CAPITULO 31

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Dos semanas después

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Dos semanas después

SALÍ DEL COCHE y lo rodeé. Nos habíamos estacionado cerca del agua, viendo las olas romper contra la orilla. Ahora estábamos sentamos juntos sobre el capó. Se sintió bien respirar profundamente y poder respirar. Miré a NuNew.

—¿Estás bien?

Se levantó la camisa para mostrarme dónde lo habían remendado. —Todo está bien. Los puntos me están curando rápidamente.

Suspiré. —¿El dolor?

—Apenas lo siento. —Se encogió de hombros. —Además, he tenido cosas peores. A mi esposo le gusta pegarme por diversión.

Nos reímos al mismo tiempo. Se inclinó, apoyó la cabeza en mi hombro y nos quedamos en un cómodo silencio. No había nada mejor que sumergirse en el silencio con NuNew. A medida que el mundo se desmoronaba, quedamos encerrados en nuestra propia pequeña burbuja. Quería quedarme así para siempre. Que se vaya al diablo el resto del mundo y los problemas que teníamos por delante. Sólo quería respirar.

—¿Cigarrillo? —preguntó NuNew.

Metí la mano en mi bolsillo y saqué la cajetilla. Ambos nos vestimos con pantalones deportivos de algodón, sudaderas con capucha y nos mantuvimos los lentes de sol puestos. La atención de los medios se había multiplicado por diez de la noche a la mañana cuando la gente preguntaba sobre nuestra boda, sobre el tiroteo, sobre el incendio. Respondí las preguntas que me había preparado mi abogado y mantuve la boca cerrada durante el resto. Cómo todo el mundo. Ahora NuNew y yo queríamos que nos dejaran en paz.

Deslicé un cigarrillo entre sus labios y abrí mi encendedor. NuNew inhaló antes de que alejara la llama. Me encendí mi cigarrillo y volvimos a nuestra tranquilidad.

—Hey.

—¿Sí? —murmuré.

—Estamos en un montón de problemas, ¿huh?

Miré a NuNew antes de asentir y ver el agua nuevamente. —Sí. Muchos problemas, —repetí. —Pero saldremos de esto arrastrándonos.

—¿Tú lo crees?

—Ambos somos demasiado testarudos para no hacerlo. —Me reí.

NuNew se rio entre dientes. —Tienes razón sobre eso. —Escuché su crujido antes de tocar mi brazo. —Toma.

Me di vuelta y me quedé paralizado. La pila de papeles que tenía en la mano le resultaba demasiado familiar. Las páginas del diario de Brycen. Los miré mientras revoloteaban con el viento, tratando de escapar. Pero NuNew se aferró a ellos con fuerza. Vi su rostro mientras buscaba el mío.

—¿Qué estás haciendo con estas cosas? —murmuré. —Pensé que ya los habrías tirado.

Habían pasado dos semanas desde el desastre de nuestra boda. En el fondo de mi mente, había pensado en las anotaciones, preguntándome qué había hecho NuNew con ellas, pero no quería saber. Si se habían ido, se habían ido. Al menos lo manejó. Ahora, mientras los veía, se me hizo un nudo en la garganta.

Di acepto | ZeeNuNewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora