Capitulo 10

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En esta vida todos tenemos problemas, problemas personales, laborales, etc. Cada quien llevaba a cabo su lucha personal, su lucha contra el mundo. Es así como empecé la manera de pensar para minimizar lo que estaba sintiendo.

Por las noches pensaba en demasiadas cosas, cosas que no tenían solución en aquel momento para mí, como lo dije, llevaba mi propia lucha personal; decidí pensar en como dormir fácilmente así que comencé a buscar soluciones. Me di cuenta que al realizar ejercicio diariamente mi cuerpo terminaba completamente cansado y también al llevar a cabo una vida ayudando a los demás sin ayudarme a mi misma, evite mis problemas y cuando me sentía estresada solo lo ignoraba como siempre. Pasaron los días y cansada de no dormir lo suficientemente bien decidí llevar una vida más social, relacionarme con personas, tener amistades y poder hablar con alguien; en ese momento sentía que necesitaba a alguien en quien confiar, (otra vez).

Estaba parada enfrente de la casa de mi amiga Jazmín, quien muchas veces fue mi cómplice para escapar de casa. Me quedé pensando un momento más, no me sentía segura de tocar la puerta. Finalmente toque y espere.

-¡Ackeli estás aquí! -dijo Jaz muy emocionada-.

-Si, cuánto tiempo sin vernos -me sentía un poco incómoda pero Jaz realmente supo cómo manejarlo-.

Entré a su casa y no era nada nueva para mí, constantemente la visitaba cuando mis padres no estaban en casa. No conocía muy bien a la familia de Jaz porque sus padres siempre estaban de viaje y su hermano estaba en casa de sus amigos; pero si conocía bien a Jaz.

Nos sentamos en la sala, nos pusimos al corriente sobre nuestras vidas, obviamente no le conté más allá de que me mudé de casa y por ello no mantuve contacto con mis demás amistades; ella me contó como la relación con sus padres era complicada y como constantemente su novio la engañaba.

Después de platicar vimos televisión, nos acostamos en los sillones y pasamos el resto del día juntas.

Regresé a mis casa por la noche, todo seguía totalmente igual a cuando me fui. Entré, subí las escaleras y vi mi habitación, se veía sola, triste y deprimente. Pero dejando eso de lado, me acosté y traté de dormir.

Desperté, el sol iluminaba mi rostro y me preguntaba cómo estúpidamente dormí con las cortinas abiertas, me levanté y miré hacia mi ventana, la calle se veía siempre vacía. Me cambié y fui a casa de mi amiga Jaz, para ser sincera me agradaba más su casa que la mía, su casa tenía un aspecto moderno, lo que más me gustaba era el centro de mesa, tenía una característica muy particular, era el motor de un automóvil con un vidrio grueso arriba formando un gran rectángulo y ni hablar de la gran colección de automóviles que tenían, era increíble; hasta dónde sabia su papá era fan de los automóviles.

Llegué a su casa, toque la puerta con más seguridad que el día anterior y Jaz me dirigió a la sala.

-Ackeli, te extrañe mucho -dijo Jaz con un tono muy cálido y me abrazo-.

-Apenas pasaron solo unas horas desde que nos vimos, vamos, veamos una película y comamos algo -dije tratando de ocultar una sonrisa-.

Vimos una película, escuchamos música a todo volumen y después al anochecer me fui a casa.

Entre a mi horroroso hogar, pero no era horrible por el aspecto, sino más bien por la depresión que se sentía al estar ahí; al parecer mi madre se desboronaba aún por mi padre; no sabía cómo ayudar a mi madre, era muy necia cuando hablaba con ella, nunca comprendía alguna opinión y mucho menos me tomaba tanta importancia, sin embargo siempre trataba de llamar su atención.

-Ma. ¿Está todo bien? -pregunté-.

-No Ackeli, no, que no vez que todo está mal, mírate, eres un desastre, ocúpate de tus problemas, arréglate más, te vez fatal e incluso ya engordaste -dijo en un tono muy agresivo-.

Salí y pensé, corrí hacia mi lugar seguro, corrí tanto que me quedé sin energías, me senté y pensé que talvez mi madre se sentía tan mal y talvez no quiso decir todo, talvez estaba enojada y aparecí yo como un buen saco de boxeo y mi madre lista para golpearme. Me tranquilice y nuevamente ignore lo que pasaba.

Ackeli y las marcas en su memoria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora