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El plan de meterse al reino de Tailandia sin que la reconocieran era mucho más fácil del que Soyeon le gustaría admitir. Esperaba algo como en Vietnam, algo que les haría dejar una marca y cuando descubrieran quienes eran, todos quedaran sorprendidos. Sin embargo, no era la mejor oportunidad de ser innovadora cuando Minnie conocía su país mucho más que a sí misma.

Les contó que el día que llegarían se celebraría un baile donde los invitados utilizarían una máscara. Ideal para que Miyeon pudiera conversar con alguno de sus hermanos gemelos sin que la gente los visitara. Ahí nadie sabía quién es quién. Es por eso que ella sabía tanto de ese evento, era el único día que podía ser ella desde los 16 años que comenzó a escaparse de su horrible habitación.

Pero antes de todo, debían de aprender a camuflarse entre la gente de clase.

Soyeon se posicionó al frente de Yuqi. Ambas parecían incómodas por la situación. La educación y los bailes no eran lo suyo. Se inclinaron como saludo y Yuqi ofreció su mano para que su capitana la agarrara con delicadeza. En el momento en que Minnie comenzó a marcar el ritmo, se acercaron. Yuqi puso su mano izquierda en el hombro de Soyeon y la otra se mantuvo derecha, sin intenciones de soltar la mano de la mayor.

Aunque ya habían creado un visible lazo mucho más que una amistad, ambas no estaban acostumbradas a esa cercanía. No, no estaban acostumbradas estar así de cercas a la vista de todas, ya que Yuqi se metía al camarote de la gran capitana Jeon para solo abrazarla y recibir unos mimos. Soyeon alzó la mirada, demostrándole a su amada que estaba sonrojada por la cercanía y la vergüenza que su tripulación la viera así.

—Están muy cerca—murmulló Minnie, agarrando el hombro de Yuqi para que se alejara un poco. Rompiendo sin piedad la burbuja romántica que se había formado—. Recuerden que bailaran con desconocidos—dijo con firmeza y se alejó para darle su espacio para bailar, evaluando cada movimiento con frialdad.

"Uno, dos, tres... uno, dos, tres...", repetía en voz alta, tratando de guiar a sus amigas a través del complicado ritmo del vals.

Llevaban desde que salieron de las islas indonesias practicando y habían mejorado de una manera sorprendente. A pesar de aún verse rígidas, lo hacían muy bien. Especialmente Yuqi que luego del tercer día dejó de pisarle los pies a Soyeon. Esta tardó un poco más, sus pies eran un poco torpes al estar acostumbrados al la libertad del barco moviéndose.

—Acérquense un poco más—dijo Soojin y Shuhua hizo una mueca para luego hacer lo que le dijo.

Odiaba tener que bailar con Miyeon, hablaba mucho y se quejaba mucho. Diciendo que tenía que hacer movimientos más delicados y dejar de fruncir el ceño para un hombre, acepte bailar con ella ¿Y ella porque querría bailar con un hombre cuando ya estaba casada? La odiaba. Shuhua apretó los dientes y trató de seguir el ritmo que Soojin marcaba. Sus movimientos eran rígidos y claramente contrariados.

—No entiendo por qué es tan importante esto —se quejó.

Miyeon soltó un suspiro de frustración y tomó la mano de Shuhua con más firmeza, demostrándole que el desagrado era mutuo. Aunque no por las razones que parecía. Ambas no querían bailar con la otra porque querían estar con alguien más. La mayor le dio un corto vistazo a Minnie alejaba a Yuqi y a Soyeon otra vez.

Desde que se besaron en el pequeño bote que no podía dejar de mirarla. Sin que nadie lo notara, su mente se volvió un caos. Comenzando con que estaba emocionada de que iría con el hermano de esa hermosa mujer, sin embargo, cuando se le cruzó el miedo de que ninguno de los dos hermanos fueran como ella, pensó que tal vez debía de llamarle la atención a Minnie. Ya que ¿No era ella quien realmente fue nacida y criada para ser una reina?

—Intenta relajarte—interrumpió Soojin al notar que había perdido el ritmo—Solo... sigue mi ritmo y deja de pensar en lo mucho que te desagrada esto—dijo mirando a Shuhua, acarició con suavidad su hombro para luego alejarse y seguir marcando el ritmo.

En el momento que Minnie ofreció un descanso, todas dejaron de bailar inmediatamente, sus brazos le dolían por tenerlos tan tensos. Faltaba tan solo una semana para el gran evento y todo parecía ir bien. Shuhua se estiró, haciendo sonar sus articulaciones. Se sacó las botas con tacones que le pertenecía a Miyeon y miró hacia Soojin que se le estaba acercando.

—¿Me concede un baile?—sería la primera vez que bailarían juntas.

—Claro—hizo una reverencia al mismo tiempo que su esposa y luego se acercaron mucho más del que Yuqi y Soyeon lo hacían.

—El hombre suele colocar su mano acá—Soojin deslizó su mano con suavidad hacia su cintura, provocando que Shuhua se tensara—. Y las parejas suelen acercarse, así—susurró acercando sus labios a los de la menor, pero sin besarla, y comenzaron a bailar.

—A mí nunca me permitieron bailar así de cerca con mi esposo—comentó a Minnie, envidiando la química de sus amigas—. Lo más probable es que tú tampoco lo tengas permitido—le dijo a Miyeon que miraba con atención cada movimiento de las chicas.

Shuhua se movía muy distinto que cuando estaba con ella. Parecía que hasta era igual de experta que Soojin. Soltó un largo suspiro y asintió con la cabeza las palabras de Minnie. No importa cuanto tiempo pasara, no podía dejar de admirar y sorprenderse el amor que tenía Shuhua con Soojin. Ella también quería algo así ¿Y qué pasaría si no lo lograba con la única oportunidad de convertirse en una princesa? Bajó la mirada y sintió asco ante su vestido rosado, desgastado y roto.

Gracias a su grandiosa habilidad de delirar en su mente en un mundo imaginario. Su vestido se trasformó en un modelo parecido al que una vez vio en sus visitas a Tailandia. Un vestido rosado pastel, con escote digno de envidiar. Su cabello peinado de una forma extravagante y bailando un vals con los mismos cariño que lo hacía sus amigas. En aquel mundo era feliz, entre los brazos de un príncipe vestido de azul y sonriéndole como cuando Minnie sonreía al ver como las chicas se ponían a tontear en la cubierta solo por aburrimiento.

En el momento que terminaron de bailar, dieron una reverencia de despedida y Shuhua se acercó a su amada para besarla. No solía poder evitarlo al tener su pecho lleno de amor para entregarle a su esposa. Al separarse, Soojin le susurró algo que provocó que Shuhua la abrazara con fuerza.

—Yo igual te amo—escucharon el resto.

—A veces hacen que me den ganas de vomitar—murmulló Yuqi y Soyeon asintió, ella había pensado lo mismo. Como si no fueran igual de cariñosas cuando se abrazaban para dormir. 

The Legend Of Neverland [Gidle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora