Pov Bill
Había logrado persuadir a Tom de acompañarme a este hotel. Se la había pasado todo el día pegado a mi como una lapa luego de haber visto mi estado lamentable de la noche anterior. Apenas y logré ver aquel maldito mensaje mientras Tom estaba en el baño.
Hola Billy, te espero a las 10 pm en el Hotel Hilton, habitación 483, no me hagas esperar.
-David Jost
Estaba llegando al hotel, mis manos sudan como el pelaje de una vaca en verano, los latidos de mi corazón resuenan en mis oídos y siento que en cualquier momento mi estómago devolverá la poca comida que logre ingerir hoy.
¿Para qué quería verme? ¿por qué en un hotel cinco estrellas como este? ¿estaba en peligro? ¿qué haría si David se sobrepasaba como la noche anterior? Lo que había pasado… era solo producto del alcohol, ¿verdad?
Me pregunto, si debí haber dejado que Tom me acompañara…
No, no podía correr el riesgo de que David le contara mi pequeño secreto, mi pequeño y asqueroso secreto.
-Llegamos señor, son 5 euros.
-Oh si, gracias. Aquí tiene.
Bajé del taxi y me dirigí al hotel, una mujer de mediana edad que se encontraba en la recepción me atendió amablemente. Le dije que me dirigía a la habitación 483, pensé que me daría alguna llave o algo, pero no fue así, todo lo que hizo fue avisar a la habitación sobre mi llegada. Sentía como cada segundo que pasaba al llegar a la habitación me cortaban la piel, estaba seguro de que en cualquier momento vomitaría mi corazón que latía en mi garganta.
Finalmente llegué, la puerta estaba frente a mí y una sensación agobiante recorría mi cuerpo.
-Está bien Bill, puedes con esto- Me dije a mi mismo para darme ánimos. Después de respirar profundamente, entré sin tocar.
Ahí estaba él.
-Billy! Me alegro de que hayas venido, solo ¿verdad? - David vestía únicamente un albatros blanco, estaba sentado en una butaca cerca de la cama matrimonial de la habitación, bebiendo una copa de champagne.
- ¿Para qué querías verme? – traté de que mi voz sonara lo más dura posible.
-Oh Billy, tranquilo. Ven acá y tomate una copa conmigo, eso te relajara.
-No voy a tomarme ni mierda contigo David, dime de una puta vez que es lo que quieres para poder largarme.
David, sonreía de una manera que me inquietaba, todo mi cuerpo me gritaba que saliera corriendo.
-Sabes, Bill. Siempre me ha gustado mucho esa parte rebelde y socarrona tuya, supe desde el momento en que te vi que esa cualidad te llevaría lejos, pero – David tomo un control y encendió la televisión- no estás en posición para tener esa actitud conmigo.
Gemidos comenzaron a inundar la habitación, mis gemidos.
“Ah, Tom, Tom, Tom”
El video donde me estaba masturbando se reproducía una y otra vez en el plasma, tan grande, a todo volumen. Me puse colérico, corrí hacía él y le arrebaté el control para apagar la TV.
- ¿PERO QUÉ MIERDA TE PASA? - todo el estrés había sido disparado de mi cuerpo en ese momento, le grite con todas mis fuerzas y golpee su pecho con mis manos lo más fuerte que pude.
No fue suficiente, David me doblaba en tamaño, la fuerza … y la edad.
-Escucha Bill, desde ahora me perteneces. -me tomo de las muñecas fuertemente y acercó su rostro al mío, le escupí.
En un segundo sentí mi mejilla palpitar de dolor, la abofeteada que me dio, hizo cayera en la cama y enseguida se subió encima mío aprisionándome con su peso.
-Escucha precioso, vas a ser mío quieras o no -susurró en mi oído- a no ser que quieras que tu amado gemelo pase a mejor vida, verdad.
Mi corazón se paralizó.
- ¿Te imaginas? El guitarrista de Tokio Hotel hallado muerto o, debería solamente subir tú lascivo video a internet y que el tiempo haga su magia, eh, Billy, ¿qué te gustaría más?
Sus asquerosas palabras rosaban mi oreja, mi cuerpo se revolvía bruscamente debajo del suyo, pero, escucharlo decir eso último… me desmoronó. Las lágrimas comenzaron a desbordarse de mis ojos de manera descontrolada.
-Shhh, no tienes por qué llorar mi vida, yo arreglaré todo.
David acarició mi cabello con una de sus palmas, mientras besaba mi frente y bajaba a mi nariz pasando por mis mejillas.
-Por favor, por favor no. – comencé a suplicarle, removiéndome debajo de su cuerpo, tratando de huir.
