v e i n t i c u a t r o

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Narrador Omnisciente

— Listo pa perfecto, que tengan linda noche

Ambos jóvenes voltearon sonriendo al chófer más capo que les pudo haber tocado esa noche, quién no dejó en ningún momento de hablar y hacerlos reír por sus pensamientos acerca de la generación de hoy en día.

— Que tipazo, cuando llegue a su edad quiero ser como él

— ¿En todos los sentidos?

—Todos —expresó orgullosamente— desde aplastar mis nalgas en un auto todo el día y viajar, hasta llegar a mi casa y estar con mi mujer con veinticinco años de casados

— Un perro llamado Corcho —recordó ella.

— Y cuatro hijos

— Él mencionó tres

— Por ahí me toca una mujer a la que no le gusten los números impares —sintió la mirada de ella así que sonrió sabiendo que lo entendió perfectamente.

Ella no hizo más que asentir con una sonrisa llegando a la entrada del edificio, pasaron por ésta y se ubicaron frente al ascensor esperando que baje. El lugar estaba tranquilo y en silencio, cuando las puertas se abrieron pasaron.

Traía un espejo de mitad de cuerpo, ella se examinó en él haciendo una mueca rara. Su maquillaje estaba corrido y el hermoso color de labios que había usado para aquella noche se veía desgastado por el alcohol y uno que otro pico de por ahi. Porque si, después de aquel gran beso, llovieron unos pares durante la noche y a las oscuras.

Pensar en la manera que buscaba el de rulos de darle picos sin ser descubierto era tan tierno y la hacían sonreír como ahora, una risita graciosa se escapó de sus labios captando la vista del mencionado en su conciencia.

— Contá dale, así nos reímos los dos —guardó su celular en el bolsillo recostandose sobre el metal, las manos en sus bolsillos y esa pose tan descaradamente sexy lo hacian quedar bien, muy bien.

— Nada, cosas mías —quedó seria, tenía que mantener los pies sobre la tierra sin ser muy obvia— si te cuento me quedo en ridículo, si me quedo en ridículo es una gran ventaja de que te burles de mi y eso no va a pasar nunca

Si hay algo que delata lo nerviosa que se pone es cuando comienza a hablar mucho y eso Germán lo sabía, no porque sea obvia, ella también se lo había mencionado en voz alta alguna que otra noche de charlas largas. Desde ahí siempre sabe cuándo se pone así, y en muchos casos pasaba cuando estaba con él y eso lo enorgullecia.

— Ajá —simplemente le sonrió creyendole nada. Como ella se cubría el cuerpo con sus brazos quedando pensativa. Desde acá se podía ver la capa de seguridad que buscaba imponer entre los dos.

o es actuar ahora o nunca”

— ¿Tenés frío? —preguntó con pura inocencia, ella arrugó su frente viéndolo acercarse.

— ¿Qué? No, estoy bien...

— Que tenés fríoo —exclamó con vos yierna. La rodeó entre sus brazos en un tierno abrazo, la verdad que si es por él le agarraba de la mano desde que bajaron del auto e incluso la abrazaba apenas subían a éste desde la joda. Solo que tuvo que respetar que ella tal vez se sintiera un poco rara con esta nueva manera de tratarse y la entendía, pero no iba hacerlo por mucho. Las ganas de tratarla así ya iban en aumento y claramente estaba que no podía disimular más, se puso contento cuando sintió como pasaba de estar tensa a relajarse.  Agradecía tanto que el ascensor de su edificio esté en las últimas y que tardase tanto en subir.

Pero no todo es para siempre, las puertas se abrieron y reconocieron al toque el pasillo a sus departamentos. Ni loco iba a soltarla así que dió el primer paso él prendido todo lo que podía por ella. Un cargoso mal.

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⏰ Última actualización: Oct 02 ⏰

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𝘼𝙏 𝙉𝙄𝙂𝙃𝙏 : ̗̀➛ 𝘎𝘦𝘳𝘮á𝘯 𝘜𝘴𝘪𝘯𝘨𝘦𝘳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora