Capitulo 6

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Nueve años habían transcurrido en tranquilidad para todos en los Siete Reinos.

Daemon y su esposa Rhaenyra vivían en Dragonstone junto a sus hijos. Ambos ya habían engendrado a dos pequeños príncipes. Viserys y Aegon.

Daenerys había dejado de ser una niña, para convertirse en una mujer de una belleza enceguecedora. Aún no había sido comprometida con ningún Lord ni ningún príncipe, pues el interés de la princesa no estaba puesto en ninguno, y su padre no la empujaría a un matrimonio arreglado. Rhaenyra intento más de una vez convencer a su esposo de casar a Daenerys con Jace, pero en cada oportunidad este se negó.

Daemon sabía que con Jace, su hija se convertiría en reina cuando este asumiera al trono de hierro, pero también sabía que Daenerys no veía al joven Velaryon como un futuro esposo. Podía ansiar el poder, pero no pondría en juego la felicidad de su hija.

Daenerys repartía su tiempo en mantener Runestone en orden y viajar a Dragonstone a ver a su padre y su hermana Rhaena, pues Baela había decidido pasar una temporada con su abuela, Rhaenys.

En cuanto la primavera comenzó, la primogénita de Daemon, voló con su dragón hacia Dragonstone para pasar unas semanas con su familia.

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Rhaenyra se dirigió al salón donde sus hijos estudiaban cada mañana. Allí los encontró, acompañados de la princesa Daenerys. No podía negar que estaba agradecida con la ayuda que la primogénita de Daemon le daba con respecto a la educación de sus hijos.

Oyó la voz del maestre quien decía frases en alto valyrio para que Jace las tradujera.

–El Conquistador y sus hermanas zarparon con un gran ejército. Y toco tierra en el junco de Blackwater. –Daenerys le repitió una de las palabras dichas por el maestre. Jace entendió que algo estaba entendiendo mal. – ¿En la desembocadura? –pregunto mirando a la joven.

–El nacimiento. –respondió esta.

–El nacimiento. Jace, ya lo sabias. –se retó en susurros y volvió a repetir una y otra vez aquella palabra que había confundido para memorizarla y no volver a cometer el error. –Concéntrate Jace –se alentó a sí mismo.

–Creo que por hoy es suficiente. Podemos continuar mañana Jace. –Daenerys intento terminar con la clase pues veía al joven cansado, pero Jace se negó, no quería decepcionar a su madre, y tampoco a ella.

–No, no. Quiero continuar. Maestre. –ante el pedido, el maestre siguió hablando en alto valyrio –Aegon ordeno que los arboles fueran... asesinados. –abrió los brazos creyendo que lo había hecho bien, pero Daenerys volvió a corregirlo.

–Talados. Es una palabra similar de todas formas. –La muchacha vio la cara de frustración del joven –Jace, nadie espera ni pretende que aprendas alto valyrio en un dia. –

–Un rey debe honrar las tradiciones de sus ancestros. Debo aprender. Tú lo hablas y lo entiendes a la perfección. –

–A menos que pienses en destronar a tu madre, tienes mucho tiempo para estudiar. Yo hablo el alto valyrio porque fue mi lengua natal. Mi padre la ha usado desde que tengo memoria. Y ningún rey que se ha sentado en el trono de hierro aprendió el alto valyrio en un dia. Deja de castigarte. –Jace suspiro, no podía negar que Daenerys tenía razón.

–Daenerys está en lo correcto hijo. A todos nos lleva años aprenderlo. –Rhaenyra recordó las muchas horas que le había dedicado durante su niñez. Siempre quiso entender lo que sus padres hablaban, por lo que se empeñaba en aprender el lenguaje.

La puerta del salón se abrió e ingreso Daemon. El príncipe de Dragonstone había ido hacia la cueva donde Syrax había puesta una nidada. Buscaba un huevo para su hijo nonato, y para su suerte encontró tres de ellos.

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