Sus manos subieron bruscamente mis muñecas sobre mi cabeza y me miró, recorriendo todo mi rostro asustado.
-Eres tan hermoso Bill, con esa sombra negra delineando tus ojos queriendo verte mayor, pero, lo único que hace es resaltar esa belleza juvenil y delicada-Su lengua lamió mis labios.
- ¡NO POR FAVOR! – mis sollozos se descontrolaron- se supone que eras como un padre para nosotros, ¡PARA MI!
-Oh Billy y ustedes para mí son como mis hijos, tú, el más bello de todos -lamió mi barbilla – tan tierno y delicado, vamos hijo, vuelve a llamarme papi.
Fuertes arcadas recorrieron mi esófago, mis muñecas duelen y mis piernas están inmovilizadas por sus piernas, puedo sentir su erección rozar cerca de mi entrepierna.
Tom
-David, no lo hagas, por favor – mi voz se cubrió de puro terror.
-Es inevitable precioso, solo deja de pelear y disfrútalo -besó mis labios y metió su lengua en mi boca, lo mordí hasta sentir el hierro en mi boca.
- ¡MALDITA PUTA! – me soltó las muñecas, me di la vuelta e intenté escapar de su cuerpo, pero su mano chocó con mi cabeza e hizo que enterrara mi rostro en la cama.
Sentí su otra mano bajar mis pantalones, grité y me revolví sobre la cama.
-Deja de ponérmela tan difícil ¡maldita sea! – sentí el vibrar de mi celular, no, no podía ser- mira nada más que tenemos aquí.
David sacó mi celular del bolsillo, yo gire mi rostro para poder verlo, sostenía el celular con su otra mano mirando la pantalla mientras una sonrisa asquerosa aparecía en su rostro.
-Parece que tu querido hermano está preocupado por ti, deberías contestar y decir que estás bien – deje de respirar.
La mano de David se metió en mis pantalones y tiró hacia abajo exponiendo mi trasero ante él, sobándolo con su mano. Se inclinó sobre mí y dejó el celular cerca de mi rostro, contestando la llamada.
-Hola? Bill? – la voz de Tom sonaba preocupada. De mis labios no salió nada, ¿acaso podía decirle algo? ¿Podía pedirle ayuda? No, tendría que darle explicaciones y eso me llevaría a… No.
-Ahh-hg – sentí los dedos de David entrar en mi cavidad anal, nuevas lágrimas se volvieron a derramar por mis mejillas.
-Bill? ¿Estás ahí? ¿Está todo bien? Bill? – mi amado hermano gritaba asustado.
-Y-yo estoy bien, estoy bien Tom – logré articular las palabras para que sonaran lo más convincente posible.
- ¿Dónde estás Bill? Es muy tarde y es peligroso, dime dónde estás e iré a verte enseguida.
- ¡No, no vengas! – casi grite al sentir la mordida de David en mi cadera.
-Bill, corazón. No me apartes por favor- su voz sonó suave, casi en un susurro suplicante.
Mordí mi labio hasta sentir la sangre resbalar hasta mi barbilla, ahogue un sollozo y deje fluir mis lágrimas. La invasión del pene erecto de David en mi cuerpo me quemaba, su embestida fue tan brutal que sentí que me partía en dos. Lo sentía entrar y salir de forma desenfrenada.
-Bill… -Tom decía mi nombre suavemente por la línea telefónica.
-Perdón Tommy, pero, hoy no llegaré a casa -antes de que me reprochara colgué la llamada.
Deje mi cuerpo inerte sobre la cama, tratando de no pensar en el dolor que le estaban provocando a mi cuerpo, a mi vida, a mi alma. Mis ojos se centraron en la ventana que se movía al mismo vaivén que yo.
El cuerpo de David cayó sobre el mío penetrándome profundamente, sollozos de dolor se escaparon de mis labios, sentía su respiración en mi oído gimiendo.
Tom, tal vez debí dejar que me acompañaras, tal vez debí dejar que te enteraras, tal vez debí confesarte mis sentimientos y dejarte…
Tom, ven y sálvame.
Después de unos minutos David gimió sonoramente, lo sentí salir de mi cuerpo y enseguida un líquido viscoso resbala de mi entrada abierta. Sus toscas manos giraron bruscamente mi cuerpo, sus labios se posaron sobre los míos y separo mis piernas para volver a penetrarme fuerte.
Tom, definidamente, no volveré.
Perdóname, Tommy.

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Perdón Tommy
Fiksi PenggemarBill tiene un secreto que se llevaría a la muerte o eso era lo que pensaba.