Capítulo 19: La calma antes de la tormenta

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(Unas horas antes, en la oscura cueva...)

Draknar estaba drenando toda la magia que había obtenido del dragón purpura en su batalla anterior, rompiendo poco a poco las estatuas que quedaban de los otros Hunters. Finalmente, luego de horas, un brillo cegador pero siniestro a la vez, procedente de las estatuas, inundó la cueva. Cuando terminó, un grupo de 7 simios siniestros, igualmente envestidos de armaduras de colores negro y púrpura oscura, se mostraron frente a él. Uno de ellos era el de mayor tamaño y como arma principal tenía larga y recta espada negra, como si reflejara su alma interior.

"Finalmente" anunció, "Estamos reunidos todos los cazadores de dragones..."

"No todos, Morgaus" dijo otro, que poseía un enorme y grueso kanabo que levantaba con una gran fuerza, "Parece que dos de los nuestros han sucumbido"

"Es verdad..." dijo otro, que llevaba una larga hoz, "¿Qué les sucedió a Vorax y Malphas, Draknar?"

Draknar no quería responder, y desvió la mirada, furioso.

"Déjame adivinar" dijo otro, en cuya espalda de la armadura llevaba dos chakraam, "Intentaste llevarte toda la gloria capturando al nuevo dragón púrpura tú solo que no estimaste su poder y el de sus acompañantes y tuviste que usar de escudo a Vorax y Malphas para salvar tu propio pellejo"

"Demasiado preciso para adivinar, Saluk" respondió Draknar.

"Quedarnos como estatuas tal vez afectó tu mente, para no recordar que tengo la habilidad de leer la de los demás"

"Se supone que nuestra única regla era de no matarnos entre nosotros si queríamos poseer el gran poder de un dragón púrpura" habló otro que poseía un tridente.

"Y lo sigue siendo, Umbra" dijo el principal, Morgaus, "Solo que Draknar no ha cumplido con ello... y debería ser castigado"

"¡¿Castigado?!" exclamó este, indignado, "¡Os he liberado! ¿Así me lo quieren agradec...?"

Pero justo entonces, se tambaleó pues, a pesar de robar energía de Spyro, esta no es fácil de manipular para alguien que no es un dragón, más aún si es una criatura de oscuridad que ha robado energía positiva.

"Es una muestra de tu inexperiencia, Draknar" le dijo Saluk, "Para cazar a tu presa la primera es fijarla y buscar separarla de la manada, no enfrentar a todo el grupo junto. De lo contrario, se debe crear una estrategia, no guiarte por las palabras de Malphas. Una cosa son las palabras; otra, vivirlo en carne propia. Además, nuestros poderes han disminuido por el largo tiempo petrificados, era lógico que perdieras"

El del kanabo se lo puso encima de su hombro derecho. Aunque el arma parecía pesada, este tipo la levantaba con suma facilidad. No obstante, parecía que al arma le faltaba un par de dientes.

"Ya tengo ganas de aplastar algo" dijo, "¿Vamos por el dragón púrpura y sus amigos, o castigamos primero a Draknar por sacrificar a dos de los nuestros?"

"Espera Goliat, aún puedo dar pelea..." intentó decir Draknar, pero era obvio que estaba agotado.

"No lo intentes" dijo otro hunter más, este no llevaba un arma en sí, pero tenía una gran gema en el pecho, la cual reflejaba como un espejo, "Es claro que drenar el poder de un dragón púrpura es difícil incluso con nuestros orbes"

"Eso me recuerda..." dijo Umbra, "¿Qué hay de nuestra arma especial?"

"Solo tenemos las dos primeras piezas: un cristal oscuro y la daga que tendrá la forma" dijo Saluk, "Para terminarlo necesitamos dos ingredientes más, y uno es un cristal que ha sido bañado de los rayos de un sol naciente"

La Leyenda de Spyro, Los Dragon HuntersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora