q u i n c e

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Pov Germán;

Siete minutos. Siete minutos pasaron desde que la miraba detalladamente mientras revolvía ese café, amargo, como le gustaba.

Ese café típico de varias discusiones tontas sin sentido, como la mayoría que buscaba crear con tal de verla sacarse de sí misma para ganarme. Buscaba llevarle la contraria de todo solamente para que su mirada esté fija en mi, cambiaría simplemente que sus ojos sean más suaves y sus palabras menos tercas pero yo la provoco y me encanta hacerlo. No puedo decir nada.
Si supiera que ni me interesa tener la razón, simplemente verla hablar y hablar, diciendo mil palabras por segundos del por qué de ésto y aquello, volverse un tómate de enojo tierno y después comprarla nuevamente con algún chamuyo. Eso quería.

Le habrá dado tantas vueltas ya con la cuchara que hizo que seguramente perdase sabor propio.
Sus ojos se intentaban cerrar cada tanto, pero trataba de que no pase masticando una galletita mientras esperaba que el líquido que llevaba la taza se enfriara un poco para poder tomarlo aunque no la ayudaba mucho.

Mientras me cebaba un mate cuidaba de que no se lo tirara encima y se quemara. Sé que esa idea está lejos de que pase, capaz simplemente quiero observarla un poquito más.
No sé por qué le cuesta tanto levantarse, no es como que no durmiera de noche, de hecho lo hace como un tronco y pegada a mi. Por si el universo me escucha no es una queja.

Su cabello estaba desordenado, pero le quedaba bien. Cuando la conocí lo tenía por los hombros, hoy lo tiene por la mitad de su espalda y un poco más, ondulado, cada uno de sus mechones tomando un rumbo distinto pero encontrándose al final de éste para volverse uno solo.

Su frente estaba arrugada. Sonreí de lado porque la conozco tan bien que seguro está incomoda en esa silla y no puede dormir bien por eso, ni así va a aceptar que es hora de que se rinda, se despierte y tome su café.

Tal vez estoy siendo un poco ignorante, podría despertarla y decirle que lo haga, tranquilamente podría pero acepto que la vista de ella así, tan relajada me hace querer no tocarla ni moverla, también el simple hecho de que si lo hago estoy más cerca de tener que despedirme de ella e irme a mi departamento a editar.

Me cebo otro mate en silencio revisando mi celular, hoy tenía ganas de prender stream y jugar algo. Espero que esas ganas me duren hasta las ocho de la noche, habrá pasado banda desde la última vez que prendí, el chat me va a matar.

Solo para comprometerme decidí subir una historia, me conozco y sé qué posiblemente me dé paja. Muevo mi pierna mientras veo un filtro de los que me gustan a mi, voy probando el que menos sentido tenga.

Escucho un suspiro pesado a mi derecha, saco mi vista del celular y la poso en mi única compañía en la sala. Luego de bostezar estiró sus brazos desperezandose.

— Creo que me dormí, —sus ojos estaban chiquitos, todavía no los podía abrir bien porque la luz le molestaba, dejé mi celular de lado y con una sonrisa me acerqué a ella— ¿Qué hora es?

— son las nueve y algo, casi diez —hizo un puchero, conociendola de humores en las mañanas, está chinchuda. La observo mientras acerca su taza a sus labios, lo baja desganada. A comparación de otras veces, y siendo muy raro, no le gustó nada su propio café— ¿Se enfrió?

— Si, soy una boluda —infló sus cachetes— ¿Recién preparaste tu mate? —le asentí pasándole uno, de mala gana lo agarró, odiaba tomar mates antes de su café.

— Si no lo vas a disfrutar como se merece me lo podés devolver tranqui —me hizo seña de silencio, solté una risita despacio.
Volvió a cerrar los ojos mientras lo tomaba, su frente enojada la hacía ver adorable. Se tomó su tiempo— ¿Y? ¿Ta' bueno o no ta' bueno?

𝘼𝙏 𝙉𝙄𝙂𝙃𝙏 : ̗̀➛ 𝘎𝘦𝘳𝘮á𝘯 𝘜𝘴𝘪𝘯𝘨𝘦𝘳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora