Cuatro años atrás
Kalani Montalván caminaba por los pasillos del instituto con la cabeza en alto, el rostro impasible y los hombros rectos. Cada uno de sus pasos era firme, medido, como si estuviera calculado al milímetro, transmitiendo lo que su familia siempre había exigido de ella: perfección.
Mientras se dirigía a la competencia de matemáticas, el eco del lema de su padre resonaba con fuerza en su mente: "No existe el segundo lugar para los Montalván. los Montalván nunca fallamos"
A quienes la observaban de lejos, les resultaba fácil pensar que Kalani no sentía nada. Su expresión siempre parecía indiferente, el mentón ligeramente alzado, los ojos fríos y calculadores. Esta fachada le había valido el apodo de "La Reina de Hielo". Nadie se atrevía a desafiarla, y todos asumían que ella estaba por encima de ellos... tal vez con razón.
—Miren quién bajó del trono para convivir con los mortales —la inconfundible voz burlona de Rehan Cavendish irrumpió en su tranquilidad, haciendo que Kalani girara sobre sus talones.
—Cavendish... —suspiró, como si el solo hecho de pronunciar su nombre fuera un esfuerzo—. ¿Listo para perder?
—Qué adorable —replicó él con una sonrisa irónica—. Lo que pasa es que no voy a perder.
—Eso dijiste la competencia pasada —le recordó ella, cruzándose de brazos.
La sonrisa de Rehan titubeó por un segundo, pero rápidamente se recompuso, negándose a perder el control.
—Sí, pero ahora es diferente. Estudié toda la noche. A este punto, podría ganarle hasta al profesor.
Kalani rodó los ojos. Aunque sabía que era la mejor en cuanto a números, no podía subestimar a Rehan. No cuando esta competencia decidiría si los Montalván tomarían la ventaja o los Cavendish empatarían. El orgullo familiar estaba en juego, y no había margen de error.
—Haz lo que quieras —replicó ella, su voz gélida—. Sé que estás temblando por dentro.
—Tú finge que no te importa —dijo él, dando un paso más cerca, su mirada taladrando la suya—, pero sé que en el fondo estás nerviosa... por otras cosas.
Kalani abrió los ojos, sorprendida, mientras su corazón dio un vuelco. Rápidamente echó una mirada alrededor, asegurándose de que nadie más hubiera escuchado el coqueteo descarado de Rehan.
—¿Asustada, muñeca? —le guiñó un ojo, y Kalani sintió un retortijón en el estómago. Como siempre, Rehan sabía cómo tocar las fibras más delicadas de su ser. Y aunque quería ignorarlo, aunque se repetía que no le importaba, sus palabras la alcanzaban, haciéndola dudar, moviendo algo profundo en su interior que no entendía del todo.
—¿No tienes algo mejor que hacer? —respondió al fin, con una frialdad calculada. Sus ojos, sin embargo, eran un campo de batalla en llamas.
—Probablemente sí —dijo él, encogiéndose de hombros—, pero nada es tan entretenido como molestarte. Además, apuesto a que en el fondo disfrutas esto también.
Kalani lo miró fijamente. Sabía que debía lanzarle alguna réplica mordaz, algo que cortara la conversación de raíz, pero las palabras se le quedaban atoradas en la garganta. Porque en el fondo, tal vez... solo tal vez, Rehan tenía razón. Había una chispa entre ellos, un desafío constante que la hacía sentir viva, aunque odiara admitirlo.
Pero eso no cambiaba nada. Su vida estaba trazada con precisión, y Rehan Cavendish representaba todo lo que ella no debía ser.
—Sigues siendo tan inmaduro como siempre, Cavendish —dijo con desprecio, girándose para seguir su camino.
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Las flores crecen en invierno
Teen Fiction.................❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀~✿.................. Kalani anhelaba fervientemente entrar en la prestigiosa Academia de Arte Lumière, donde las mentes creativas florecían y encontrar su camino lejos del negocio familiar. Sin embargo, su entusiasmo se...