Capitulo 8

79 69 1
                                    

Pensé en contarle a alguien más lo que estaba ocurriendo así que puse en marcha mi plan de encontrar a alguien de confianza y poder hablar con esa persona. Bajé al comedor pero escuché una voz de mi tía que estaba hablando con mi abuela; entonces baje lentamente y me quedé escondida a un lado de la escalera, el comedor estaba a unos metros de la escalera pero no podrían verme.

-Suegra Estefi, tengo algo que decirle, es algo muy privado es por ello que vengo a solas para informarle lo que sucede, no quiero que le diga nadie por favor -dijo mi tía Samantha-.

-Dime que pasa, te prometo mantenerlo en secreto -le respondí mi abuela Estefi preocupada-.

-Es que vengo de la casa de mi madre, y ¡ay por Dios!, -mi tía se soltó a llorar- mis sobrinas están acusando a mis hijos de violación.

Me quedé callada y perpleja, no era la única víctima de mi primo, realmente ahora podía hablar y me creerían, sabrían que todo es verdad.

-No puede ser, pero. ¿Por qué? -dijo mi abuela Estefi muy asombrada-.

-Yo no sé bien que es lo que está pasando pero usted sabe que mis sobrinas pasan mucho tiempo con mis hijos y mis hijos son incapaces de cometer cualquier acto de violación -dijo mi tía-.

-Se que tus hijos no harían tal cosa pero. ¿Por qué tus sobrinas están mintiendo? -dijo mi abuela algo inquieta-.

-Talvez es porque quieren llamar la atención -dijo mi tía-.

Me quedé asombrada con las palabras de mi tía, es decir, sabía que una madre defiende a sus hijos a capa y espada pero no podía creer que mi abuela también lo hiciera, talvez no conocía bien a las otras primas de mis primos pero sé que dicen la verdad porque también yo lo he vivido. Entonces subí a mi cuarto y traté de fingir que estaba bien pero estuve pensando y armando la información que tenía como si fuese un rompecabezas y justo cuando tenía todas las piezas no podría hacer nada al respecto porque yo no era tan valiente como para poder hablarlo.

Pasaron tres días desde aquel momento en el que supe sobre la denuncia de mis primos pero no tenía nada de información reciente, talvez podría ayudar diciendo la verdad así que espere un poco más para saber. En ese momento llegó toda la familia de mi tío Jacinto y baje a cenar.

Todo estaba totalmente normal, como si nada hubiera pasado; todos fingían estar bien pero como yo supe lo de mis primos sé que notaron mi indiferencia hacia ellos, entonces termine de cenar y fui a mi cuarto.

-Puedo pasar -escuché la voz de mi primo al otro lado de la puerta-.

-¿Qué quieres? -pregunté algo inquieta y preocupada de que quería ahora-.

-Solo quiero hablar -abrió la puerta en ese instante-.

Quedé inmóvil al verlo, tenía tantas preguntas y muy pocas respuestas. No sé ustedes que reacción tendrían al estar frente a frente con una persona capaz de lastimar a otra. Espere en silencio para ver qué tenía por decir.

-Ackeli sabes que yo no lo hice -dijo mi primo descaradamente-.

Sinceramente no dije nada, no tenía palabras por decir y aún sino las tenía tampoco era tan valiente de poder decirlo.

-Ackeli por favor, debes creerme -dijo mientras se acercaba lentamente a mí- sabes que yo no te lastimaría y mucho menos haría algo que tú no quieras.

-¡No te me acerques!, la verdad no sé que pensar de ti, todo este tiempo solo me querías para aprovecharte de mi -dije enojada y confundida-.

-Claro que no, contigo es diferente, yo te quiero -dijo con descaro-.

Me quedé perpleja ante su repuesta, "quererme", no sé mucho acerca de ese concepto pero sé que si me quisiera no me haría daño y no haría lo que no quisiera que haga conmigo.

De pronto escuchamos la voz de mi tía.

-Ale vámonos, tenemos que irnos -le dijo molesta a Ale-.

Pasaron dos semanas y todo siguió normal, mis primos fueron demandados pero nadie les creyó a sus primas ya que dijeron que solo lo decían para irse a vivir a otro lado. Me pareció muy estúpida su justificación y yo creía fielmente que decían la verdad pero sino les creían a ellas mucho menos a mi. Al final del día mi madre tampoco me escuchaba; nuevamente estaba sola.

Ackeli y las marcas en su memoria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora