Capitulo 7

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Luego de la reunión donde se reafirmó a Luke como sucesor de Lord Corlys, Daenerys salió del castillo. Estaba cansada de ver las miradas que Aegon le lanzaba en cada oportunidad, y los murmullos de los criados con respecto a cómo su padre había acabado con la vida de Vaemond Velaryon, quien sin duda, merecía aquello y más.

Se colocó una capa para poder esconder su cabello hasta que pudiera salir del castillo, una vez logrado se la retiro. Llego a un campo de hermoso pasto verde, y no pudo vencer a la necesidad de posar sus desnudos pies sobre este. Daenerys volvía a ser una chiquilla, disfrutando del roce de la hierba.

Se recostó sobre un árbol, disfrutando de la tranquilidad y la brisa que corría sobre King's Landing. Aquella brisa le recordaba a su casa, Runestone.

No había conocido a su madre, pues según su padre los había abandonado. Al parecer la mujer odiaba a Daemon, y por ende a ella. Si bien no sentía odio hacia esa mujer, si le hubiera gustado conocerla, o al menos ver alguna pintura, para saber si tenía algo en común con ella. Sabía que todo su cuerpo gritaba Targaryen, pero al menos quería saber si tenía un mínimo rasgo de su madre.

De pequeña esperaba en cada cumpleaños que su madre apareciera, arrepentida por haberla abandonado, pero eso jamás ocurrió. Dejo de esperarla en su cumpleaños número once.

Dejo de pensar en su madre cuando noto como un dragón volaba por los cielos. Había pasado muchos años junto a esa dragona, podría reconocerla en cualquier lado.

Sonrió al ver como Vhagar volaba por sobre el castillo. Pensó en que quizás podría ir a buscar a Vermithor y también llevarlo a volar un rato por el océano.

Daenerys frunció el ceño. Vhagar dio algunas vueltas sobre el castillo, para luego dirigirse hacia el lugar donde ella estaba.

–Por los siete reinos... –se sorprendió. ¿Cómo la había encontrado? Sabía que estaba muy lejos para ser vista, pero Vhagar la había detectado.

En minutos la dragona se posó sobre la hierba. Aemond estaba sobre ella.

–Vamos. –el príncipe extendió su mano enguantada hacia Daenerys, quien no entendía que estaba ocurriendo.

– ¿Cómo me encontraron? –Aemond sonrió.

–Te lo contare luego. Vamos, quiero enseñarte algo. –la princesa se puso de pie, tomo sus zapatos y corrió hacia Vhagar. No podía negar que tenía curiosidad. Trepo la red y con ayuda de la mano de Aemond subió detrás de este.

Pronto Vhagar extendió sus alas y emprendió vuelo hacia el norte.

Aemond guio a su dragón hacia las montañas, donde la vista del mar y la tierra se perdía en el horizonte.

Ambos príncipes descendieron. Daenerys no pudo negar que la vista era maravillosa.

–Este lugar es maravilloso. –sonrió, abriendo los brazos y respirando el aire del lugar. Podía jurar que aquel aire era más puro que el de cualquier lugar.

–Vengo aquí cuando quiero pensar, o simplemente alejarme de todos. –el lugar estaba alejado de la población, y las rocas de la montaña permitían ocultar a Vhagar. Por lo que no podía ser visto desde lejos.

Aemond la observo. Siempre había notado en ella un alma libre, que no podía ser encerrada en un castillo.

Daenerys se sentó sobre una roca con musgo. Noto que era esponjoso, por lo que se tumbó mirando al cielo.

–Creo que hasta el cielo es más hermoso aquí. –no le importo que su vestido se ensuciara, o su cabello se enredara. Quería disfrutar el momento, la libertad.

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