Capítulo 3: Plantas carnívoras

18 6 4
                                    

Kalani apenas logró quitarse la capucha cuando escuchó unos toques en la puerta de su habitación.

—Señorita —saludó la señora Mary, su nana desde que tenía memoria.

—Señora Mary —saludó algo agitada por el ejercicio, pero intentó actuar con normalidad.

La señora Mary caminó hacia el armario de la chica con tranquilidad, sacando un traje ideal para la cena.

—¿No me va a contar cómo le fue? —La señora Mary sonrió ante la pálida expresión de Kalani—. ¿De verdad creía que podía escapar sin que nadie lo notara?

—¿Quién más lo sabe? —No intentó ocultar la preocupación en la voz, ni el temblor en sus manos.

—Solo algunos de los guardias que apartaron la mirada convenientemente para que usted cruzara. Y yo, por supuesto, que la conozco como la palma de mi mano.

Kalani soltó todo el aire que tenía acumulado en los pulmones y se desplomó en su cama aún con los rastros del susto que le dio la señora Mary.

—Fue una visita... interesante —aunque la señora Mary era de su total confianza, no quería revelar detalles de su encuentro con Rehan Cavendish en la academia.

—¿Interesante? —preguntó con diversión—. Sí, es lo que pensé cuando la vi con el joven Cavendish.

El rostro de Kalani pasó de pálido a rojo intenso; incluso en su tez morena era notable.

—Sé que no debí —intentó justificarse—. Es muy molesto y entrometido, pero... no es malo —se tapó el rostro con una almohada ante la sonrisa de la señora Mary.

—Sí, estoy de acuerdo en eso —la señora Mary se cansó de torturar a Kalani y decidió cambiar de tema—. Tiene que prepararse para bajar. Sin duda el joven John estará feliz de verla.

Kalani se incorporó manteniendo la mirada en la señora Mary—. ¿John? ¿Mi primo está aquí?

—Así es, mi niña. Se va a quedar un tiempo aquí en lo que su tía Carlota vuelve del sur.

Kalani sin duda se sentía más tranquila al saber que al menos tendría a alguien con quien hablar que no fuese la señora Mary. Se apresuró a prepararse para la cena, cada minuto que pasaba en su reloj la ponía más nerviosa; por un momento pensó en abandonar el plan, pero eso sería lo mismo que abandonar sus sueños.

Se levantó con firmeza una vez que llegó la hora y caminó al comedor.

Saludó a su familia con educación como era costumbre, y se quedó junto a su primo esperando a que el señor Montalván llegara para que la cena diera comienzo.

—Buenas noches, querida familia —saludó con una media sonrisa—. John querido, bienvenido —le dijo al chico con cordialidad y dio inicio a la cena.

—Gracias por su hospitalidad, tío Marcel.

John sin duda era apuesto, alto y con una sonrisa encantadora como la de su tío. Con la diferencia de que el chico sí tenía corazón.

—Eres bienvenido cuando lo desees, sobrino. Ni que fueses un Cavendish —todos en la mesa soltaron una risa. A Kalani no le hacía gracia, pero de todas formas fingió que sí, como seguramente la mitad de sus hermanos.

—Mi madre le envía saludos y una disculpa por no asistir a la cena, que está deliciosa, por cierto —continuó John cortando su carne.

—Mi hermana Carlota pudo haber hecho muchas cosas malas como enamorarse de tu padre, pero sin duda hizo un gran trabajo al criarte —el señor Montalván tomó un sorbo de su vino disfrutando de la situación.

Las flores crecen en invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora