasillos que hablaban de Bill, como si fuera una chica, fue entonces cuando caí en cuenta.

Ellos pensaban que Bill era una chica, pero estaban muy equivocados. Sí les decía la verdad, Bill dejaría de tener amigos y volvería toda su atención para mí.

Luego de contarles la verdad a ese grupo de chicos, les dije que Bill se encontraba en la piscina, que fueran a cerciorarse por sí mismo que Bill era un chico, fui tras ellos sin que se dieran cuenta. Y allí presencia la cosa más atrás que había visto, nunca.
Sus manos se paseaban por el cuerpo de mi hermano mientras él sollozaba. Me quedé inmóvil, mi sangre hervía de la rabia, pero no podía moverme, no podía. No tengo idea de cuántos minutos pasaron hasta que Bill gritó mi nombre en medio de su sollozo.

Cómo aquella noche…

Llame al conserje que pasaba por ahí para que ahuyentara a esos malditos, corrí hacia Bill mientras los chicos salían disparados del lugar. Tomé a Bill entre mis brazos y lo acerqué a mí.

¿Pero qué mierda había hecho?

“Los mataré a todos los que te hicieron esto Bill” le dije sintiéndome extraño.

Lo levanté del suelo, lo bañé y limpié cada parte de su cuerpo, incluso sus lágrimas y lo llevé a casa. No le dijimos nada a mamá, igual no le importaba una mierda lo que nos pasará.
Esa noche dormíamos juntos como siempre, pero, esa noche en especial miré fijamente a Bill en medio de la oscuridad, inundada de sus sollozos, en silencio yo limpiaba sus lágrimas.
“Perdón por haberte dejado solo Bill” mi voz sonó quebrada por verlo llorar.

“Te prometo siempre estar a tu lado, siempre protegerte, siempre cuidarte. Eres mi prioridad número uno Bill” tome su rostro en mis manos mientras chocaba mi frente con la suya.

“Cuándo algo así vuelva a pasar, no dudes en venir a mí, porque aquí estaré”

Al momento de pronunciar esas palabras, entendí que no sentía culpa por lo que había hecho, porque eso hizo que Bill estuviera aquí, entre mis brazos. Podía escuchar sus latidos en el silencio de la noche. Bill se removió entre mis manos, haciendo que sus labios rozaran suavemente los míos, haciendo que mi corazón se disparase.

En un impulso, acerqué mis labios al rostro de Bill y cerca de sus labios deposité un tierno beso. Sus latidos se confundían con los míos, su rostro tomo un rojo brillante, sus ojos se apretaron cerrados y podía escuchar su respiración irregular.

Después de todo lo que le había hecho…

Era extraño verlo llorar en mi pecho, buscando consuelo, buscando que mis brazos unieran los pequeños pedazos de su alma que yo mismo había roto.

Bill, era tan extraño.

“Buenas noches corazón” le susurré, pensando en qué tal vez, solo tal vez, Bill podía sentir lo mismo que yo.

Perdón TommyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora