Si Riko hubiera vivido.

Capítulo 23: Amapolas

Resumen: Amapolas (rojas): símbolo de sangre, sacrificio y esperanza de un futuro pacífico

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Riko corre más rápido que nunca. Es una carrera ruidosa y torpe, y la fuerza de sus plantas golpeando el suelo hace que sus heridas se reabran, pero sus pies encuentran apoyo de todos modos. Con cada centímetro de terreno que cruza, los árboles que se avecinan en la distancia se acercan y se pregunta si Gojo los dejó en pie para este propósito exacto - Ya casi llegamos - jadea Riko a Hana y Pāru. Su respiración es irregular al entrar y salir de su boca, y sus pulmones arden por el esfuerzo excesivo.

Los ecos de los gritos y la destrucción persiguen a Riko como perros enojados, pero el alivio la inunda cuando se da cuenta de lo lejos que está del caos. Sin embargo, dura poco cuando un grito estridente que ella sabe pertenece a Utahime rompe la cacofonía del sonido.
Cuando finalmente atraviesa el borde del bosque, continúa corriendo hasta que sus lágrimas y cansancio finalmente la hacen tropezar con una gruesa y perdida raíz de árbol. Se recupera antes de causar un daño significativo, pero le duele lo suficiente como para saber que esto es lo más lejos que puede llegar. Presiona su peso contra el árbol más cercano a ella y hace una mueca mientras se desliza por su corteza hasta el suelo del bosque.

- Mierda - susurra Riko para sí misma cuando saca su teléfono del bolsillo y ve que está apagado. Al presionar el botón de encendido, le da vida a la pantalla, esperando que Toji solo la haya apagado en lugar de romperla. Cuando suena el familiar tono de encendido, ella deja escapar el aliento que no sabía que estaba conteniendo - Por favor contesta - canta en voz baja en la quietud del bosque mientras se acerca el teléfono a la oreja - Por favor contesta -.

- ¿¡Hola, Riko !? - Llega la voz frenética de Geto desde el otro lado del teléfono: -  ¿Qué está pasando? Lo siento mucho, mi misión dio un giro inesperado y no he tenido servicio hasta llegar a Tokio. Ya casi llego a la escuela, pero Satoru y los demás no responden mis llamadas, tu teléfono ha estado apagado — espera, ¿estás llorando? -.

- Estoy tan feliz de escuchar tu voz - gime Riko en voz baja, luego continúa después de recuperar la compostura - No vayas a la escuela, no hay mucho tiempo. Encontrarás a Utahime y Satoru con bastante facilidad en un claro cercano. Yo seré un poco más difícil de encontrar -.

- ¿Y eso que significa? - Geto pregunta, sonando desamparado: - Satoru y Utahime pueden arreglárselas solos, ¿dónde estás? -.

- Yo también puedo manejarme sola - dice Riko, forzando las palabras a superar la culpa que amenaza obstruir su garganta, luego suspira - Utahime y Satoru están peleando, y yo corrí - hace una pausa, sollozando - los dejé solos para morir contra Zen'in, eh, Fushiguro. Supongo que se casó.

- Sí, escuché los mensajes de voz de Satoru - dice Geto en un tono entrecortado - porque claramente el estado civil de ese imbécil es la parte más interesante de todo este lío - Un momento después, su voz es más suave, más desesperada - ahora dime dónde estás -.

- Estoy en el bosque - llora Riko en voz baja - lo que queda de él, de todos modos. Por favor, apúrense, Hana y Pāru… - se calla, incapaz de formar las palabras que necesita.

- Lo sé, paloma mía, lo sé - tranquiliza Geto - lo siento mucho, te prometo que ya voy -.

- Se están calentando, Suguru - suplica Riko mientras una nueva avalancha de lágrimas moja sus mejillas - Se esconden en mi camisa y se sienten tan calientes que se supone que deben tener frío - hace una pausa cuando escucha una rama cercana chasqueó - Tengo que irme, lo... -.