Capítulo 9: Flor de Mayo

18 3 15
                                    

La academia Lumière abrió sus puertas al nuevo ciclo escolar. Aquel prestigioso lugar, donde pocos tenían la oportunidad de estudiar, no sabía que allí se desarrollaría una de las historias más dramáticas que jamás se habían visto en el teatro.

Las maletas de los futuros artistas y estrellas estaban esparcidas por todas partes, mientras las pantallas mostraban la asignación de las habitaciones para cada nuevo estudiante.

Rehan Cavendish miraba los monitores buscando su apellido cuando sintió la presencia de alguien a su espalda.

—Hola, pequeño cactus —reconoció la voz burlona de Brisa Farfalla.

—Hola, escamas —le devolvió en el mismo tono, a lo que ella gruñó.

—Son lentejuelas, no escamas —le dio un golpe usando la flauta que traía consigo.

—¡Hey! —se quejó, acariciándose el brazo—. Sin maltrato.

—Brisa, cariño, ni una persona merece ese trato —John Beltmort le rodeó los hombros en un abrazo—, y Rehan tampoco.

Rehan no le prestó atención a su comentario, estaba más atento a su alrededor, pues si John estaba ahí, el frío crisantemo tenía que estar cerca.

Curiosamente, y como no podía ser de otra manera, Rehan visualizó a Kalani del otro lado de la habitación. Toda la decisión de alejarse de su rival se desvaneció en ese instante; el joven Cavendish se molestó consigo mismo por ser tan débil. También regañó a su cuerpo impulsivo por caminar hacia ella sin consultarle primero al cerebro.

—Kalani —la llamó en un débil susurro.

La pequeña Montalván se tensó, abrió su boca un par de veces para responder, pero las palabras se le quedaron en la garganta.

Kalani, acostumbrada a huir ante los momentos tensos, solo se giró para alejarse, pero Rehan no la dejaría escapar tan rápido.

—No, espera —la detuvo de la muñeca, sintiendo una corriente extraña atravesar sus dedos.

Kalani se soltó de su agarre antes de que él notara su piel erizada.

—Cavendish —volvió a su particular voz sin emoción, como la típica Montalván que Rehan conocía, pero que no era más que una fachada.

—Deja de hacer eso, Kalani —rodó los ojos, exasperado.

—No tengo la menor idea de lo que hablas —colocó las manos a sus espaldas en un intento de que el chico no notara cómo se estrujaba los dedos por la tensión.

—Claro que lo sabes. Desde el primer día te esfuerzas en huir en lugar de afrontar las cosas. Estoy cansado de esto.

—Entonces deja de intentarlo, Rehan —Kalani sacudió la cabeza y apartó la mirada—. No podemos ser amigos y lo sabes. No encajamos ni con pegamento.

—No quiero ser tu amigo tampoco —se acercó con descaro, lo que dejó sin palabras a Kalani—. ¿No era obvio?

—No digas estupideces, Rehan —se aclaró la garganta en un intento de fingir normalidad, aunque era innegable que la presencia del Cavendish la afectaba de muchas formas.

Una sonrisa burlona se dibujó en el rostro del joven al ver las mejillas coloradas de la chica.

—Por favor, Kalani, solo hablemos —cambió su tono por uno suave.

La pequeña Montalván se sentía frustrada, pero sabía que sería imposible escapar esta vez.

—Rehan...

—¡Somos compañeras de cuarto! —anunció Brisa Farfalla, interrumpiendo el momento.

—Brisa, ahora no —su amigo apretó la mandíbula ante la interrupción.

Las flores crecen en invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora