La señora Rosa Cavendish casi podía sentir que su hijo se lanzaría del auto antes de que ella lograra estacionarse.
—¿No es increíble, mamá? —dijo Rehan, saliendo del vehículo sin esperar respuesta.
Su madre lo siguió, rodando los ojos ante su entusiasmo.
—Es muy bonito —admitió, admirando el edificio—, pero aún no me convence que estudies artes. Y sé lo que hiciste con la abuela —le recriminó.
—No mentí en nada, solo informé que ella estaría aquí —se defendió él con cinismo.
—Eres igual a tu padre —suspiró exasperada—. Sabes que odio que te enfrentes a los Montalván; es ridículo.
Rehan se sorprendió por la actitud de su madre; no esperaba que ella comprendiera lo que él sentía sobre la situación.
—¿De verdad lo crees? —sonrió atónito.
—Sí, bueno. He pensado que es triste que prácticamente estés estudiando artes por una competencia —se reclinó en el auto con la mirada reflexiva—. Además, si no fuera por la rivalidad de años, ¿Quién quita que tú y Kalani podrían haber sido amigos?
Rehan se pellizcó sutilmente, comprobando que no estaba en un sueño extraño.
—¿Entonces...? —pensó bien lo que diría; el tema de la rivalidad de las familias era sensible—. ¿Podría ser amigo de Kalani?
Su madre lo vio con el ceño fruncido y Rehan se apresuró a hablar.
—No es que quiera serlo —aclaró—, pero si se diera la ocasión...
Su madre relajó los hombros.
—Supongo que Kalani no es mala; cuando ustedes eran niños, no lo parecía —suspiró—. Tal vez ni siquiera Marcel Montalván lo sea. La pelea se dio hace mucho entre los abuelos.
Aunque las palabras de Rosa Cavendish no eran muy convincentes, Rehan sintió que era un avance enorme que su madre pensara en la idea de que los Montalván no eran malvados.
Sin embargo, aquella ilusión se vio quebrantada cuando un Mercedes Benz negro se estacionó frente a ellos, dejando ver al señor Montalván con su porte serio y su traje de saco y corbata perfectamente planchada, seguido de su hija y su sobrino.
La sola imagen imponente fue suficiente para que la señora Cavendish recuperara la postura.
—Buenos días —saludó Rosa Cavendish cuando pasaron junto a ella.
—Buenos días —dijo Marcel Montalván con sequedad y desdén.
La señora Cavendish lo notó y no ocultó su irritación, pero decidió respirar profundo y darle a esa familia una última oportunidad.
—Kalani, qué bella está esta señorita. Suerte en la audición.
La chica la miró sorprendida, sin dejar su postura firme. Quería darle las gracias, pero eso le traería fuertes consecuencias. Para desgracia de todos, fue su padre quien respondió por ella.
—Lo ves, Kalani. Esto es lo que pasa cuando intentas estudiar en estos lugares artísticos; la gentuza cree que está a tu nivel —le dio una mirada despectiva a la señora Cavendish—. Mi hija es perfecta; el único que necesita suerte es su muchacho y su carencia de talento.
—¿Cómo se atreve? —Rehan tomó a su madre del brazo para que no se lanzara sobre él.
Kalani miró a su padre y se aclaró la garganta.
—Padre, no vale la pena gastar energías en gente insignificante —dijo con calma. Rehan notó cómo la chica evitaba a toda costa mirarlos.
—¿Cuántas veces te he dicho que no me interrumpas? —le recriminó con la mandíbula apretada—. Pero tienes razón, no lo vale —dijo antes de seguir su camino a la academia.
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Las flores crecen en invierno
Teen Fiction.................❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀~✿.................. Kalani anhelaba fervientemente entrar en la prestigiosa Academia de Arte Lumière, donde las mentes creativas florecían y encontrar su camino lejos del negocio familiar. Sin embargo, su entusiasmo se...