34|Corazón reconfortado.

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Dicen que cuando sueñas que estás cayendo en picado y te despiertas de un sobresalto, es porque tu corazón se ha parado y el cerebro manda una señal a tu cuerpo para que despiertes y vuelva a bombear, a palpitar.
   Mi corazón comenzó a palpitar como nunca antes cuando de uno de los libros de la estantería de la habitación que tenía Enzo cerrada con llave, cayó un folio doblado por la mitad.
   No quería emocionarme, pero sentí en ese momento que había dado con la clave. La punta de mis dedos cosquilleaban a medida que me agachaba para agarrarlo.
   Lo abrí y salí corriendo hacia casa de los Gallagher.
   —¡Lo he encontrado! —exclamé, abriendo la puerta de un portazo. Todos estaban en la cocina, hablando—. ¡Tengo el contrato! ¡Lo tengo!
   Los gritos de emoción y la euforia llenó cada rincón del hogar. Me abracé a Carl y todos nos aplastaron, abrazándonos.
   —Lo tenemos, pecas —me susurró en el oído.
   No podía decir nada, las palabras estaban atascadas en mi garganta, no sentía que nada de esto era real. No lograba comprender que todo iba a terminar, que, por primera vez en mi vida, sería libre.
   —Vamos, denunciemos esto. —Carl me agarró la mano, llevándome hacia fuera.
   —Os llevo —dijo Lip, agarrando las llaves de su coche.
   De camino a comisaría, miraba por la ventana, sin creerme que estaba ocurriendo. Bajé la mirada al folio mientras releía lo mismo una y otra vez. Mis manos temblaban debido a los nervios. La sangre me ardía cada vez que veía sus firmas.
   La mano de Carl se posó sobre la mía, intentando que dejara de temblar. Me mostró una sonrisa cálida antes de darme un beso en la mejilla. Reconfortaba, apoyé mi cara sobre su hombro.
   —¿Dónde estaba ese cabronazo? —preguntó, refiriéndose a Enzo.
   —Fue a llevar uno de sus encargos, ya sabes... chanchullos...
   —¿Viste la patrulla que mandé para que vigilasen?
   —Sí, estaban fuera, camuflados. Estaban montados en un Renault, pero conocía a los chicos.
   —Yo estaba atento, escuchando por el micrófono que llevabas en la ropa. Estuve en alerta cada maldito segundo.
   —Lo sé... ya pasó. No volveré nunca más.
   —Nunca más. Vas a estar conmigo para siempre, vas a ser libre.
   —Voy a serlo... —sonreí, sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas.
   Denunciamos en cuanto llegamos a comisaría y una patrulla salió en busca de ambos para esposarlos. Nos comentaron que el juicio se realizaría pronto, que el caso estaba ganado por nuestra parte gracias al contrato y a las grabaciones de la máquina de rayos X que el compañero de Carl había conseguido.
Fue un par de semanas más tarde cuando se les declaró culpable a mi tío y a Enzo y los condenaron.
Estuve todo el día llorando de manera desconsolada desde que el juez los sentenció como culpables mientras daba un golpe con el martillo sobre la mesa. No podía creerme que todo había acabado y que era libre, que no tendría que seguir con el corazón en un puño por falta de dinero. No tenía que pagar una deuda que nunca debí pagar.
Condenaron a mi tío a que me indemnizase con un millón de dólares a causa de daños y maltratos. Un. Millón. De. Dólares.
Mi vida acababa de dar un giro drástico.
—Deja de llorar, preciosa. —Fiona me abrazó, ya en casa—. Todo ha terminado.
—Es que... no me lo creo. Todo ha terminado... puedo respirar tranquila, puedo ser feliz.
—Eres libre, por fin. —Debbie agarró mi cara entre sus manos—. Se acabó, Mar.
—Se acabó... —repetí en un susurro.
—¿Sabes lo que también ha terminado? La pobreza, ahora eres rica. —Mickey aplaudió, riéndose como un desquiciado—. Invita a unas pizzas para celebrarlo, al menos.
—Todavía no le han hecho la transferencia, idiota. —Ian le dio una colleja a Mickey, negando con la cabeza.
—Pero no estaría mal eso de unas vacaciones en las Bahamas, ¿verdad, cuñada? —bromeó Lip.
—Callaos ya, buitres. —Carl chistó, separando a las chicas de mí para fundirme en un abrazo. Apoyé la cabeza sobre su pecho. Sentí que me daba besos.
—Claro, como tú eres el novio, aprovechas ese dinero —bromeó Liam, logrando que todos riéramos, yo incluida.
—Gracias a todos... —dije, con la voz entrecortada—. No sé cómo agradeceros todo lo que habéis hecho por mí. Me habéis acogido en vuestra casa, me habéis dado amor, cariño, momentos inolvidables, experiencias, consejos...
—Gracias a ti por enseñarnos que alguien ajeno a nosotros puede unirnos más aún. —Fiona me sonrió tiernamente—. Eres una verdadera Gallagher.
—Mara Gallagher... —pronunció Carl lentamente, saboreando las palabras—. Me gusta como suena...
—¿Se viene boda Gallagher? —preguntó Debbie, bromeando.
—Dinero hay para hacerla... —dijo Mickey. Ian le dio una colleja y levantó la manos en son de paz—. ¡Yo solo digo que es el mejor momento porque pueden montar un bodorrio!
Volvimos a reír.
Era reconfortante para mi corazón saber que a partir de ahora, era lo único que haría: reírme.
No se terminarían las preocupaciones, lo sabía, pero ahora serían preocupaciones que podría llegar a tener cualquier persona normal. Ya no debía de preocuparme por pagar una deuda para no entrar en prisión. Ya no más ataques de ansiedad por pesadillas. Ya no tendría que dedicarle más lágrimas.

PERDIDOS || Carl Gallagher (Shameless)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora