Capitulo 3

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Como Daemon había prometido, viajo al Nido de Águilas para reunirse con Lady Jeyne. Allí reclamo aquello que a su hija le correspondía por nacimiento. Sir Gerald, primo de Rhea, estaba también allí, intentando que Daemon no obtuviera lo que quería.

–Todos los presentes sabemos que Lady Rhea no se fue, tú le hiciste algo. Por algo vienes a reclamar la herencia. Sabes que ella está muerta. –lo acuso. Daemon sonrió de lado.

–No pido que todo sea heredado ahora, sé que debe pasar un año para darle la oportunidad a mi esposa de que regrese. Solo quiero asegurarme que mi hija heredara todo, y que no intentaran despojarla de lo que le pertenece por nacimiento y por sangre. Pido se deje escrito y asentado, y se presente no solo en el Valle, sino también ante el rey que Daenerys será la dueña de Runestone en un año. Siempre y cuando mi esposa no decida reaparecer, en ese caso la heredera seria mi adorada esposa y no mi hija. –todos los presentes sabían que las palabras de Daemon y su tono eran en completa burla. Todos sabían que el hombre odiaba a la mujer que se había unido en matrimonio a él.

–Eres un maldito. ¡Tú la asesinaste! –grito Sir Gerald con odio.

–Es la segunda vez que me acusa de aquello. ¿Tiene pruebas que acrediten sus acusaciones? –el hombre se quedó en silencio. No tenía dudas que había sido aquel hombre el que había desaparecido a su prima, pero no contaba con ninguna prueba. Había revisado el castillo en ausencia de Daemon, pero no había logrado hallar nada que lo inculpara.

–El príncipe tiene razón, Sir Gerald. A menos que tenga alguna prueba que demuestre la culpabilidad de Daemon Targaryen, no podemos tomar venganza. De todas formas no podemos negar su pedido, tenga algo que ver o no con la desaparición de Lady Rhea Royce, la princesa Daenerys es su única heredera. –Lady Jeyne tomo la palabra. A la mujer no le agradaba aquel hombre, le parecía cruel y ambicioso, pero los dioses lo habían agraciado con una niña, la cual se había convertido en la heredera de Runestone. –Decreto que la princesa Daenerys Targaryen será la dueña de Runestone en un año. Mientras ese año transcurre no pueden permanecer en el castillo. Sir Gerald puede investigar el asunto de la desaparición en las tierras de Lady Rhea, pero al cumplir un año toda acusación quedara anulada. Cuando la niña se convierta en la cabeza de la casa Royce, no podrá ejercer su autoridad hasta ser mayor, por lo que Sir Gerald será quien sirva como Lord Protector de Runestone. Pero debe saber Príncipe Daemon que si se llegase a encontrar algún indicio de que fue usted quien desapareció a Rhea Royce, su hija será criada por Sir Gerald y se convertirá en la dueña y señora de Runestone, pero usted deberá responder por los actos cometidos. –decreto Lady Jeyne. Daemon asintió, sabía que no había ninguna prueba en su contra. Aunque encontraran el cuerpo putrefacto de la zorra de bronce, no tenían forma de incriminarlo. Él se había asegurado de deshacerse de todo.

Sin más objeción, el príncipe salió del castillo de Lady Jeyne.

Fuera lo esperaba la criada, la cual supo se llamaba Lorna. La mujer cargaba a la pequeña Daenerys entre sus brazos.

–No podemos volver al castillo por orden de Lady Jeyne. Puedes quedarte aquí y regresar por tu cuenta, o puedes ir conmigo hacia Driftmark. –Daemon sabía que podía irse sin ella, pero también sabía que necesitaba de alguien para que cuidara de su hija. La mujer lo pensó unos segundos. Su madre había muerto hacia unos años, no tenía padre ni hermanos, por lo que no tenía a nadie esperándola en Runestone.

–Iré con usted mi señor. –se había encariñado con la pequeña de ojos violeta, no lo había podido evitar. Antes de fregar pisos y limpiar muebles prefería aventurarse junto a la princesa y el príncipe canalla.

Montaron en Caraxes rumbo a la ciudad de la serpiente marina.

Daemon y Daenerys fueron recibidos con todos los honores. Lord Corlys sentía un gran aprecio hacia el príncipe, pues este lo había ayudado en algunas ocasiones en el pasado. No podía evitar ver a la pequeña niña y pensar que quizás en un futuro, alguno de sus nietos podría contraer matrimonio con aquella pequeña. Corlys siempre pensaba en las formas de acrecentar su poder.

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