Capitulo 13

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Recuerdo que esa noche no pude dormir, sé que todos pasan por algo pero porqué tener que sobrevivir a ello; además de eso lo que me dolía mas de todo era que no podía hablarlo, un sentimiento me invadía constantemente que me carcomía por completo.

Paso una semana, deje de visitar a Jaz por alguna extraña razón, también no volví a ver a mi padre. Pero vamos, aún tenía algo bueno por lo cual quedarme; nunca en ningún momento comencé a llevarme bien con mi abuela Estefi como en estos momentos, vi mi vida de una manera más positiva, no quería joderme por completo y entonces ahí está yo, tratando de encontrar motivos para quedarme.

Mi abuela Estefi empezó a encariñarse con mi familia, como no hacerlo, ella vivió sola por demasiado tiempo; considero que la soledad es hermosa pero que también puede lastimarnos; después de todo mi abuela era un ejemplo de ello. Ella no tuvo una vida fácil y yo no me di cuenta hasta que ella me contó todo lo que le ocurrió, se fue de casa a los catorce años para poder sobresalir, toda su vida a trabajado para mantenerse, sufrió demasiadas cosas y todas aquellas me los había confiado a mi; me encanta escuchar las historias de las personas mayores, por alguna razón de sus historias trato de aprender y valorar más el momento en el que estoy viviendo.

Paso tanto tiempo desde que nos mudamos con mi abuela que no lo había notado, tanto que me sentía mejor después de todo lo que pasó. Y me empecé a sentir mejor por mi abuela, porque sentía su apoyo y a pesar de no poder hablar las cosas sentía que ella lo entendería.

Pasaron los meses y Eliot dejó de visitarnos, lo más extraño es que solo era él quien dejó de ir. Me alegro saber que no volvería a verlo, sea lo que sea que le ocurrió dejo de preocuparme. No había olvidado lo que me hizo pero tampoco valía la pena recordarlo.

Mi madre cada vez se veía mejor y talvez era porque veía a mi padre de vez en cuando. Mi padre es el tipo de persona que se enoja fácilmente, siempre he dicho que las personas como él le hacen daño a las demás, las personas que no saben controlar sus impulsos no solo se lastiman a ellas misma, también lastiman a los que los rodean; y lo peor es cuando prometen cambiar y no hay un cambio, pero vamos, dicen esa estúpida frase de "el amor es ciego", quien claramente no se refiere a ese tipo de amor.

Si les soy sincera odio una parte de mi familia y una de ellas era que mi padre trataba a mi mamá como si valiera menos, y desgraciadamente mi madre no lo veía así, ella siempre decía que teníamos que entenderlo. ¿Cómo entiendes a alguien que golpea a tu madre constantemente?, al parecer la agresión física se hizo normal para mí madre, ella siempre regresaba con él, lo perdonaba y decía que era por nosotros, sus hijos.

Mi abuela Estefi sabía todo acerca de las separaciones de mi madre, ella no la juzgo y siempre que lo necesitaba nos apoyaba. Mi abuela ahora era mi ejemplo a seguir, comencé a admirar cada parte ella, desde su carácter hasta su forma de expresarse, realmente ella era una persona muy fuerte y valiente.

Seguía pasando el tiempo y convivíamos más con mi abuela, especialmente yo, siempre que podía acompañarla lo hacía.

Enero del 2021

Se dice que las malas noticias no son malas, sino más bien nosotros vemos las cosas desde nuestro punto de vista, pero nada viaja tan rápido como las malas noticias y me hubiese gustado no llegar a este momento.

-Ackeli, tenemos que hablar -dijo mi madre muy seriamente-.

-Si, vamos -camine mientras pensaba en que diría y porque me lo diría a mi-.

-Ackeli, sabes que te quiero mucho a ti y a tus hermanos, he estado pensando bastante en ustedes, en mi, y tu padre a hablado conmigo, él de verdad a cambiado y a prometido ser una persona diferente -dijo sutilmente- estoy considerando regresar a vivir con él.

En ese momento me quedé perpleja por lo que acababa de decir, creí haber escuchado mal pero al parecer su mirada terminaba por decirlo todo. Pensé que decir pero lo que diría decepcionaría a mi madre, me enoje tanto que quería explotar en ese momento pero respiré, me calme y dije lo que ella quería escuchar, después de todo quería ser quien ella quería que sea.

-Si, está bien, lo que tú decidas lo apoyaré -le dije lo más tranquila que pude pero mi enojo resaltaba en mi mirada, después de todo los ojos hablaban siempre con la verdad-.

Salí de la habitación y le di un golpe a la pared, para cuando me di cuenta ya era demasiado tarde, mis nudillos estaban sangrando y nunca antes lo había hecho, sentí que llegué a mi límite, me senté y traté de respirar, mi pulso se aceleraba cada vez más, me faltaba el aire y en lo que más pensaba es que una vez más mi madre había caído en las mentiras de mi padre.

Pasaron tres días desde aquella noticia pero no conciliaba el sueño, todo por lo que pasamos y volveríamos al mismo punto. Me encontraba sumergida en mis pensamientos, acostada en mi cama y pensando en cuál era la mejor etapa de mi vida hasta ahora y de repente llegó un recuerdo, fue aquel día de mi niñez en el que jugaba con mi hermana y todo era diversión, armábamos casitas con las cobijas de nuestra cama y un par de cajas, pasábamos el rato, al mismo tiempo también recordé que mi padre nunca estaba, solo estábamos mi madre, mi hermana y yo, por alguna razón el recuerdo que tenía en mente ya no era feliz, se torno triste, pensé el porque mi padre nunca estaba en casa y al tiempo en el que fui creciendo entendí muchas cosas, mi padre trabajaba pero al terminar siempre se iba de fiesta con amigos y con sus íntimas amigas; claro que a la edad de seis años nadie notaría aquello. Es triste pensarlo pero lo más triste era ver a mi madre no poder salir de ahí.

Seguía pensando y ya eran las dos de la madrugada pero ahora pensaba en un motivo para apoyar a mi madre, pensé y pensé pero no había nada. ¿Cómo alguien dice amar sin respetarse a si mismo?, me hacía preguntas y no encontraba respuestas, talvez era demasiada ingenua para saberlo. Mi madre siempre decía que amaba a mi padre pero como amas a quién te lastima, me gustaría que de verdad pensara en sus hijos más que en su matrimonio, mis hermanos se sentían tan solos y tan descuidados que se notaba, pero para mi madre mi papá era su prioridad número uno.

Ackeli y las marcas en su memoria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora