Capitulo 2

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La Fortaleza estaba lista para el compromiso de la Princesa Rhaenyra con Laenor Velaryon.

Varias casas de los siete reinos habían asistido a dicha fiesta llevando obsequios para la Princesa y su consorte.

Viserys estaba sentado en la gran mesa que habían dispuesto en la Sala del Trono, a su derecha estaba su hija, y a su izquierda la silla la cual pertenecía a su esposa aún no había sido ocupada.

– ¿Dónde está la reina? –pregunto hacia su Mano, quien dijo desconocer el porqué de la tardanza de su Majestad.

Pronto, la puerta del salón se abrió, dando paso a la casa Velaryon. Lord Corlys Velaryon y su esposa Rhaenys escoltaron a su hijo. Detrás de ellos caminaba a paso lento Laena, la menor de sus hijas.

Laenor se adelantó, inclinándose ante el Rey y la Princesa. Rhaenyra se acercó hacia su futuro esposo para tomar su mano y guiarlo hacia la silla a su lado, lugar que de ahora en más ocuparía allí. El salón se llenó de aplausos, pero pronto se sumergió en un silencio absoluto. Daemon Targaryen ingreso con total confianza, sosteniendo una pequeña sonrisa en su rostro. No podía negar que amaba ser el centro de atención. Todos los presentes sabían que el hermano del Rey había sido expulsado por el monarca, aunque desconocían el motivo por el que había sucedido.

Poco a poco, Daemon se acercó hacia el Rey, quien lo observo con confusión y sorpresa. Estaba seguro que no había enviado ninguna invitación a las tierras de Runestone.

Daemon sonrió cuando llego frente a Viserys. El Rey no sabía que se traía su hermano entre manos, pero no pensaba arruinar aquella celebración discutiendo con Daemon. Pidió a uno de los criados que sumaran una silla más a la gran mesa. Luego de sentarse, Viserys inicio con el discurso de bienvenida, pero este fue interrumpido nuevamente por el ingreso de la única persona que faltaba allí.

La Reina.

Alicent Hightower vestía un elegante vestido verde, algo que llamo la atención de varios de los presentes. El negro y rojo habían desaparecido de su vestimenta. Todos permanecieron de pie hasta que la Reina se ubicó al lado del Rey. Todos, a excepción de Daemon, quien no se puso de pie en ningún momento.

Viserys continuó con su discurso, dando por iniciado el banquete de compromiso.

El baile fue iniciado por la Princesa y su prometido. Todos observaban como ambos jóvenes bailaban en el centro del salón de manera fina y elegante, como si aquella no fuera la primera vez que ambos danzaban al ritmo del violín.

Luego del primer baile el resto de los presentes se les unieron, danzando con ellos y a su alrededor.

Daemon observo a su sobrina con una sonrisa en el rostro. Aun recordaba la noche que se escabullo con ella por los burdeles, y lo cerca que había estado de hacerla suya. No podía negar que sentía una gran atracción por su sobrina, pero sabía que si la tomaba, que si la convertía en su esposa, podía comenzar una guerra con su hermano.

Tan concentrado estaba en aquella agradable imagen, que ignoro al hombre que se posiciono a escasos metros de él, observándolo con furia en el rostro.

–En el Valle se hace que los hombres respondan por sus crímenes, incluso los Targaryen. –dijo aquel hombre. Daemon lo observo divertido.

– ¿Y quién es usted? –

–Sir Gerald Royce de Runestone. –respondió observando no solo al Príncipe, sino también al Rey, quien oía aquella conversación atentamente.

– ¿Y? –Daemon no era estúpido, sabía porque aquel hombre se había acercado, pero él era inteligente y sabía muy bien como jugar sus cartas.

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